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Senexcelencia o la excelencia de la senectud

 


Hace unos meses, por casualidad, vi un artículo en FB sobre una terminología que no conocía. Cuando veo algo que no conozco tengo que saber más. Claro, tuve que leerlo. Hablaba de las personas que habitualmente llamamos mayores. Yo misma. Y utilizaba la terminología senexcelencia.

 

Con este precedente, se me ha ocurrido entrevistar Gemini —la IA de Google con la que juego a menudo— para saber qué dicen sus logaritmos. El resultado ha sido más que satisfactorio. En realidad, se ha convertido en un micro mini ensayo sobre el envejecimiento.

 



Hola Gemini. ¿Qué podrías decirme sobre un neologismo que circula por las redes para nombrar a las personas de 60+ que están fenomenal? Creo que es algo así como senexcelencia.

 

La palabra "senexcelencia" es una combinación interesante que parece surgir de la unión de dos conceptos: "senectud" y "excelencia".

 

Posibles interpretaciones: 

 

o   Envejecimiento con excelencia: Podría referirse a la idea de envejecer de manera activa, saludable y plena, alcanzando un nivel óptimo de bienestar físico, mental y emocional en la tercera edad.

 

o   Excelencia en la senectud en el contexto social: Sugiere que las personas mayores pueden seguir siendo altamente productivas, creativas y valiosas para la sociedad, desafiando los estereotipos negativos y discriminatorios asociados al envejecimiento. 


o   Sabiduría y experiencia: La senexcelencia podría vincularse a la idea de que con la edad se adquiere una sabiduría y experiencia únicas que pueden ser aprovechadas para el beneficio propio y de los demás. 


o   Neologismo positivo: También es posible que se trate simplemente de un neologismo creado para generar un impacto positivo y promover una visión más optimista del envejecimiento.


o   Empoderamiento: La palabra empodera a las personas mayores, dándoles un nuevo lenguaje para describir su etapa de vida y reafirmar su valor en la sociedad.


o   Potencial transformador: "Senexcelencia" tiene el potencial de transformar la forma en que vemos y tratamos el envejecimiento, promoviendo una cultura más inclusiva y respetuosa.

 

 






¿La interactuación de las IA con los humanos te parece positivo para fomentar la senexcelencia y revertir el envejecimiento de las células senescentes?

 

La perspectiva de la senexcelencia, combinada con los avances en inteligencia artificial, abre un abanico de posibilidades para que las personas mayores sigan siendo agentes activos y valiosos en la sociedad. Tu observación sobre las células senescentes y la IA es muy interesante. La posibilidad de utilizar herramientas tecnológicas para identificar y mitigar los efectos del envejecimiento celular es un campo de investigación apasionante. Si las personas mayores tuvieran acceso a esta información y a las herramientas adecuadas, podrían tomar decisiones más informadas sobre su salud y bienestar, prolongando así su vida activa y productiva.

 

 


¿Qué podríamos hacer para fomentar la senexcelencia y aprovechar todo el potencial de las personas mayores? 

 

o   Acceso a la tecnología: Facilitar el acceso a herramientas tecnológicas y programas de formación para que las personas mayores puedan mantenerse actualizadas y aprovechar las ventajas de la IA.


o  Espacios de aprendizaje: Crear espacios físicos y virtuales donde las personas mayores puedan compartir conocimientos, aprender nuevas habilidades y conectarse con otros. 


o   Reconocimiento social: Valorizar las contribuciones de los "senexcelentes" en la sociedad y promover una cultura que celebre la experiencia y la sabiduría. 


o   Investigación: Invertir en investigación sobre el envejecimiento saludable y el desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar la calidad de vida de las personas "senexcelentes".


o   Movimientos sociales: Podrían surgir movimientos sociales que promuevan la senexcelencia y aboguen por los derechos y el bienestar de las personas mayores.


o  Programas educativos: Se podrían desarrollar programas educativos enfocados en fomentar la senexcelencia en las generaciones más jóvenes.


o  Investigación científica: La senexcelencia podría convertirse en un objeto de estudio para investigadores interesados en el envejecimiento saludable y el desarrollo humano a lo largo de la vida.

