Sin futuro
Sin futuro
Esta imagen
la capturé hace varios años en mi barrio: era verano. Hacía un calor
insoportable, a lo lejos creí ver un espejismo nefasto, como el hilo de una
judía que se enrolla en la campanilla y te hace toser. Te atragantas. Eso me
ocurrió a mí. Sin embargo, a medida que me acercaba, descubrí que no estaba
soñando. Las piernas de un chaval surgían del contenedor de ropa y zapatos de
Cáritas.
Recordé a mi
madre cuando decía: “quién no teme por
su vida, le da igual matar o morir”. ¡Qué verdad tan abrumadora! Terrible. Podía
estar viendo un accidente mortal y seguía petrificada, sin mover ni un dedo. Sería
un sin techo más que se quiebra en la boca de algún contenedor similar al sacar
un poquito de por favor: comida, ropa… Da igual. Aquello era premonitorio de lo que se avecinaba.
Hogaño, no
son emigrantes o indigentes los que van andan sin rumbo fijo como los caminantes zombis del afamado serial de
la AMC TV, por las calles patéticas del decrépito occidente. Quizás por eso nos
gusta tanto, por ser una metáfora de la propia existencia. Ahora, son los desahuciados, los mayores de 45 años sin trabajo, los
discapacitados sin recursos, los niños hambrientos… Familias completas haciendo
cola en los comedores sociales, en las ONG de turno, en los albergues públicos…
El mundo del
bienestar sucumbe ante la penuria de dignatarios con ganas de trabajar y
honestos; da igual los unos que los otros, ¡que los cambien a todos! La sociedad del bienestar no tiene futuro.
Nos hemos empobrecido tanto, que hasta
los niños pasan hambre y en los colegios tienen que darles los alimentos
básicos. Ya han aparecido los primeros síntomas de desnutrición en algunos
impúberes; eso aquí, ¡a saber lo que habrá por otros lindes!
Son muchos
los países, las ciudades, que se han
sumado a la moda de no cobijar a los
necesitados, a los que llegan en pateras, a los que malviven en la calle, a los
emigrantes. Esta aberración sólo ha hecho que empezar. Como la punta de un
gran iceberg, que se descongela entre la tristeza y el conformismo
generalizado. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe. La UE necesita una ley de emigración/inmigración que se ajuste con la
realidad actual.
Hay que diferenciar
entre tipos de pobreza:
·Pobreza absoluta cuando ciertos estándares mínimos de vida, tales como nutrición, salud y
vivienda, no se alcanzan.
·Pobreza relativa cuando no se tiene el nivel de ingresos necesarios para satisfacer todas
o parte de las necesidades básicas del tiempo y sociedad en el que se vive.
El
umbral de pobreza extrema se fijó (2008), a nivel mundial, en 1,25 dólares diarios per cápita (de igual
poder adquisitivo). Por otro lado, según diferentes estudios, las mujeres son
las más perjudicadas: se estima que 7 de
cada 10 personas que mueren de hambre en el mundo son mujeres y niñas.
¿Son
ciertos estos valores o los imponen teóricos que no caminan entre los
ciudadanos de a pie? Otra gran incógnita.
En nuestro
país, un estudio de Exclusión y
desarrollo social realizado en 2012 por Fundación Foessa, reveló que el 22% de hogares españoles están por debajo del umbral de pobreza y el
25% en situación de riesgo. La tasa
de pobreza en nuestra piel de toro; tan sólo la superan dos países de la UE: Letonia
y Estonia. Además, un tercio de los hogares españoles tienen
dificultades para llegar a fin de mes. Digamos que es, cuanto
menos, alarmante.
La
clase media ―nosotros― estamos en vías
de extinción como los dinosaurios del Cretácico. Dentro de unas décadas,
puede que la desigualdad entre ricos y pobres, sea una enorme e irreversible
brecha.
¿Qué
diría Adriano si levantara la cabeza? Hispania la grande convertida en tierra
de nadie; cobijo de ladrones con las carteras llenas mientras la mayoría se
muere de hambre y pena.
La pobreza…
“Cuando
la necesidad entra por la puerta, la dignidad se escapa por la ventana”.
Miguel
Ángel
(1475–1564)
Arquitecto, pintor y escultor italiano renacentista.
Nota* Este artículo lo publiqué en el magazine EL COTIDIANO hace unos meses. El
cambio en el marco político se ha perfilado en las elecciones europeas.
Sr. Chinarro - Los ángeles