Buenas tardes amigos. Tenía que haceros partícipes de mi nuevo lanzamiento editorial: Erótika.  Un libro de relatos sexis que seguro os agrada a los amantes del género.






Erótika: lanzamiento editorial 


Contenido

1.       Ángel o demonio
2.       Arbustos y otras hierbas
3.       Cosas de hombres
4.       Dominatrix
5.       Elástica
6.       El club de costura
7.       El conductor
8.       El tercer sexo
9.       Huesitos
10.   La abogada
11.   La bella Lin
12.   La Madonna
13.   Kits eróticos
14.   Kizzi
15.   My chocolat
16.   Patrick
17.   ¿Quieres patinar?
18.   Sexo exprés
19.   Sin pareja
20.   Sueños de poeta
21.   Tacones de aguja
22.   Una cocina apetitosa
23.   Wasapéame
24.   Erótika



Sinopsis del libro

Erótika es un libro de relatos carnales. Cuentos de picaresca y hedonismo donde la variedad de los personajes pueden rozar el goce por casualidad o bien practicar el sexo duro sin que por ello se utilice un lenguaje prosaico; vocabulario empleado únicamente cuando la situación y/o los protagonistas lo requieren.

Las historias, por lo general, tienen una tónica heterosexual. Sin embargo, existe un grupeto de temática gay, lésbica y trans.

Impresos siguiendo un orden alfabético, poseen un toquecito de humor ácido o negro reflejado en los cuartetos que, a modo de entradilla provocativa y simpática, sintetizan lo que se va a leer a posteriori. Los episodios confluyen en la última narración: Erótika. Compuesta por varios apartados.

La historia de Erótika describe la vida de una joven angustiada tras una ruptura sentimental que le arrastra por caminos insospechados... Alentada por una amiga, Adriana se convierte en Erótika y se registra en una red de contactos íntimos llamada Babilonia. Desde ese instante, su vida cambiará radicalmente.

¿Hasta dónde puede llegar una mujer engañada por amor? Descubriremos la respuesta leyendo esta historia basada en distintas experiencias que algunas mujeres le contaron a la autora y que ella ha recogido con total libertad alternando la realidad con la ficción.

Como dijo el maestro de la dominación/sumisión, el Marqués de Sade: «Respetemos eternamente el vicio y no combatamos sino la virtud».

De igual forma, podemos acercarnos a la reina de la sensualidad para comprender esta antología de relatos eróticos. Anaïs Nin explicó al detalle sus vivencias, aderezadas con fantasías extraordinarias que recogió en estas palabras: «El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía».



Spolier

…“El patinador la estaba mirando. Agatha se puso roja como una cereza grana. El joven se percató y siguió el juego: le gustaba esa joven delicada que se movía como los cisnes.

–Lo siento. No sabía que todavía quedaba alguien en el club –dijo la joven algo tartamuda.
–Tranquila. Te he visto en más de una ocasión... ¿Cómo te llamas?
–Agatha.
–Bonito nombre para una doncella. Tengo unas horas libres... ¿Quieres patinar conmigo?
–Bueno... –contestó ella, cohibida.
–No te muevas –señaló el patinador con el dedo. Y agregó—: Voy a por los patines.

La muchacha no salía de su asombro.

El patinador la tomó por la cintura y la guió por la pista. Deslizó sus dúctiles manos por su brazo, después la subió al cielo mientras le sujetaba el talle. Al bajar sus labios galgos se rozaron en el aire. Una caricia sutil que tanteó sus corazones. Sus bocas se unieron y sus cuerpos vibraron, cortaron el aire que los movía a ritmo de un vals dulce.

Marcharon juntos a ducharse. Él enjabonó con mimo los hombros de la dama. La espuma resbaló por el cuerpo de esa Afrodita de mármol. Las manos masculinas esparcieron el jabón por su hechura como la nieve que cae del cielo; bolas de algodón etéreo que la mecieron. Unas convulsiones abdominales agitaron el cuerpo hermoso de la virgen.

El artista la sentó en un banco, la abrazó y secó sus pies con una dulzura infinita.

Más tarde, tomó sus dedos y los besó; los lamió despacio, uno a uno, como si fueran gajos de uva dulce que entraban y salían de su boca escarlata, jugosa.”...