 

En resumen. La senexcelencia no es solo una posibilidad, sino una necesidad. Al aprovechar el conocimiento y la experiencia de las personas mayores, podemos construir sociedades más justas, equitativas y sostenibles.

 

 


Todo lo que sugieres es magnífico. Sin embargo, los jóvenes, por lo general, discriminan a los senexcelentes. Los apartan como si la vejez fuera fea o se pegara. ¿qué opinas, Gemini?


·       Es una pena que muchos jóvenes subestimen el valor de las personas mayores. Esta actitud no solo es injusta, sino que también tiene consecuencias negativas para todos. Es una posición que conlleva:

 

o   Prejuicios y estereotipos: La sociedad a menudo tiene una visión estereotipada de las personas mayores, asociándolas con la debilidad, la enfermedad y la incapacidad. Esto lleva a discriminar y excluir a muchas personas que son perfectamente capaces de contribuir positivamente en la sociedad. 

 

o   Círculo vicioso de la discriminación: Al discriminar a las personas senexcelentes, se les priva de oportunidades y se limita su participación en la vida social y laboral. Esto, a su vez, refuerza los estereotipos negativos y perpetúa el ciclo de la discriminación.

 

Las consecuencias de esta actitud negativa son múltiples: 

 

o   Pérdida de talento y experiencia: Muchas personas senexcelentes tienen habilidades y conocimientos valiosos que podrían ser de gran utilidad en diversos ámbitos. Al no aprovechar este potencial, la sociedad pierde mucho. 


o   Aislamiento social: El aislamiento social puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las personas mayores, aumentando el riesgo de depresión, demencia y otras enfermedades. 


o    Pérdida de sentido de comunidad: Cuando las generaciones más jóvenes y las mayores no interactúan, se debilita el tejido social y se pierde la oportunidad de construir comunidades más fuertes y solidarias.

 

 


¿Qué podíamos hacer para cambiar esta situación, Gemini? Dime alguna de tus ideas. De tus propuestas.

 

o   Visibilizar las historias de éxito: Compartir las historias de personas mayores que siguen siendo activas y contribuyendo a la sociedad puede ayudar a cambiar las percepciones. 


o  Promover el aprendizaje intergeneracional: Crear espacios donde jóvenes y mayores puedan interactuar y aprender unos de otros.


o     Cambiar el lenguaje: Utilizar un lenguaje más respetuoso y positivo al referirnos al envejecimiento. 


o   Abogar por políticas públicas: Exigir políticas que promuevan la inclusión de senexcelentes en todos los ámbitos de la vida. Es fundamental que todos trabajemos juntos para construir una sociedad más justa y equitativa, donde todas las personas, independientemente de su edad, sean valoradas y respetadas.

 

 


¿Qué opinas de la discriminación laboral de las personas mayores?

 

La discriminación laboral por edad, o edadismo, es un problema grave y persistente en muchas sociedades con múltiples facetas:

 

o   Prejuicios y estereotipos: Las personas mayores suelen ser estereotipadas como menos productivas, menos flexibles, menos tecnológicas o más propensas a enfermar. Estos prejuicios influyen en las decisiones de contratación, promoción y despido.


o   Falta de oportunidades: Muchas personas mayores se enfrentan a dificultades para encontrar empleo o para avanzar en su carrera debido a su edad. Esto se debe en parte a la discriminación directa, pero también a factores como la falta de formación actualizada o la dificultad para adaptarse a nuevas tecnologías.


o   Consecuencias negativas: La discriminación por edad tiene consecuencias negativas tanto para las personas afectadas como para la sociedad en general. Las personas senexcelentes desempleadas o subempleadas experimentan mayores niveles de estrés, depresión y aislamiento social. Además, la sociedad pierde el valioso conocimiento y experiencia que estas personas pueden aportar.

 

 


¿Gemini podrías crear algunos neologismos derivados de "senexcelencia"?

 

o   Senexcelentemente: Se podría usar como adverbio para expresar una acción realizada de manera excelente en la senectud. Por ejemplo: "Ella vive Senexcelentemente, disfrutando cada momento".


o  Senexcelencia activa: Podría utilizarse para enfatizar el carácter activo y propositivo de la senexcelencia, diferenciándola de un envejecimiento pasivo.


o   Sociedad senexcelente: Se podría emplear para referirse a una sociedad que valora y promueve la senexcelencia, creando entornos que permitan a las personas mayores desarrollar todo su potencial.

