Lectura poemas de Carlos Marzal













Lectura de poemas 
Carlos Marzal



El Café Malvarrosa, ubicado en la Calle Historiador Diago de Valencia, es un espacio cultural concebido, entre otras cosas, para ver-escuchar y hablar de cultura.


El jueves pasado, Carlos Marzal, poeta galardonado, entre otros con el XVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe (2004), leyó diversos poemas de su última publicación, que tuve el honor de escuchar.


Me sentí cercana al maestro, y su poema Sangre Joven .entre otras poesías- me conmovieron y me hicieron reflexionar… La vida es tan corta como un suspiro y la juventud tan hermosa como una flor.


Tras la lectura hable, brevemente, con él escritor y me pareció una persona humilde y cordial… ¡Bravo por el maestro!.


©Anna Genovés

Otoño 2010


Decrepitud

 

Asilados en una infancia obscena,

en el exilio de su misma sombra,

desde un limbo de hielo,

derritiéndose,

los viejos testimonian, sin enigma,

sobre el enigma viejo de estar vivo.

 

Gota a gota en presente, son futuro,

evanescencia al fin fuera de tiempo,

que en la fronda del tiempo anda perdida.

Espectros de la carne en su derrota,

se acogen al sagrado de la carne,

que en deserción de sí no los ampara.

pabilos sin fulgor de inteligencia,

arden a fuego extinto en su hendidura,

ascuas de quienes fueron, balbucientes.

 

Isla del fin del mundo, conmovidos,

vemos flotar en pasmo la vejez,

a la lunar deriva del asombro.

Nos resulta del todo inconcebible

nuestra decrepitud, nuestra mudanza

hasta desconocernos en nosotros

y en nosotros errar entre lo ajeno.

 

Cómo subsiste ciega la energía

en su impúdico afán de propagarse.

 

Madre senilidad, nunca te amamos.

Madre senilidad, no te amaremos.

 

Qué frágil, en su ser, la fortaleza.

Qué sólido el vivir, de sumo frágil.

 

De "Metales Pesados" 2001

Carlos Marzal

 

 


El animal dormido

 

                                                          A Luis García Montero

 

Has llegado en la noche,

como otras tantas noches,

hasta la casa apuntalada en sombras.

La puerta ha clausurado el alba amenazante,

y, tú mismo una sombra, te desvistes

por el pasillo a tientas,

con las voces aún y el sabor de esa noche

hurgando en la memoria.

 

La habitación todavía es más ciega,

y la invade, corpórea,

la familiar tibieza de una niebla invisible.

Has tumbado tu noche, tu cansancio y tu cuerpo,

junto al cansado cuerpo de su noche.

Quién sabe qué fantasmas la estarán visitando,

con quién departirá

en la hora puntual de los demonios,

por qué tierras salvajes de los sueños

andará extraviada y sin echarte en falta.

Toda la suma de casualidades,

de planes no cumplidos,

de rutas postergadas, de incertezas,

y que llevan por fin hasta esta noche,

resulta un laberinto incomprensible.

 

Mientras rumias un violento deseo,

ella duerme a tu lado,

flota sobre las aguas del lago de la noche,

ajena a tus preguntas sin respuesta,

y su respiración, en esas aguas,

es el fiel testimonio de que hay vida,

de que aún no te has ahogado.

 

Qué está ella haciendo aquí,

qué estoy haciendo.

El lago no responde desde sus aguas frías.

No creo que mañana obtenga la respuesta.

Mientras tanto,

ya me he acercado al animal dormido,

su orilla me ha abrazado,

y sin más tiempo para pedir ayuda

nos hemos ido al fondo de la noche.

 

De "Los países nocturnos" 1996

Carlos Marzal

 

 

Sangre joven

 

Quiero tu sangre joven, que es querer

todo lo que la vida aún no ha podido hacerte.

De lo que me alimento

es de esa inútil sangre esperanzada,

de cuanto sé que ignoras hasta hoy,

y que más nos valdría que no supieses nunca.

De esa manera, por obra de tu sangre,

creo en lo que no creo, y olvido lo que sé

que te ha de suceder. Quiero esa risa

que aún no ha tenido tiempo de hacerse prudente,

de pensarse dos veces si reír

es celebrar el mundo o lamentar su estado.

Envidio el que no hayas vendido

ninguna alma al diablo, y que bailes con él

a la luz de la luna, a veces, sin conciencia.

Juego contigo, porque no sabes las reglas,

ni siquiera las de tu propio juego,

y mientras las aprendes

soy el que ya no soy desde ya no sé cuándo.

Quiero la impunidad con que te entregas

a la tarea de vivir la vida,

sin paz, sin horizonte, sin infierno,

que son el argumento de las vidas ajenas.

Viéndote hacerlo, se diría

que desconozco todo lo que conozco.

 

Así es tu sangre.

                                  Ya sabes lo que busco.

Qué tristeza que el tiempo, o yo, o tú misma

tengamos que matar, en ti, toda tu sangre.

Carlos Marzal



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