EL VIAJECITO
EL VIAJECITO
Discurre camino abajo
como un gusano metálico.
Las ruedas son sus múltiples patas
y las ventanas sus ojos.
Nunca pasa desapercibido
con su chirriante bocina y su trastorno.
Combinando los baches de la calzada
con las personas que lo agasajan.
Entro y me siento en su baluarte
desde allí contemplo todo.
Como una diosa en un trono
de basura y desastre.
Los frenazos, los pitidos,
las personas que entran y salen.
La ciudad que se aleja…
Y el campo que te atrapa.
Una parada y otra…
Una hora de mi vida que se derrocha.
Por las curvas de la carretera
y el maldito arcén que te ahorca.
Mi destino: incierto…
Mi compañera: la nada.
La humedad que hiela mis huesos
y un dolor intenso en la garganta.
La calle que internet señaló,
está delante de la mirada.
Camino con sosiego
sin prisa ni pausa.
Controlando mi reloj
para llegar a la hora exacta.
Huelo a pueblo, a pan recién horneado,
y a vecinas que te delatan.
Giro a la derecha y sigo la caminata,
dos a la izquierda y una gran explanada.
Por fin, llego a mi destino,
al rezo del rosario, con una sonrisa amplia.
Como me desagrada este trabajo,
como me desagrada mi cháchara.
Una vez y otra, la conciencia que me habla…
¿Qué haces aquí, mi niña?.
Te perdiste en el camino
y sólo te queda el vagón de carga.
Ann@ Genovés
No hay comentarios:
Publicar un comentario