Extrato del relato ¿Quieres patinar? Del libro Erótika
Anna Genovés

Datos del libro

Formato: papel
Tapa blanda: 196 páginas
Editor: Createspace I. Publishing Platform; Edición: 1 (1 de octubre de 2016)
Idioma: Español
ISBN-10: 1539188752
ISBN-13: 978-1539188759
PVP: 7,12€

Formato: ebook
Digital: 196 páginas
Editor: KDP
Idioma: Español
ASIN: B01M2270Q9
PVP: 1,98€



Enlace de Erótika en e-book y papel (se pueden leer los primeros relatos GRATIS)


Puedes seguirme desde mi blog Memoria perdida


P.D. ¡Ojo! Recuerda que es un libro de relatos para adultos y solo se visualiza si no tienes activado el control parental de los peques.


Book Trailer de Erótika






Celebramos la autopublicación: promoción especial de Las cicatrices mudas

Las cicatrices mudas ha sido seleccionada para la celebración anual del fenómeno de la autopublicación independiente en Amazon.

Durante todo el mes de octubre podréis descargarla por tan solo 0’99€ leeréis un neo-noir moderno y repleto de acción que no os defraudará.

Publicar con Kindle, ¡mola!

Sinopsis de Las cicatrices mudas

El cadáver de una mujer sin identificar, aparece flotando por el Guadalquivir. El inspector Juan Utrera, encargado del caso, tiene que determinar si se trata de una muerte fortuita o de un asesinato. A medida que descubre datos sobre la fallecida, surgen personajes de un pasado casi olvidado en el que era agente de Asuntos Internos y cooperante del CNI, junto a su compañera Vera Carmona, la Espía. Un thriller neo-noir trepidante, rodeado de acción, intriga y antihéroes que recorren los oscuros pasadizos del hampa y esconde una relación de amor/odio truculenta, donde nada es lo que parece.

Las cicatrices mudas es atrevida, moderna, turbadora y divertida: un chute de adrenalina con una ‘previous’ que muestra a los personajes principales y 68.000 palabras para alegrar la vida a cualquiera; nadie bostezará mientras la lea. Vamos, que entretiene un montón. La trama comienza en Qatar, se planifica en Sevilla, se resuelve entre Río de Janeiro y Shanghái, y se finiquita en España. ¿Qué más se puede pedir? Que tenga una chica peligrosa y un policía atractivo: los tiene.




Enlace PROMOCIÓN Las cicatrices mudas en España


Enlace PROMOCIÓN Las cicatrices mudas en USA


Enlace PROMOCIÓN Las cicatrices mudas en México




Páginas oficiales de la promoción con todos los títulos seleccionados:


P.D. Las cicatrices mudas también está disponible en papel.

Book trailer de Las cicatrices mudas





El legado de la rosa negra: reseña en el blog mexicano difusiòn

El otro día, de casualidad, encontré una reseña de la novela El legado de la rosa negra en un blog mexicano llamado difusiòn bajo el título: Lectura para entretener, El legado de la rosa negra.

Ciertamente, me hizo mucha ilusión porque se le ha dado un tratamiento serio que incluye objetividad y algunas citas del libro.

Mis agradecimientos al administrador del mismo Omar Rivera.

                  Enlace de la reseña de El legado de la rosa negra en el blog difusiòn


La novela está disponible en papel y eBook solo en Amazon.

Enlace de Amazon de El legado de la rosa negra




Book trailer El legado de la rosa negra








El timo

Manuel sale del oftalmólogo de la Seguridad Social pesaroso: necesita gafas progresivas. Tiene miopía y una presbicia avanzada. Se gana la vida dando clases particulares de guitarra y es urgente que las utilice.
De regreso a casa, mira el escaparate de la óptica del barrio y entra a preguntar.
–¿Buenas tardes caballero en qué puedo servirle? –le dice una madurita de buen ver con sonrisa Profidén.
Él mira la plaquita con su nombre de pila y le contesta:
–Pues mire, señorita María, acabo de salir del especialista y me ha dicho que necesito lentes progresivas. Quería dar un vistacito…
La dependienta lee la nota con la graduación y le pregunta:
–¿Cómo le gustan?
–Sencillitas. De las de toda la vida...
–Muy bien. ¿Le parece que comencemos por las de Ralph Lauren? Creo que serían ideales para su fisonomía.
Manuel comienza a sudar, nervioso. Tose varias veces. Se aclara la garganta, y, por fin, le contesta:
–Seguro que serán de muy buena calidad... pero, mejor empecemos por las que hay en el escaparate... rondando los 50€.


