Flores marchitas
…”Entonces procedió,
veloz y seguro, a efectuar su proyecto. El efecto en Lucy no fue malo, el
desmayo pareció transformarse sutilmente en un sueño narcótico. Fue como un
sentimiento de orgullo personal. Un débil matiz de color, regresó lentamente a
sus pálidas mejillas y labios. Ningún hombre sabe, hasta que lo experimenta, lo
que es sentir que su propia sangre se transfiere a las venas de la mujer que
ama.
El profesor me miraba
críticamente.
—Es suficiente —dijo.
—¿Ya? —protesté—. Usted
dio bastante más.
Él sonrió con una
especie de sonrisa triste, y me respondió:
—Usted es su novio,
su fiancé. Tiene trabajo, mucho trabajo que hacer por ella y por otros; con
lo que hemos puesto, es suficiente.
Cuando detuvimos la
operación, el doctor atendió a Lucy mientras yo aplicaba presión digital a mi
propia herida. Me acosté, mientras esperaba que me atendiese, pues me sentí
débil y un poco mareado”...
Extracto de Drácula
BRAM STOKER
Flores marchitas
¿Dime
que ha sido un sueño? Que nunca deseaste comer mi carne y beber mi sed.
Delicia
pulida sólo para tus ojos. Sonrisa borrada de cuajo y sin oro. Mañanas oscuras, tardes dudosas.
Miradas
furtivas deshechas en una alcoba. Algodón de azúcar. Dulces en el estómago. Mariposas. Té.
Pasos
inconexos. Labios amoratados. Lluvia. Desplome en el aire. Caderas prietas que aman
la piel.
¿Dime
que ha sido un sueño? Que nunca deseaste roer mis labios y catar mi tez.
Colilla
ajada. Transparencia delicada que no sabe comer. Diáfana, licuada en una piscina:
corola efímera. Pez.
Día
maldito, ojeroso. Nubes de ojos hambrientos, ambarinos: lobo. Depredador que
quiere lamer.
Devora
el cuerpo prieto; las estrellas del hombro y los pétalos que nadie ve. Disciplina. Manjar perdido. Ley.
¿Dime
que ha sido un sueño? Que nunca deseaste turbar mi mente y romper mi bien.
Arrugada,
solitaria. Nuez cascada. Fruto seco. Árbol sin ramas; flores marchitas. Opacidad.
Vejez.
Titán
oculto. Niño asustado que no sabe querer. El tiempo ha pasado. Amor difunto sin
nacer. Culto. Fe.
Enamorada
vacía; juramento olvidado en los posos de un café. Adiós señora. Náyade divina.
Diosa griega. Mujer.
¿Dime
que ha sido un sueño? Que nunca deseaste rozar mi sexo y probar mi hiel.
Olvida
mi rostro. Talones necios. Vientre de gel. Hombre de boca pequeña. Verdades fingidas.
Rigidez.
Deseo
no consumado por necedad del ser. Sangre que fluye, luctuosa. Muñecas de papel.
Mientras
los labios cárdenos anhelan sorber. Vida que se escapa entre dedos lúgubres y magnolias.
Entre
el ser y no ser.
Que
mi boca agite tu sangre y mis entrañas cubran tus pies.
©Anna Genovés
Modificada 18/04/2015
Propiedad Intelectual
V-1270-12
Imagen tomada de la red.
Mis agradecimientos al fotógrafo Ruslan Lobanov
Hay algo destructivo en ese deseo irreprimible...
ResponderEliminarMuy cierto, Darío. Gracias.
EliminarBeber la sangre es vida, de modo que apenas oscurece empiezo a maquillarme: llevas pálida tantos siglos. Y sólo la noche me devuelve el color que una vez perdí, junto a tus labios.
ResponderEliminarPero no te lo reprocho, Bram, me acomodé como una media irrompible a mi nuevo ser y sólo espero ese momento, entre la vida y la muerte, cuando tu vena revienta a mi contacto, y el líquido caliente me inunda la garganta y veo lo que otros no han visto, después del último latido de su corazón.
¡Brutal! Gracias, M. Un abrazo
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