 

 


Para finalizar, un ejemplo de senexcelente proactivo a sus 90 años: Joan Sabater Tobella — doctor en químicas— dice: «Eres viejo el día que no te motiva hacer algo nuevo». ¿Qué opinas?

 

El pensamiento de Joan Sabater Tobella sobre la vejez es muy revelador. Al definir la vejez como la pérdida del interés por aprender, nos invita a reflexionar sobre la importancia de mantener una mente activa y curiosa a lo largo de toda la vida. La senexcelencia, en este sentido, se convierte en un compromiso con el aprendizaje continuo y la búsqueda de nuevos desafíos.

 





Eso es todo por hoy, Gemini. Interactuar contigo es como estar en un universo de infinitas posibilidades. Gracias por estar con nosotros.

 

 



Mi reflexión


Seguramente, el neologismo ʺsenexcelenciaʺ pase a la posteridad como un sinónimo más asociado a la vejez, tercera edad, mayores… etcétera. Pero, ciertamente, la inteligencia artificial ha dado en el clavo. Es, no necesario, sino más bien obligado para esta Humanidad en la que cada vez hay menos natalicios la convivencia de todos los grupos sociales y la desaparición de las etiquetas que asocian a la tercera edad con los tópicos que la descrinan negativamente.

 


La vejez se debe entender como una parte más de la vida. No mueren solo los ancianos. No enferman únicamente las personas de 60+. La muerte o las patologías pueden llegar en cualquier etapa de la existencia. ¿Entonces qué sentido tiene apartar a los mayores? Desde mi humilde punto de vista, cualquier persona activa —tenga la edad que tenga—, es igual de válida para contribuir positivamente en un futuro social igualitario. Venga de Tanzania o de EEUU. Sea hombre o mujer. Tenga veinte u ochenta años. Profese el cristianismo o el judaísmo.

 


Pero, hay más leña en la chimenea. Resulta que somos las personas las que excluimos a los humanos que nos parecen frágiles o tienen arrugas o canas. Cuántas veces oímos a jóvenes decir: «Esa yaya se viste con jeans porque quiere parecer joven». «Ese anciano en vez de ir a la oficina debería quedarse en casa y dejar su trabajo a los jóvenes». Por ejemplo. Aunque, los más crueles suelen ser los mayores pasivos que murmuran cuándo un/a 60+ sigue en un puesto relevante o cuando está de mejor ver que uno de treinta.

 


Señores y señoras de todos los lugares del universo conocido y de aquél que está por conocer, si trabajáramos con la tecnología y elimináramos las etiquetas, la civilización podría fortalecerse. Pero, si nuestros hábitos se estancan, estamos perdidos.

 


Por suerte, los senexcelentes estamos conectados de alguna forma y lo que antes se tachaba de locura, ahora es algo normal: podemos hacer lo que nuestro cuerpo y nuestro pensamiento, nos demande. El tópico: «De los cuarenta para arriba no te mojes la barriga». Es de los pocos proverbios del sabio refranero español, desacertado. Lo cambio por: «Mójate la barriga siempre que el cuerpo te lo pida y a cualquier edad».

 


©Anna Genovés con la IA Gemini 

Cinco de enero de 2025

 






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Unas palabras dedicadas a Don Antonio Escohotado

 

 

Confesiones de un opiófilo por Antonio Escohotado

 

Mi primer contacto con Antonio Escohotado fue a través del libro Historia general de las drogas. Un volumen que desguacé en pocos días. Desde entonces, he ido recopilando parte de la bibliografía de este hombre tan sabio y, en ocasiones, tan incomprendido.

 






Sí. Tenía un contacto estrecho con las drogas y en el Sanctasanctórum del Tabernáculo en el que habitó durante años y donde falleció por expresa voluntad: Ibiza. Vivió al límite con sus creencias.

