Doctorcita

/ 17:17:00

 







Doctorcita

 

 

Doctorcita esté atenta

no vaya a creer que mi apéndice

es la cabeza



 

Situación: sala de espera de la Clínica del barrio. Carmen entra a consulta y ve a la simpática María —la DUE de toda la vida— junto a una chavalita de veintipocos años.




—Hola Carmen. ¿Qué tal estás? —pregunta la enfermera.


—Bien, bien… Vengo a que me pongas la vacuna de la gripe —contesta Carmen.


—Haces bien. Prevenir siempre que se pueda —dice la DUE.


—Por supuesto —asevera la paciente.


—Mira, esta es mi sobrina. La tengo de prácticas.



 

María presenta a la muchacha de melena larguísima y ojos azulinos enormes.

 



—Hola —dice la jovencita con una sonrisa repleta de inocencia.


—Hola guapa… Así que tú serás la nueva banderillera dentro de unos años —dice Carmen por hacerse la simpática.


—No, no —contesta María—. Está estudiando segundo de medicina. Lo que pasa es que quiero que se vaya familiarizando… —asevera con orgullo María.


—¡Ah! ¡Qué guay! Yo también quería ser médico. Pero al final, estudié arqueología —recuerda Carmen con guasa.


—¿No me digas? —comenta María.


—Sí. ¿No sabías que soy arqueóloga?


—Pues no…


—Arque… ¿Qué? —sugiere la doctorcita asombrada.


—Arqueóloga —refunfuña Carmen de mala gaita.


—¿Y eso qué es? —pregunta la futura doctorcita.


—Es una especie de Indiana Jones —dice Carmen para disimular su perplejidad.


—¿Eh…? —la joven no conoce al mítico personaje.


—¡Ah claro! Es que eres muy jovencita —disimula Carmen—. Pero a Lara Croft sí la conoces, ¿verdad?


—¡Ah! Sí. Ahora sé a qué te refieres… ¡Qué chulo! —asevera la sonriente universitaria.


—Sí, muy chulo…  No obstante, más me hubiera valido estudiar medicina —ratifica Carmen torciendo el morro.


—Pues de arqueóloga hay trabajillo, ¿no?... —sugiere la DUE.


—Sí. En Atapuerca o de profesora de alguna de las asignaturas que están en vías de extinción… —contesta Carmen.


—Ata… ¿qué? —interfiere la doctorcita.


—Nada, cariño… —objeta la encandilada tía como diciéndole: «Es cosa de mayores».


—Claro —asiente Carmen sin salir de su asombro.


—Pues yo estudio Medicina porque me gusta Anatomía de Grey. ¡A ver si me sale un novio tan guapo como el Dr. Shepard! —dice la preciosa mujercita.


—¿Ahhh??? —contesta Carmen poniendo cara de incrédula.


—¡Ayyy! ¿Qué no sabes de quién te hablo? Jua, jua, jua… —ríe la joven dando por sentado que la paciente es una carca.

 



Carmen sigue la cháchara haciéndose la tonta. Fuera de la consulta piensa que le ha faltado preguntarle:

 



—Doctorcita. ¿Sabe usted dónde está el apéndice o todavía no se lo ha enseñado ese doctor tan guapo?

 



De regreso a casa, anda cabizbaja rememorando su juventud. Por aquel entonces, sabía latín, griego, ecuaciones de segundo grado, las constelaciones del firmamento, hacía el pino puente lo mismo que bordaba una almohada con punto de cruz o dibujaba diferentes curvas elípticas para pintar a carboncillo una bóveda. Carmen conocía a los héroes cinematográficos del momento y a los del pleistoceno como John Wayne… Sabía el nombre y la ubicación de todos los huesos del cuerpo humano, los músculos… Sabía muchas cosas, como la mayoría de jóvenes que preparaban la selectividad. ¿Cómo una señorita que está en segundo de medicina no sabe lo que es la arqueología? Es obvio que algo no funciona bien. Esta es la pura realidad de la sociedad actual. ¡Qué pena damos! —termina por decir en un soliloquio sombrío.




