De madrugada todo es diferente
De
madrugada todo es diferente
Hojas de árboles en sacos vacíos.
Mentiras envueltas en papel de regalo
con lazo fino. Encajes sutiles que aminoran la marcha. Brazos que se expanden
en una mañana incauta. La lluvia moja los párpados. La nieve cubre tu rostro.
El fuego se apaga. Muñecas partidas. Entrañas sacrílegas. Noches sin amor.
Palabras vanas. El montículo de arena arrasa el cuerpo. El aluvión de barro lo
cubre. La fosa es un congelador sin hielo. El helado de fresa sucumbe en los
labios. La máquina de coser apaga sus pasos. Una grieta ablanda la pared. Un
inodoro sin tapa cubre la cama y se deja caer. La gabardina es negra. El
sujetador blanco. La sangre espesa. La muerte un naranjo. La mañana tibia. La
tarde hueca. Las palabras inconexas. La vida que se marcha galopando o la que
nace tras un parto. Una sociedad decadente. Un alicaído murciélago. Fluye por
tus venas de amianto. Mujer de miles de rostros y cabello albo. Mujer que te
dejas querer por tener el corazón maniático. Mujer, hombre, animal, pez o
marciano. Huecos de podredumbre en un cielo diáfano. Huracanes de hormigón en
el bosque santo. Tumbas vacías y muertos derramados. Humo en las chimeneas que
no existen. Pasillos baldos. Puertas que se cierran. Ventanas que chirrían con
Cristasol entubado. Las casas se derriten y los sacos se almidonan. Los ojos
trasparentan y las bocas enmudecen. Almas que no laten. Cerebros que no
piensan. Abanicos que dan calor y refrigeración que arde. Desconoce el camino.
Todo lo desconoce. Desconoce qué escribe. Todo lo desconoce. Desconoce qué
persigue. Todo lo desconoce. Desconoce qué ama. No. Ama a quien no puede tener.
Por eso huye de la verdad. Por eso no sabe qué hacer. Por eso se queda en una
oquedad. Por eso rompe a llorar. Por eso, es lo que es. Y se va. Y se queda. Y
se empeña en tener un yate que la aleje de esta tierra. Pero sólo es eso: una
quimera. La muerte llega.
©Anna Genovés
22/06/2014