 





Las drogas, ¿el eterno mal de la humanidad? Alcaloides, narcóticos, estupefacientes, estimulantes, venenos, morfinas o heroínas… y tantos otros etcéteras… Existen desde tiempos inmemorables: matan o sanan. Se utilizan para dolencias fútiles –dolor de menstruación o de muelas— como incurables –cáncer o neuropatías—. En ocasiones, han sido artífices de inventos magnánimos o de creaciones artísticas sin parangón. El uso de las mismas es necesario. Y, Don Antonio fue el sumo pontífice de las mismas; un vademécum andante que analizaba con su propio organismo, cual científico que experimenta sus investigaciones. Lo sabía todo sobre ellas. Pero, ante todo, fue un intelectual, un filósofo, un ensayista enamorado de la existencia.

 


 

Confesiones de un opiófilo –diario póstumo (1992–2020)— es una muestra de sabiduría y recortes de vivencias personales; que nos muestra los ensayos bioquímicos personales. Un juego de matrioskas que te eleva hasta lo más alto de la naturaleza misma o te escupe hasta el agujero más tétrico de la existencia. Me ha emocionado sobremanera la parte final, donde se muestra el original del libro manuscrito por este pensador injustamente maltratado.

 

 

Su lectura conmueve por ser un viaje dentro de fantasías y verdades tejidas por un gran corazón cuya prosa, delicada y hermosa, mantiene un ritmo sólido y poético.

 

 


©Anna Genovés

En Valencia, a 4 de octubre, de 2024












   Se puede conseguir en Amazon



                                         




             



Cara de Ángel 
Primer relato del libro EROTIKA



Erotika recopila una serie de 24 relatos carnales que finalizan con un cuento más extenso –con el mismo título que el libro— donde Adriana tiene encuentros sexuales con diferentes compañeros/as a partir de su entrada en una red de contactos para adultos.



Un libro de historias cortas para disfrutar de esa picaresca que levanta el ánimo a cualquiera.


               






EROTIKA

Anna Genovés

Copyright © 2016 Anna Genovés

Todos los derechos reservados a su autora

Título de la edición: Erótika

Autora: Anna Genovés

Propiedad intelectual:

09/2015/427

ISBN-13: 978-1539188759

ISBN-10: 1539188752

ASIN: B01M2270Q9






1. Cara de Ángel







La belleza es un arma

de doble filo

el asesino es un Apolo

que delinque

 



Christian era tan guapo que todos le conocían por su apodo: Cara de ángel. Era hijo de una cuarterona senegalesa con sangre iraní y de un medio libanés cuyo padre había llegado a Colombia desde Dinamarca.



El chico había heredado unos preciosos ojos turquesa de mirada seráfica a lo Monty Clift; un óvalo como Fredrik Ljungberg cuando anunciaba slips Calvin Klein. Un cuerpo igual de esculpido que Brad Pitt en El club de la Lucha y una piel sedosa con un puntito de café Illy arábigo.



Un espécimen más suculento que un queso Gran Reserva de la Dehesa de Llanos. Sin embargo, el querube tenía genes depredadores.



Comenzó a delinquir a una edad temprana. Por su vasto historial policial existían todo tipo de delitos por los que cumplía condena en la cárcel de La Picota de Bogotá. Empero, Cara de ángel, sabía camelarse a todo el mundo con apenas una caída de párpados.



En comisaría había intimidado con una policía y, ésta, había difundido sus fotografías por las redes sociales. ¡Madre mía el club de fans que tenía! Y las animaladas que le ponían las mujeres, como si nunca hubieran visto a un hombre atractivo. Ni Sandokán cuando llegó a España allá por los 70 y salieron todas las madres del Cuéntame con pancartas que decían: «Queremos un hijo tuyo». Por lo menos, el actor hindú era todo un gentleman.



Cara de ángel superaba todas las pruebas. Había conseguido su propio trono por razones obvias. Hasta el gobierno colombiano dejó que la prensa rosa de USA entrara en prisión y lo fotografiara a cambio de untar sus bolsillos. Al final, se fugó de la penitenciaría y fue a parar a una banda criminal que operaba en la famosa colina de Los Ángeles, muy a juego con su sobrenombre.