María se percata de que el caballero tiene apreturas económicas y se lanza al expositor de las marcas blancas. Con todo, cuando Manuel sale del establecimiento, su cara no es larga, es una mopa abrillantando el suelo. Presupuesto: 600€.
Al llegar a su apartamento mira una a una todas las habitaciones. Abre los armarios, los cajones, mueve los objetos y se sienta. Con un pitillo en la comisura, cavila. Minutos más tarde, parece ‘Chiquito de la calzada’ en plena actuación: va de un lado a otro de la casa a toda prisa.
Sobre la mesa del comedor agrupa distintas piezas: ropa, libros, pequeños electrodomésticos, zapatos y hasta un rosario de su abuela...
A primera hora de la mañana, con una maleta de ruedas, se recorre todas las tiendas de compraventa de la ciudad. Repite la misma operación durante una semana. El dinero que recoge lo guarda en una cajita, y, por las noches, lo cuenta...
 –Quinientos noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve… y seiscientos. ¡Bien por ti, Manuel! –se anima a sí mismo. ¡Ya tienes las gafas!
Al día siguiente, ha quedado con un amigo que sabe todo sobre su vida; entre otras cosas que vive en el umbral de la pobreza. No se ven muy a menudo porque Juan –su colega— ha prosperado muchísimo, y, a Manuel, se le hace una montaña dejar su mundo de cartón piedra para introducirse en la todopoderosa burguesía.
Después de la comida, cuya minuta abona Juan. Comentan los pormenores de sus vidas. Manuel le cuenta el suceso de los anteojos y el esfuerzo que ha hecho para reunir el dinero…
–Desde luego que le has echado huevos –cometa Juan.
–Cierto. Sin embargo, malvendiendo algunas de mis pertenencias, me he sentido como una verdadera mierda (pausa). Bueno, eso ya no importa.
–Estoy pensando que podríamos ir a mi óptica. Seguro que te hacen un precio especial y te ahorras algo de dinero –insinúa Juan para animar a Manuel.
–Prefiero no molestarte. Como decía mi madre: «El burro no es de donde nace sino de donde pace».
–¡Caray! Tienes refranes para todo. No es ninguna molestia –Juan mira su dietario y agrega—: Tengo una hora libre. Si quieres vamos en un momento. Está cerca.
–Está bien: tú ganas.
La pareja se encamina hacia la óptica charrando del día a día.
En el comercio los recibe una agradable señorona vestida de Chanel. A Manuel no le agradan demasiado las monturas, pero como le hacen un precio especial, calla. Se ahorrará 50€ y lucirá unas Vogue.
Seis meses más tarde, vuelve a la revisión oftalmológica y le dice al doctor:
–Doctor le hice caso y me compré unos lentes progresivos de los buenos.
–Y veo que los lleva a gusto –comenta el doctor.
–Cierto. Estoy muy contento.
–Me alegro. A ver, déjeme las gafas un momento.
Manuel se quita las lentes y se las entrega al especialista, quien las pasa por diversos aparatos tecnológicos. Terminado el recorrido le dice a Manuel:
–¡Que pena que no sean cristales Premium! La diferencia es abismal.
–No serán Premium, pero por lo menos son de gama alta.
El doctor carraspea, incómodo. Junta las manos sobre el escritorio, lo mira con cara de resignación, y le contesta:
–Manuel siento decirle que lleva unos cristales normalitos... De gama intermedia básica.
–¿Qué quiere decir…?
–No puedo mentirle. Como vulgarmente se dice: le han dado gato por liebre  –el oftalmólogo se encoge de hombros.
Manuel sale de la consulta como si Muhammad Ali lo hubiera noqueado en el cuadrilátero.


Coincidencia: Juan le espera en un restaurante para comer. Tras los cafés, Manuel aborda la desagradable incidencia y le dice que pasará a reclamar por la óptica...
–¿Ves bien, Manuel? –le pregunta Juan.
–Sí. Pero estos cristales cuestan 200€ menos de lo que me cobraron. ¡Me han timado! –argumenta Manuel con cara de circunstancia.
–¡A callar que fui tu aval! –increpa Juan ligeramente alterado.
–¿Cómo dices...?
–Esas cosas pasan. Que no se te ocurra volver a mencionar el asunto –Juan se estira el nudo de la corbata, se atusa el cabello engominado, se levanta y sale del local.
A Manuel se le queda cara de gilipollas.

