¡AY DE MÍ!
¡Ay de mí!
Que ya no oigo…
porque te llevaste contigo
mis palabras y mis odios.
¡Ay de mí!
Que he olvidado el sabor
de tus besos y tus abrazos,
tu desdicha y tu amor.
¡Ay de mí!
Que ya no veo…
por haber desaparecido
de mis noches y mis cielos.
¡Ay de mí!
Que no tengo olfato,
porque sólo recuerdo el perfume
sobre tu rostro aterciopelado.
¡Ay de mí!
Que he perdido el tacto,
por no acariciar piel alguna…
por no deslizar por tu cuerpo
mis deseosos dedos
y mis ansiosas manos.
Y es que si no estás a mi lado
vivo como un muerto
como un muerto mancillado.
Yermo de ternura y de amores
ausente de memoria cercana
y perdido en la que tú me amabas.
Carne de mi carne
aliento de mi boca,
vida de mi corazón
que me dejaste sola,
sin tu pasión y tu zozobra.
Con tu vida marchitándose ,
por otro cuerpo distinto al mío…
y también por otros ojos.
Te fuiste camino abajo
por la ladera de la montaña,
aquella montaña que tantas veces
fue el templo que tanto amabas.
ahora, me debato entre este mundo
y tu olvido incierto.
Ya no vuelvas, ya no te quiero,
ahora mi cuerpo consumido
sólo necesita silencio.
Anna Genovés