Tópicos y personajillos veraniegos
He
pensado muchísimo sobre el tema… Y, al final, me he decidido a escribir esta
entrada repleta de tópicos, comediantes y experiencias, mayoritariamente graciosas,
relativas a esa estación del año tan especial llamada verano. Sobre todo,
porque la mayoría de personas tienen unos días de asueto.
Peculiaridades
del estío que recuerdas por lo entrañable del momento o por el mero hecho de olfatear
la fragancia preñada de sol que te acuna en sus faldas. Sea como fuere, en
verano estamos más alegres que de costumbre; quizás nos favorezca un pelín de
bronceado sobre la piel o simplemente que la sonrisa aflore sin motivo aparente.
Y,
¿quién
no recuerda a esos especímenes sui géneris que florecen cuando aumentan las temperaturas
como los champiñones? Pero, ¿qué sería el verano sin ellas y ellos?
pongamos por ejemplo a los…
1.
Los
tanoréxicos: los adictos al bronceado –más proclives en hembras que en
machos—, que no contentos con los bronceados de cabina, están esperando la primavera
para lanzarse a la playa y adquirir ese moreno maleta que tanto les agrada. Les importa un rábano que los dermatólogos
repitan hasta la saciedad que hay que tomar precauciones: ellos a los suyo.
Se
han convertido en piezas imprescindibles de sombrillas y tumbonas.
2.
Los
cerveceros: personajes que se pasan el verano en las hamaca o los
chiringuitos circundantes; bañata ajustado, cadenas al cuello y bebiéndose toda
la cerveza que su hechura aguante: barriguita incluida. La mujeres no se libran:
haberlas ahílas. Este año tenemos un
nuevo ejemplar que entraría dentro de este rol: los llamados fofisanos. Que, en parte, han puesto de
moda los hollywoodienses por aquello, digo yo, de estar hasta los mismísimos
cataplines de pasarse horas en el gimnasio para marcar body después de los 40…
¡Ayyy…! Qué se la va hacer… la vida nos pasa factura a todos y, Héroes de Marvel, solo se puede ser en
la pantalla grande.
3.
Los
metrosexuales y Barbies chulescos: esos que se pasan el día sin respirar paseando por la orilla de la playa o la
piscina, luciendo musculitos y broceado dabuti. Centro de atención de
hombres y mujeres de a pie, como tú y como yo, por aquello de, ¡menudo
cuerpazo! Pero, ¡ajjj…!!! Lo que tendrán que currárselo en el gym para mantener
la tableta de chocolate abdominal o los glúteos redondeados y sin pizca de
celulitis: nada de cerveza, ni helados,
ni pizza, ni na de na. Cristiano Ronaldo, for ejemplo… Y hay que reconocer
que tienen su mérito.
4.
Los
guiris socarrados: blanquitos mantecoso y reflectantes que pasan, en
pocos días, a parecer gambas rojas del Mediterráneo. Achicharrados con aceite de coco sin protección y, en muchos casos,
ingresados en urgencias hospitalarias por quemaduras superficiales o más. Y
todos los años, sucede lo mismo… y no augura cambio alguno. Además, ya forman
parte de ese museo cañí tan typical spanish.
5.
Los
superabuelos: rodeados de
tropecientas sombrillas, bolsos, fiambreras, protectores solares, toallas, mudas
de ropa, neveras portátiles, y, cómo no, numerosos renacuajos chillando porque
unos quieren jugar con las olas y los otros hacer castillos en la arena con el cubo
y la paleta. Ellas con batas de tirantes estampadas; ellos con pantalones
cortos, camisetas y gorras. Cuando llega la siesta, los abuelitos echan
alguna que otra cabezadita, y las yayas, a tejer algún que otro suetercillo
para el bebé que está en camino o una colcha de ganchillo: no tienen precio.
Podría
pasarme la tarde nombrando animalitos estivales con el mismo regusto que acabo
de tomarme un café granizado con una bola de merengada. Pero solo mencionaré a los protagonistas veraniegos de la city: los Rodríguez. Una especie en extinción.
Los conocemos de toda la vida; la mujer y
los niños salen de estampida cuando acaba el colegio; hacia el apartamento, el
chalé o la casa del pueblo… Los maridos se quedan solos y, separados de
cónyuge y crías, comienzan la buena vida: nada de comida sana, de acostarse
temprano, de ver programas de cotilleo o de olvidar la tasca con los amigotes y
los pinchitos. Al cabo de unas semanas,
son el vivo retrato del desaliño; se cambian los gayumbos de uvas a peras y engordan
más de la cuenta... Pero, desde que la mujer se ha incorporado al mercado
laboral, esta especie ha entrado en involución a la par que han aparecido las Rodríguez.
Y ellas, se cuidan, salen con las amigas a divertirse y terminan el verano más
guapas que cuando empezó. Quizás con algún que otro affaire entre manos…
Y
es que, en verano, el amor es más
sencillo. Nada que ver con los amores otoñales y desgarradores; los invernales
y suicidas, o los primaverales como las montañas rusas del parque temático de
turno. En verano la cosa va de sexo espontáneo como las burbujas de champagne,
que, igual que suben la moral, finalizan. Sin malos rollos, se va a lo que se va y
punto.
Sin
embargo, el verano significa mucho más… Olvidar
el trabajo, el reloj e incluso el día de la semana; leer lo que no has podido
durante el invierno, juegos de mesa, comer helados, olvidar la tecnología, sentir
que las prendas se adhieren a la dermis, conocer gente, sombreros de paja, verbenas,
mojarte bajo una tormenta de granizo caliente, utilizar chanclas, no pegar ojo
en toda la noche, llevar el cuerpo molido de picotazos de bichejos, emborracharte
y dormirla bajo una palmera, desayunar espaguetis y cenar café con tostadas. Enamorarte
de un atardecer, de un pueblecito perdido, de la amiga de siempre o del hijo de
tu vecino…
Se podría decir que, el verano,
es dejar de pensar, tumbarte a la bartola o hacer todo lo que no haces el resto
del año, olvidando que el tiempo existe: dedicarte a vivir.
Para
el poeta japonés Yosa Buson, el verano se reduce a…
“Es un placer atravesar
el río en verano con las sandalias en la mano”.
©Anna
Genovés
08/08/2015
Major Lazer (feat. MØ & DJ
Snake) - Lean On (Traducido al español) subtitulado
¡Qué diver! Me lo he pasado pipa leyéndolo
ResponderEliminar¡Qué diver! Me lo he pasado pipa leyéndolo
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