©Anna Genovés
18/08/2016

James Bay- Best Fake Smile

El timo

by on 14:14:00
El timo Manuel sale del oftalmólogo de la Seguridad Social pesaroso: necesita gafas progresivas. Tiene miopía y una presb...


…“Él era sociable, un «jefe nato». Ella no y renunció a intentar serlo. Y así, por caminos bordeados de tiernas miradas y con una fidelidad íntegra y total, comenzaron a discurrir sus sendas separadas, la de él, una senda pública, una marcha de satisfactorias conquistas; la de ella, una senda apartada y solitaria, que eventualmente recorrería los pasillos de hospital. Pero no carecía de esperanzas. La fe en Dios le daba fuerzas y, de vez en cuando, acontecimientos terrenos complementaban su fe en su infinita misericordia: leía acerca de un milagroso medicamento, oía hablar de una nueva terapéutica o, como acababa de ocurrir, decidía creer que todo se debía a un «nervio atenazado».

—Los objetos pequeñitos le pertenecen a uno del todo —dijo cerrando el abanico—. No hay que dejarlos: siempre se pueden llevar; caben en una caja de zapatos.
—¿Llevarlos adonde?
—Pues adondequiera que vayas. Puede que un día tengas que pasar mucho tiempo fuera de tu casa.

Algunos años atrás, la señora Clutter tuvo que ir a Wichita para un tratamiento de dos semanas y pasó allí dos meses. Por consejo de un médico que creyó que aquella experiencia la ayudaría a recuperar «la sensación de bastarse a sí misma y de ser útil», tomó un piso y buscó trabajo. La admitieron en la YWCA1 en la sección de ficheros. Su esposo, completamente de acuerdo, la animó en la aventura; pero a ella le gustó mucho, tanto que le pareció poco cristiano y el sentimiento de culpabilidad que despertó en ella fue mayor que el valor terapéutico del experimento.

—O quizá no regreses jamás a tu casa. Y... siempre es importante tener algo propio consigo. Estas cosas nos pertenecen, sin discusión.

Llamaron al timbre. Era la madre de Jolene. La señora Clutter le dijo:

—Adiós, hija —y apretó el abanico de papel en la mano de Jolene—. Sólo vale unos centavos... pero es bonito.

Después, la señora Clutter quedó sola en la casa. Kenyon y Herb estaban en Garden City. Gerald van Vleet había terminado su trabajo. La bendita señora Helm, la asistenta doméstica a la que podía confiarle todo, no iba los sábados. Podía volverse a la cama, a aquella cama que tan raramente abandonaba, hasta el punto que la pobre señora Helm tenía que librar una batalla para cambiar las sábanas dos veces por semana.
En el piso superior había cuatro dormitorios; el suyo estaba al extremo de un espacioso vestíbulo en el que no había más que una cuna, comprada para las visitas de su nieto. Si se traían literas y el vestíbulo se empleaba como dormitorio, la señora Clutter calculaba que la casa podía albergar a veinte invitados durante la festividad de la Acción de Gracias; los demás tendrían que acomodarse en el motel o en casa de algún vecino.
Era tradición, cada año repetida, que el Día de Acción de Gracias los Clutter se reunieran en pleno en casa de uno de sus miembros, y como aquel año le tocaba a Herb hacer de anfitrión, no había más remedio que tenerlo todo dispuesto. Pero como esto coincidía con los preparativos de la boda de Beverly, la señora Clutter no estaba segura de lograr sobrevivir a ambos proyectos. Los dos exigían tomar muchas decisiones, algo que ella detestaba y que la vida le había enseñado a temer, porque cuando su marido salía de viaje, todos pretendían que ella tomara decisiones de emergencia sobre cosas de la finca que no podían esperar y eso le resultaba intolerable, una auténtica tortura. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si hacía algo que luego le parecía mal a Herb? Lo mejor era encerrarse con llave en su cuarto y pretender no oír nada o sencillamente decir:

—No puedo. No sé. Por favor.