©Anna Genovés

Revisado el cinco de abril de 2025

Imagen tomada de la red

 #microrrelato #actualidad #relato #realismo #annagenoves #humornegro

 

*Microrrelato incluido en el libro de relatos La caja pública, Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon.

ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 







Doctorcita

 

 

Doctorcita esté atenta

no vaya a creer que mi apéndice

es la cabeza



 

Situación: sala de espera de la Clínica del barrio. Carmen entra a consulta y ve a la simpática María —la DUE de toda la vida— junto a una chavalita de veintipocos años.




—Hola Carmen. ¿Qué tal estás? —pregunta la enfermera.


—Bien, bien… Vengo a que me pongas la vacuna de la gripe —contesta Carmen.


—Haces bien. Prevenir siempre que se pueda —dice la DUE.


—Por supuesto —asevera la paciente.


—Mira, esta es mi sobrina. La tengo de prácticas.



 

María presenta a la muchacha de melena larguísima y ojos azulinos enormes.

 



—Hola —dice la jovencita con una sonrisa repleta de inocencia.


—Hola guapa… Así que tú serás la nueva banderillera dentro de unos años —dice Carmen por hacerse la simpática.


—No, no —contesta María—. Está estudiando segundo de medicina. Lo que pasa es que quiero que se vaya familiarizando… —asevera con orgullo María.


—¡Ah! ¡Qué guay! Yo también quería ser médico. Pero al final, estudié arqueología —recuerda Carmen con guasa.


—¿No me digas? —comenta María.


—Sí. ¿No sabías que soy arqueóloga?


—Pues no…


—Arque… ¿Qué? —sugiere la doctorcita asombrada.


—Arqueóloga —refunfuña Carmen de mala gaita.


—¿Y eso qué es? —pregunta la futura doctorcita.


—Es una especie de Indiana Jones —dice Carmen para disimular su perplejidad.


—¿Eh…? —la joven no conoce al mítico personaje.


—¡Ah claro! Es que eres muy jovencita —disimula Carmen—. Pero a Lara Croft sí la conoces, ¿verdad?


—¡Ah! Sí. Ahora sé a qué te refieres… ¡Qué chulo! —asevera la sonriente universitaria.


—Sí, muy chulo…  No obstante, más me hubiera valido estudiar medicina —ratifica Carmen torciendo el morro.


—Pues de arqueóloga hay trabajillo, ¿no?... —sugiere la DUE.


—Sí. En Atapuerca o de profesora de alguna de las asignaturas que están en vías de extinción… —contesta Carmen.


—Ata… ¿qué? —interfiere la doctorcita.


—Nada, cariño… —objeta la encandilada tía como diciéndole: «Es cosa de mayores».


—Claro —asiente Carmen sin salir de su asombro.


—Pues yo estudio Medicina porque me gusta Anatomía de Grey. ¡A ver si me sale un novio tan guapo como el Dr. Shepard! —dice la preciosa mujercita.


—¿Ahhh??? —contesta Carmen poniendo cara de incrédula.


—¡Ayyy! ¿Qué no sabes de quién te hablo? Jua, jua, jua… —ríe la joven dando por sentado que la paciente es una carca.

 



Carmen sigue la cháchara haciéndose la tonta. Fuera de la consulta piensa que le ha faltado preguntarle:

 



—Doctorcita. ¿Sabe usted dónde está el apéndice o todavía no se lo ha enseñado ese doctor tan guapo?

 



De regreso a casa, anda cabizbaja rememorando su juventud. Por aquel entonces, sabía latín, griego, ecuaciones de segundo grado, las constelaciones del firmamento, hacía el pino puente lo mismo que bordaba una almohada con punto de cruz o dibujaba diferentes curvas elípticas para pintar a carboncillo una bóveda. Carmen conocía a los héroes cinematográficos del momento y a los del pleistoceno como John Wayne… Sabía el nombre y la ubicación de todos los huesos del cuerpo humano, los músculos… Sabía muchas cosas, como la mayoría de jóvenes que preparaban la selectividad. ¿Cómo una señorita que está en segundo de medicina no sabe lo que es la arqueología? Es obvio que algo no funciona bien. Esta es la pura realidad de la sociedad actual. ¡Qué pena damos! —termina por decir en un soliloquio sombrío.




