Xunara
Xunara
Alienígenas viviendo entre nosotros
con máscaras
y rostros de buenos.
Voraces, sangrientos.
Cuando abrí los ojos por primera vez, estaba rodeada de una luz
tenue, envuelta por tejidos violetas: era mi cuna. Unas siluetas negras y
traslúcidas, con forma humanoide y ojos granas, me observaban jocosos.
Esperaban los sollozos de bienvenida. Despegué las fantasmagóricas ventanas,
negras y opacas, rodeadas de pestañas. Emití mis primeros lloros; estrepitosos
para oídos humanos y angelicales para nosotros, a través de una majestuosa
hilera de dientes puntiagudos y gelatinosos.
Mi madre, sonrío y dijo:
―Te llamaremos Xunara. Preciosa hijita. Ahora tomarás tu primer
almuerzo.
Sonaron unas chirriantes trompetas y las puertas lúgubres de doble
hoja, se dividieron en dos enormes paneles. Asomó un armazón de forja oscura
con ruedas, que transportaba una jaula enlutada de terciopelo azabache. Dentro,
un humano arrugado, meditando. Cráneo rasurado; ataviado con una túnica
azafrán. La carroza se deslizo por la estancia hasta donde yo me encontraba.
Una especie de baba grasienta, pendía de mis fauces; tenía hambre. Sabía que
iba a comer. El anciano pronunció unas palabras lánguidas…
―Haz lo que tengas que hacer, soy tu dádiva. Cuando engullas mi
organismo, poseerás todos mis conocimientos. Estoy preparado para el sacrificio.
Mis amorfos labios, salivaron en exceso. Abrí la boca, saqué
mi lengua gelatinosa y la introduje por los barrotes de la celda. Mastiqué su
piel, sus músculos, sus huesos, sus entrañas y hasta el último retículo de su
cerebro. De repente, comprendí a la raza humana. Descubrí sus deseos, sus
secretos, sus sentimientos y más y más… Todo lo supe de esa raza inferior
creada para ser nuestro alimento.
©Anna Genovés
02/02/2014
Modificado el 02/02/2015
Propiedad Intelectual V-490-14
P.D. Este microtexto, forma parte de un proyecto fantástico
llamado Xunara que nunca se llevará a cabo. Letras que salen de las entrañas en
los días negros y misteriosos...