La habitación que tan raramente abandonaba era austera; si la cama estaba hecha, un extraño hubiera imaginado que no la ocupaba nadie. Una cama de roble, un escritorio de nogal, una mesita de noche. Nada más, salvo lámparas, la cortina de una ventana y una imagen de Jesús caminando sobre las aguas. Era como si, manteniendo aquella habitación impersonal, no teniendo en ella sus objetos íntimos sino dejándolos en la del esposo, atenuase la culpa de no compartir sus dominios. El único cajón que usaba del escritorio contenía un frasco de Vick's Vaporub, un paquete de Kleenex, una esterilla eléctrica, unos cuantos camisones blancos y calcetines de algodón. Para meterse en cama se ponía siempre calcetines porque invariablemente tenía frío. Y por la misma razón, mantenía la ventana siempre cerrada. Dos veranos atrás, un sofocante domingo de agosto por la mañana, estando recluida en su cuarto, había ocurrido un incidente desagradable.
Tenían invitados, un grupo de amigos que se había reunido en la casa para ir luego a coger moras. Entre ellos estaba Wilma Kidwell, la madre de Susan. Como la mayoría de personas que frecuentaban la casa de los Clutter, la señora Kidwell aceptaba sin comentarios la ausencia del ama de casa y daba por supuesto que estaba «indispuesta» o «allá en Wichita». Aquel día, cuando llegó el momento de ir por moras, la señora Kidwell se excusó, mujer de ciudad se cansaba enseguida de andar por el campo. Al cabo de un rato de estar en la casa, oyó un llanto desconsolado y desconsolador.

—¿Bonnie? —llamó, y corrió escaleras arriba cruzando el vestíbulo, hasta llegar a la puerta de la habitación de Bonnie.

Abrió la puerta y la sofocante atmósfera de la habitación fue como una terrible mano que de pronto le tapara la boca. Corrió a abrir la ventana.

—¡No! —gritó Bonnie—. No tengo calor. Tengo frío. Estoy helada. ¡Señor! ¡Señor! ¡Señor! —y agitando los brazos continuó—: Te lo ruego, Señor. No dejes que nadie me vea en este estado.

La señora Kidwell se sentó en la cama. Quería tomar a Bonnie en sus brazos y al final Bonnie dejó que lo hiciera.

—Wilma —le dijo—. Os he estado escuchando, Wilma. A todos vosotros. ¡Cómo os reíais! ¡Cómo os divertíais! Yo me lo pierdo todo. Los años mejores, los niños... todo. Un poco más, y Kenyon habrá crecido, será un hombre. ¿Y cómo me recordará? Como una especie de fantasma, Wilma.

Hoy, en el último día de su vida, la señora Clutter guardó en el armario la bata de cretona que llevaba puesta, se puso uno de sus largos camisones y un par de calcetines blancos limpios. Antes de acostarse, se cambió las gafas normales por las de lectura. A pesar de que estaba suscrita a varias revistas (al Ladies'Home Journal, al McCall's, al Reader's Digest y al Together; Midmonth Magazine for Methodist Families) no tenía ninguna en su mesita de noche. Sólo una Biblia entre cuyas páginas, un marcador de seda rígida y desvaída tenía bordada la inscripción: «Atiende, ora y vigila, porque no sabes cuándo te llegará la hora».”...

Extracto de A sangre fría de Truman Capote.






Coronas sin agua


El tiempo vuela: pájaro alado. Ayer era niña, Hoy es madre.

El tiempo vuela: viento místico. Ayer fue hermosa, hOy es deforme.

El tiempo vuela: pan mojado. Ayer estaba alegre, hoy es tRisteza.

La vida es cruel: espada que guillotina cuerpos. CueRda que ahoga escotes.

La muerte blande su arma; guadaña en el horizOnte, oscuridad que cubre el rostro.

Lluvia de suelos, pavimento de lodo blanco, cuerpos enteRrados: loco.

Gusanos que hablan
huesos que se rompen.
La carne marcha al agujero.

Cruz de mármol
estacas clavadAs
tierra húMeda
cORonas sin agua.
Miedo atenazado.


©Anna Genovés
30/07/2016


Lacrimosa - Ich Verlasse Heut Dein´ Herz (Subtitulos Alemán/Español)


Coronas sin agua

by on 21:21:00
…“Él era sociable, un «jefe nato». Ella no y renunció a intentar serlo. Y así, por caminos bordeados de tiernas miradas y con una f...