©Anna Genovés

Revisado el cinco de abril de 2025

Imagen tomada de la red

 #microrrelato #actualidad #relato #realismo #annagenoves #humornegro

 

*Microrrelato incluido en el libro de relatos La caja pública, Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon.

ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

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Huesitos a tutiplén

 



Huesitos a tutiplén

Los millonarios y sus excentricidades

los sirvientes y su conformismo

cada uno en su mundo

cada uno es lo que es

 



Marcel es una millonaria francesa excéntrica y caprichosa, descendiente directa de una familia aristocrática de la ciudad de Mulhouse. Esteticohólica; la última vez que visitó a su cirujano plástico le dijo que quería ser Nefertiti. Y, ahí está, convertida en el plagio actual de la mítica reina.



Desde hace unas horas, se prepara para el party más cool del Carnaval de la ciudad en su Villa Berninger-Knopf de estilo Art Nouveau sita en el barrio residencial de Rebberg. Nadie la ha visto con su nuevo rostro. La crème de la crème francesa adicta al Bótox y a los estiramientos anotados en sus iPhone 16 Pro Max como fueran la lista de la compra, están al quite. No faltará nadie. El palacete está decorado en color púrpura y oro con banderas, guirnaldas y otros adornos festivos. Los colores son excitantes y la iluminación especial crea un ambiente mágico, satírico y alegre. Todo excesivamente exuberante y de una riqueza visual desmedida.



El carnaval de Mulhouse rememora las Saturnales y las Lupercales romanas. Los participantes usan máscaras y disfraces. Recorren las calles en carrozas al son de una música alegre que anima al exceso de comida y bebida. Al exceso de placeres carnales. Cuando llega la aurora se recogerán en la villa y premiarán al mejor disfraz con un Porsche 911 Turbo S de un bermellón vibrante, financiado por la anfitriona. Ella, se prepara en los aposentos privados para el evento. Su traje nada tiene que ver con la conmemoración de la noche. Pero, tiene el poder suficiente como para hacer lo que le plazca y será la viva estampa de Nefertiti. Y su nuevo amante, el faraón. Ambos con las mejores galas; como si se tratara de una ceremonia nupcial.



 

—Bernadette, ayuda a vestirse al señor —dice la millonaria a su ayudante de cámara.

 



La doncella la mira de reojo.

 



—¡Ya está bien, querida! Me aseguraron que eras la mejor; por eso te contraté. Además, estás muy bien pagada. No obstante, te daré un plus. Ahora, ¡viste a mi Faraón de una puñetera vez! ―vocea, cabreada.


—Sí madame ―contesta la ortopédica dama con una genuflexión de tronco.


—No soy Madame. Ya te he dicho que a partir de ahora soy alteza —increpa la excéntrica dama.


―Sí, mi reina.


—Mucho mejor. Ya sabes que mi amor, es muy callado y no entiende demasiado nuestro idioma. ¡Es el hombre perfecto! —sigue parloteando la señora. Inmediato, se acerca a su partenaire y le da un beso.


—¡Mmm! —insinúa el hombre con ojos de tortolito.


—¡Date aire, Bernadette!


—Perdone Alteza. ¿Cómo desea que lo vista? —pregunta con los brazos en jarras y una sonrisa Profidén.


—Con sus mejores galas.


—Como guste su alteza.




 

La doncella —siguiendo un ritual metódico— saca una a una las piezas del majestuoso aderezo.



Los invitados esperan a las puertas de la villa con las carrozas preparadas para el desfile. Media hora después, el mayordomo jefe, anuncia la salida de los anfitriones. La cofradía se queda anonadada: Marcel está bellísima.

