1280 almas de Jim Thompson
Idioma original: español
Título original: Pop. 1280
Año de publicación: 1964
Traducción: Antonio Prometeo Moya
Valoración: muy recomendable
Dibujos: Jordi Bernet
Portada: Xis
Portada: Xis
Sinopsis
El título de 1280 almas alude al
número de habitantes de la pequeña población de Pottsville; una localidad
ficticia de USA donde se acercan las elecciones y el sheriff Nick Corey duda de
su reelección. En primera instancia, Corey aparece como un hombre apático y
simple. Sin embargo, a medida que se desarrolla la trama: descubres
que no tiene escrúpulos. Es un ser ambicioso y corrupto que no duda en asesinar
a quien se tercie si con ello obtiene su fin. En el marco familiar es
donde muestra su cara más aterradora. La novela presenta un protagonista/narrador
que no se inmuta lo más mínimo por sus actos, sino que llega a pensar que tiene
que limpiar Pottsville de la escoria que la habita.
Reseña
Considerada como una de las mejores
obras del autor, es una novela dura, cuyo realismo muestra su rostro más
cruento. Nadie mejor que JT para retratar el lumpen social adentrándose en la
psicología de sus personajes; de sus porqués más íntimos. 1280
almas demuestra que el sueño americano, como el de cualquier hijo de
vecino, por lo general, es una pesadilla.
El sheriff Corey, para más inri, vive
con su esposa y su cuñado, un discapacitado psíquico del que se mofa y
al que utiliza, en el Palacio de Justicia. Su esposa, mujer feocia, desagradable
y manipuladora, lo llevó al altar empleando artimañas deshonestas. Obviamente, le
viene al pelo. Es como decir: «Quien a hierro mata, a hierro muere». Algo
que no le importa demasiado porque alardea de superávit sexual. Se considera un
macho con el arma preparada en cualquier situación; orgulloso de gustar a las
mujeres.
No puedo hablar en profundidad de JT
porque no conozco su obra en demasía. Pero el trato que nos da a las féminas en
1280
almas denota; que no nos aprecia mucho. Quizás esta forma de
retratarnos esté relacionada con su etapa de vendedor a puerta fría; las
amas de casa podemos ser verdaderas arpías con ellos. No es una novela femenina,
pero tampoco, es que yo, escriba ficción para mujeres. No me han asustado sus
salidas de tono. Más bien he analizado aquellas partes en las
que reflexiona sobre la vida y el comportamiento humano...
…“—Encantado de conocerle, George —asentí—, y puede
seguir llamándome Nick.
—Gracias, Nick —tomó otro trago de whisky—.
Bueno, eso es lo que iba a preguntarle, Nick, algo que me preocupa mucho.
¿Puede disculparnos el hecho de que no podamos hacer otra cosa?
—Bueno —dije—, ¿disculpa usted a un poste
por encajar en un hoyo? Es posible que haya una madriguera de conejos en el
hoyo y que el poste los aplaste. Pero, ¿es culpa del poste el que entre en un
agujero hecho para que encaje?
—No es un ejemplo muy exacto, Nick. Usted
habla de objetos inanimados.
—¿Usted cree? —dije—. ¿No somos todos
relativamente inanimados, George? ¿De cuanta libertad disponemos? Se nos
controla por todas partes, nuestra estructura física, nuestra estructura
mental, nuestro pasado; se nos moldea a todos en su sentido concreto, se nos
determina para desempeñar cierto papel en la vida y, George, lo mejor es
jugarlo, llenar el agujero o como mierda quiera usted decirlo, porque si no se
derrumbarán los cielos y se nos caerán encima. Lo mejor es hacer lo que
hacemos, porque si no, ocurrirá que nos lo harán a nosotros.
—¿Quiere decir usted que es cuestión de
matar o ser muertos? —Barnes sacudió la cabeza—. Detesto pensar en eso, Nick.
—Puede que no me refiera a eso —dije—.
Puede que no esté seguro De lo que quiero decir. Creo que me refiero
principalmente a que no puede haber infierno personal, porque no hay pecados
individuales. Todos son colectivos, George, todos compartimos los de los demás
y los demás comparten los nuestros. O quizá, George, quiera decir que yo soy el
Salvador, el Cristo en la Cruz que ha bajado a Pottsville porque Dios sabe que
aquí me necesitan, y que voy por el mundo haciendo buenas obras para que la
gente sepa que no tiene nada que temer, porque si se preocupan por el infierno
no tendrán necesidad de buscarlo, Santo Dios, esto parece sensato, ¿no, George?
