Lobos y corderos
Estaba buscando frases célebres y
encontré este aforismo...
De repente, me salió un microrrelato
que le va como anillo al dedo. El proverbio dice lo siguiente: "Cuando
la curiosidad se torna chismorreo se convierte en un vicio deplorable que
ensucia a la persona".
Lobos y corderos
Mi amigo Jose me ha comentado que
tiene a una ejecutiva tras sus pantalones… No, no peséis mal. Quiero decir en
el aspecto sexual que, a simple vista, puede parecer. Nada de eso. La cosa es
que su jefa de gabinete es de esas personas absorbentes que se creen las reinas
del mambo.
Quiere saber todo cuanto hace el
pobre chaval, hasta le controla lo que pone en las redes… Pero, no conforme con
eso, se desdice constantemente con tal de salvar su trasero siliconado de ‘flaca’
haitiana con piel nívea como la leche. O por el mero hecho de dejarle como una piltrafa.
Amén de carecer de cualquier resquicio de humor: nunca, nunca sonríe. Y, los
motes, aunque sean graciosos y consentidos, ¡válgame Dios! ¡Qué horror!
En fin, por lo que me cuenta Jose, es un asco trabajar con ella. Y, encima, aburrido.
Le he dicho a mi colega que le
están haciendo ‘mobbing laboral’ porque, encima, le pagan como si fuera un
becario aunque pase de la cuarentena y tenga un C.V. bastante nutrido. El caso
es que, cuando le comenté mi parecer, me dejó boquiabierta:
–Anna si dejo este curro… ¿quién
me va a contratar? A mis años y con una esposa enferma. Sí, ya sé que mi churri
percibe una pensioncita de mierda –sugiere agradecido y con cara de: “Por favor
virgencita que nos dure de por vida o acabamos bajo el puente”—. Pero es eso, ‘pensioncita’
con la que no vivimos, solo sobrevivimos. Y, este currillo es una ayuda. Pequeña,
pero ayuda. Por lo menos podemos tomarnos algún refrigerio y, mi chica, puede
comprarse ropita de ZaraChina; que la pobre llevaba los mismos trapitos desde
que la operaron de la espalda hace diez años –termina por contarme con
semblante tristón.
–Ayyy…!!! Jose. Solo te queda un
CDD –le contesto.
–¿Un qué…??? –me pregunta alucinado porque no
entiende lo que le he dicho.
–Fácil: o consientes o denuncias
o dimites. Tú mismo –finiquito subiendo los hombros.
Sigo cabizbaja, con paso calmo, caminando
a ritmo de R&B por las calles de mi
city con un solo pensamiento: ¿Cuántas personas estarán en una situación
similar, bajo una guillotina llamada ordenador? ¡Qué manera de aprovecharse de
los más débiles! Corderos vestidos de lobos y lobos disfrazados de corderos. Humanidad
deshumanizada.
Una de tantas vocecillas que
pululan por mi masa encefálica, me suelta a bote pronto: “Genovés ya está bien
de ser un paño de lágrimas que pareces Teresa de Calcuta. ¿Y, a ti, quién te
ayuda?”. Me valgo por mí misma con miserias y compañía…, parloteo en solitario
mientras acelero el paso y alzo el pecho como los ‘lejía’ en un desfile militar
con cabra incorporada: yo misma.
©Anna
Genovés
24/04/2018
Pequeñas grandes mentiras (Big Little Lies) – Michael Kiwanuka
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