 



—Eres el vivo retrato de Nefertiti, querida —le dice la Condesa de Chitón. Su mejor amiga.


—Amigos antes de desfilar, voy a presentaros a mi nuevo amante. Este es el definitivo… Je, je, je... Se llama Akenatón —dice, presumiendo como una pava real.

 



Suenan las trompetas y cuando aparece el consorte, los reunidos aplauden. Se escucha un: «¡Ahhh!!!». Explosivo. El carnaval es un completo éxito y Akenatón recibe el Porsche al final de la velada: su disfraz es sublime. Ya en la cama, Marcel le comenta…

 



—Los has visto, ¡qué vulgares son! ¡Siempre con los mismos modelitos!


—Mmm… —contesta él.


—Sí. Son trajes disparatados y divertidos. Pero a mí me aburren porque los repiten año tras año. La Condesa de Milloneti siempre va de "Tarta Explosiva de Merengue", con una falda de tul rosa y un sombrero gigante de nata montada. ¡Qué usurera! La verdad es que todos son un poco tacaños. ¿Cómo van a ganar el Porsche?


—Mmm…


—Ya sé que estás feliz porque lo has ganado tú. Mañana lo probaremos.


—Mmm…


—Que te has divertido porque es la primera vez que los ves, aunque no los entiendes demasiado.


—Mmm…


—Ahora te recito el repertorio de memoria: el conde de Oro iba vestido de "Chorizo Volador", con alas de salchichón y un casco de morcilla. La duquesa de Rubí, como siempre, lucía su traje de "Sardina Bailarina", plateado y con aletas brillantes. El príncipe de Manteca, repetía su disfraz de "Monstruo de Espaguetis", con fideos colgando por todas partes y una olla de tomate en la cabeza —hace una mueca de asco—. Su mujer iba de "Cacahuete saltarín" con un vestido de globo con música incorporada que crujía. El millonario de París iba de "Payaso de Pennywise" abriendo su boca enorme; daba miedo. El pobre es muy mayor y se ha confundido: iba de Halloween.  Ja, ja, ja… A ver ―cuenta en alto― 1, 2, 3, 4, 5, 6… Me falta uno.


—Mmm…


—Claro, ¡qué listo eres! Lulu de Bretaña se disfrazó de "Helado de coco con frambuesas". Esta sí ha cambiado de disfraz por eso se me había olvidado; la había confundido con alguien de otro grupo. Pero a ti te ha llamado la atención es cucurucho alto con sombrero de fruta grana.


—Mmm…


—¡Ah! Lo siento. No te he entendido. A partir de mañana, te voy a poner un profesor particular de francés porque, a veces, me cuesta comprenderte. Amor.


—Mmm…


—¡Ah! Ya te comprendo. Y, mira, voy a hacerte caso: es el último año que monto un carnaval privé. Son muy aburridos.


—Mmm… 


—¿Has visto el síncope que le ha dado a la Baronesa de Tiquismiquis?


—Mmm…


―Eso es. Total, porque al abrir la boca se te ha caído un gusanito de esos morritos tan lindos que tienes —lo besa subida de tono.


—Mmm…


—Te estás poniendo cariñosito... Lo noto. Siempre preparado para el ataque. El sexo es tu fuerte, cielito.

—Mmm…


—A no. De posturitas raras, nada de nada. La última vez que lo intentamos me tocó enviar a Bernadette a la fábrica de Loctite. Recuerda que compró todo el stock de pegamento. Estuvimos varias horas quitándote las vendas y un día entero pegando tus huesitos —le hace un mimo.


—Mmm…


—¡Qué no! El misionero o me enfado.




Bernadette los ve desde la puerta. La señora tumbada bocarriba y la momia que sustrajeron del museo de El Cairo, encima. Nunca mejor dicho: moviendo el esqueleto.