Quiero decir que el deber no corre totalmente a cargo del individuo que lo
acepta, tampoco la responsabilidad. Quiero decir que, bueno, George, ¿qué es
peor? ¿El tipo que hace saltar una cerradura o el que llama al timbre? George
echó atrás la cabeza y se echó a reír.
—¡Es asombroso, Nick! ¡Para morirse de risa¡
—Bueno, no es del todo original —dije—. Como dice el poema, no se puede culpar
al cántaro de la torcedura que causó el desliz de la mano del alfarero. Así que
dígame quien es peor, si el que jode la cerradura o el que llama al timbre, y
yo le diré qué quedó torcido y quien hizo la torcedura.
—Pero... ¿y si es la misma persona quien
hace ambas cosas?
—No es probable —dije—. Como tipo que tiene
que asistir a muchas fiestas de órgano, y que me cuelguen si no me parece vivir
en un paraíso de mentiras de vez en cuando, puedo decir que esos pequeños
quehaceres se encuentran generalmente repartidos. Pero si no fuera éste el
caso, George, entonces hemos establecido otro campo de obligaciones y
responsabilidades. Porque el tipo tiene que comer para forzar la cerradura,
¿no? ¿Y de donde sale la comida? ”...
XXIII
…“Me enderecé y me dirigí a la casa. Pero nada más dar
el primer paso tropecé con una raíz y me di tal porrazo que quedé sin aliento.
Durante un par de minutos me falto aire para quejarme, y cuando finalmente me
las apañé para ponerme en pie no podía ir muy rápido. Así que tardé tal vez
unos cinco minutos largos en llegar a la casa y en encontrar una ventana desde
donde ver y oír.
Pues señor, la cosa resultó muy graciosa,
graciosísima, terriblemente graciosa. Porque lo que llamó mi atención no fue lo
que sin duda habrás supuesto ya. Ni Rose asustada y aturdida, preguntándose qué
coño habría salido mal. Ni Lennie y Myra sonrientes, rencorosos y divertidos.
Ni nada que hubiera en la habitación, sino la nada precisamente. El vacío. La
ausencia de objetos. Yo había estado en aquella casa cientos de veces, cientos
de veces en aquella casa y en otras cien como ella. Pero aquélla fue la primera
vez que vi lo que eran todas en realidad. Ni hogares, ni habitaciones humanas,
ni nada. Sólo paredes de pino que encerraban el vacío. Sin cuadros, sin libros,
sin nada que pudiera mirarse o sobre lo que reflexionar. Solo el vacío que me
estaba calando en aquel lugar. De pronto dejó de existir en aquel punto
concreto y se aposentó en todas partes, en todos los lugares como aquel. Y,
súbitamente, el vacío se lleno de sonidos y volúmenes, de todos los sucesos
implacables que los individuos habían conjurado en el vacío. Niñas indefensas
que gritaban cuando sus propios padres se metían en la cama con ellas. Hombres
que maltrataban a sus mujeres, mujeres que suplicaban piedad. Niños que se
meaban en la cama de miedo y angustia, y madres que los castigaban dándoles a
comer pimienta roja. Caras ojerosas, pálidas a causa de los parásitos
intestinales, manchadas a causa del escorbuto. El hambre, la insatisfacción
continua, las deudas que traen siempre los plazos. El cómo-comeremos, el
cómo-dormiremos, el cómo-nos-taparemos-el-roñoso-culo. El tipo de ideas que
persiguen y acosan cuando no se tiene más que eso y cuando se está mucho mejor
muerto. Porque es el vacío el que piensa, y uno se encuentra ya muerto
interiormente; y lo único que se hace es propagar el hedor y el hastío, las
lagrimas, los gemidos, la tortura, el hambre, la vergüenza de la propia
mortalidad. El propio vacío. Me estremecí y pensé en lo maravilloso que había
sido nuestro Creador al crear algo tan repugnante y nauseabundo, tanto que
cuando se comparaba con un asesinato éste resultaba mucho mejor. Sí,
verdaderamente había sido una obra magna la suya, magnífica y misericordiosa. ”...
Desde mi humilde punto de vista, El
sheriff Nick Corey recoge un fragmento, bueno o malo, de cada alma que vive en
Pottsville; de ahí su facultad camaleónica y su ambivalencia entre el
bien y el mal en una sola persona: él mismo. No podemos pasar por
alto que Pottsville es una localidad en la que nunca sucede nada, a
menos que estudies con atención a sus habitantes: extremadamente xenófobos.
Una
inyección opiácea brutal que te incita a seguir leyendo: engancha.
©Anna
Genovés
16/04/2016
Imágenes tomadas de la red
«Hay treinta y dos formas de escribir una historia y yo las he
usado todas, pero sólo hay una trama: las cosas no son lo que parecen».
Jim Thompson
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