Sueños de perdedor
Sueños de perdedor
Engaños acorralados
en un mundo paralelo, cómplice sin saber el porqué. Escuchado palabras mudas
que nadie oye y que interceptan tus oídos como gotas de café. Negro es el
mundo, la vida, el día que naciste y que después se fue. Oscuridad que se
aproxima por los arcenes, las carreteras secundarias, los caminos forestales,
los ríos sin agua y el mundo que no ves. La vida es una mentira y tú un engaño
traducido al inglés, aunque hables chino y leas los posos de té. El cielo está
enladrillado con harapos; sus vulgares tesituras se disipan por el cosmos antes
de las tres. El sueño llega tardío: blasfemo, lleno de sucesos inciertos que no
llegas a comprender. Mientras ―en
la basura―, tu vecina busca algo
para comer. El copistero reproduce tus días como un autómata. El quiosquero
vende tu imagen una mañana triste en la que tu rostro está descompuesto. La
farmacéutica mercadea las drogas que consumes. La pista de pádel espera tu
raqueta entre el verde del suelo y la red, por donde se escapan tus
sentimientos de hiel. Las timbas se ocultan en la piscina; en vez de jugar al
póquer te conviertes en un pez. Tu piel escamada inhala bocanadas de aire. El
bar de la esquina ahoga su whisky en la copa que no bebes, el cigarrillo que no
fumas, los cacahuetes que no devoras, las mesas que no usas... Llega la vejez.
Bucólico, deprimido, ausente y fatídico. Quiebras los huesos de cristal en los
pañales que devastan tu entrepierna; deteriorando cada segundo de tu vida
mísera, insana y necia. Anciano que discurre por el agujero negro y salta al
universo paralelo donde no existe tu alter ego porque tu alter ego eres tú una
y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez…
Anna Genovés
30/11/2013
Derechos
reservados a su autora
©Anna
Genovés