 

©Anna Genovés

Revisado el siete de marzo de 2025

 

Huesitos a tutiplén

by on 18:18:00
Huesitos a tutiplén   Huesitos a tutiplén Los millonarios y sus excentricidades los sirvientes y su conformismo cada uno en su mun...









Nuestras queridas mascotas




Que el perro se parece a su dueño, es un refrán muy conocido. Cuando lo escuché por primera vez, paseaba por la playa y vi a un caballero con un buldog. Los miré y me entró la risa floja: eran iguales.


Bromas aparte, el mero hecho de abrir las puertas de casa a una mascota, puede cambiar radicalmente nuestras vidas. Además, conlleva muchas responsabilidades. Ellas piden poco y saben recompensarnos. Tienen la capacidad de animarnos cuando lo necesitamos. Suelen comprendernos mejor que nadie y se convierten en un miembro más de la familia al que mimar, cuidar, pasear, amar y comprar todo lo que necesite.


Tener un animal de compañía nos hace menos egoístas y nos enseña a dar lo mejor de nosotros. A ellos no les importa nuestra economía ni nuestros defectos; sólo nos piden cariño. Algo que puede ser muy positivo. Pero, ¡ojo al elegirlos! Cuanto más exóticos sean más cuidados requieren. Los expertos se decantan por los canes o los gatos. Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre, ¡por algo será!


En el presente, es fácil encontrar espacios dedicados exclusivamente para ellos: guarderías, servicios de acicalamiento, clínicas y hospitales, ferias, exposiciones, concursos, asociaciones para su defensa y protección, y lugares públicos de esparcimiento. Aunque no todos los dueños están concienciados para su uso.


No obstante, en algunas ocasiones, el mero hecho de adquirir una mascota es puro capricho, y pasado un tiempo, se descuidan: sobre todo, en verano. Las asociaciones de protección de animales, alertan de los múltiples abandonos. Recordemos que el desamparo de cualquier animal en la vía pública puede provocar accidentes graves. Por no hablar del maltrato que sufren algunos… La tortura, es algo aterrador que ningún ser vivo debería padecer. ¡Qué fácil es aprovecharse de los más débiles!


Los entendidos indican que la mejor mascota, es el perro labrador; una raza canina originaria de Terranova que se ha extendido por todo el planeta hasta convertirse en el linaje más popular y prolífero. El perro labrador es afable, inteligente, enérgico, gentil, bondadoso, trabajador y precioso. Suelen formar parte de las brigadas caninas de la policía en operativos antidroga, antiexplosivos, búsqueda y rescate de víctimas… Comportándose como verdaderos héroes. 


Adiestrados, los perros labradores son una de las especies más dóciles, obedientes y talentosas que existen. Ideal para convivir con los niños. Sin embargo, necesita mucho cariño. Para educarlo se requiere paciencia y autocontrol. Al mismo tiempo, hay que tener cuidado con la comida porque es un perro muy comedor que necesita paseos diarios prolongados.




Tu decides


Si te has decido por un cachorro de perro, al principio echará de menos a su madre; para contrarrestar la falta de afecto materno, puedes ponerle una bolsa de agua caliente envuelta en una toalla o cojines para que se sienta mejor.


Si has elegido un gatito, recuerda que son tan mimosos y juguetones como independientes. Para que no se afile las uñas en los muebles, deberás ponerle una cesta de mimbre.


Si tienes un pajarito, tienes que saber que son súper inteligentes y que necesitan mucha atención.


Si eres tan especial como para tener una ranita preciosa de mascota, debes saber que duermen mucho y suelen alimentarse por las noches.




Mi opinión personal


Cualquier animalito es ideal para tenerlo cerca siempre que lo cuidemos y le demos amor. La mejor mascota será la que nos haga más felices. 



Mahatma Gandhi  decía... Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma de tratar a sus animales.


©Anna Genovés
Escrito el 15/08/2015
Revisado el sábado uno de marzo de 2025





                         Anna y  Cooper -el cachorro de una amiga, juguetón y muy cariñoso: un amor.
                                                                Uno de marzo de 2025



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