Terminada la faena
Terminada la faena
La
pantalla se apaga. Los dedos no teclean. El cuerpo se relaja en la silla de
plástico que reposaban las caderas. Los músculos entumecidos. La boca cerrada.
Terminada la faena el cuerpo habla. Nada ni nadie te quita la sonrisa del
rostro. Surge un inconveniente y te marchas. La pluma resuelta con sangre. Las
líneas depuestas en la página blanca. No brotan ideas. No brotan palabras. La
guadaña de tu conciencia, está cercana. Cizalla los cuellos, aplasta las
sonrisas hieráticas. Te vuelves hosco porque se marchó la gracia. Nubes de
terciopelo se almidonan en tu cuerpo. El oso de peluche, te habla: “muñeca de
porcelana. Criatura celeste. ¿Ya no bailas?”. Tú, callas. Te anexionas a la
butaca como un reposabrazos nuevo que sostiene tus piernas blancas. Las figuras
de los tapices salen del cuadro fusilando los ojos de quien las mata. Caminan
como Robocop con su arma. Engullen
los pensamientos. No hay palabras. El desequilibrio se cierne en tu mente de
niña asustada. Los muebles se tornan calaveras. Los almohadones barcas y en lo
alto del cielo, la Luna canta. Quieres tocarla. Pero huye de tus dedos. Fluye.
Es una estrella nacarada. El árbol sosiega sus hojas. Las raíces asoman por el
asfalto de la calzada. Los frutos caen de las ramas. Y tú te aferras a tu
juguete en una noche acabada. La música repica tácita. Campanas con sonidos
huecos. El Big Bang en una jarra. El
agua no es fluida; la solidez la acompaña. Las montañas licuan sus laderas y se
convierten en brebaje torrencial que inunda las casas. El otoño se acaba. Las
hojas mueren. Los pájaros no gorgotean. El frío congela los huesos, las venas,
la carne, los sentimientos, los paseos matinales y las almas. Los corazones se
comprimen. No existe lugar para el amor. No existe la vida. No existe nada.
Todo se congela bajo una gruesa capa.
Anna Genovés
07/07/2014
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SOPOR AETERNUS THE ENSEMBLE OF SHADOWS