***



Pam era una actriz decadente. A sus 55 años nadie le ofrecía un papel en TV y menos en la gran pantalla. Pese a ello, vivía en una lujosa mansión de Hollywood. No obstante, como tantas estrellas venidas a menos, estaba más sola que la una.



Una corte de siervos amenizaba sus días embalsamados en champagne y Beluga. Reían sus gracias, esnifaban cocaína y follaban como locos. Después, cada uno volvía a su cuchitril de oro y diamantes de sangre.



La servidumbre recogía los excesos de las orgías, mientras ella dormitaba repleta de barbitúricos con un antifaz de colágeno y diversos vibradores: los coleccionaba por si en algún momento se terciaba utilizarlos.



Esa noche, sus caprichos la habían mantenido como una espectadora VIP: voyeur de luxe. Le apetecía un totum revolutum de cuerpos gimiendo. Era feliz viendo cómo goteaban las vaginas repletas de semen y cómo lo machitos del celuloide se fornicaban unos a otros.



Al final, había conseguido formar un trenecito en el salón de su excelsa residencia. Esfínteres ligados por las vergas de sus vecinos. Cuando acabó la bacanal, se retiró a sus aposentos privados. Dormía profundamente cuando escuchó a su chihuahua albino ladrar.



–Tarzán –dijo soñolienta—. Ya sé que te he dejado fuera de la habitación. Hoy quiero dormir sola.



Pero no pudo conciliar el sueño.


Se dispuso a introducirse un vibrador de última generación con secreción seminal y turbo orgasmo de Victoria Secret –una colección muy cool que la celebrity vendía en exclusiva a sus íntimos—. No obstante, tras acariciar sus labios vulvares y sentirse húmeda. Los chillidos de Tarzán la desorientaron. Se puso la bata de satén con cristales de Swarovski y salió al pasillo. Al abrir la puerta, descubrió al primoroso chucho con el cuello roto. Cubrió su boca para no chillar. La sombra de un hombre encapuchado husmeaba por el despacho de la caja fuerte.



Pam regresó a su cuarto, sigilosa. Minutos después, volvió a salir y se deslizo, agazapada, hasta la estancia inferior.


 

***

 



 

Cara de ángel había abierto el cofre de las joyas; estaba claro que alguien le había dado el soplo. Se había quitado el pasamontaña, le gustaba trabajar a rostro descubierto. Cuando Pam lo vio, supo de inmediato de quién se trataba. Sabía que su cuerpo lucía con múltiples tatuajes carcelarios: uno por cada delito cometido. Y también lo apetecible que estaba. Relamió sus labios golosos; su cuerpo experimentó una secreción extrema. La misma que cuando practicaba cualquier deporte de riesgo: se había excitado al ver a ese delincuente con tesitura de Apolo. Apretó sus muslos mirando la boca del adonis; imaginándola lamiendo su clítoris. Unos salvajes temblores brotaron de su vientre.


 

—No te muevas o te vuelo los sesos —dijo cara de ángel en un inglés chapucero.



—¿Por qué no hablamos primero? —propuso la vieja gloria abriéndose la bata y exhibiendo sus perfectos senos siliconados, talla 100.



—¡Pendeja! Aunque estés muy buena me he follado a tantas tías que paso. Se abren la cuca sólo con olerme —cara de ángel se tocó la entrepierna con vulgaridad—. Además, me gustan jovencitas. Niñas, no momias.



—Si quieres pasamos un buen rato. Después, te doy las joyas. El seguro me pagará su valor y los dos saldremos ganando —insinuó Pam con sigilo.



—¡Joder! ¡Corta el rollo! ¿A ver qué sabes hacer? —sugirió cara de ángel apuntándola con su Glock.



 

Pam sacó el súper vibrador de un bolsillo y lo deslizó por su piel aterciopelada; hasta introducirlo en su hendidura, jadeante. El falo de cara de ángel se puso como una barra de acero al rojo vivo. Dejó el arma y se acercó a ella.

 



—Eres una mature con la totona muy caliente. A ver si tu culo responde igual —le pegó una palmada extremadamente fuerte. Un latigazo que dejó las nalgas de Pam marcadas. Gritó de placer.



—Te gusta clavarla por detrás y con fuerza, ¿verdad? —preguntó la actriz, sensual.



—¡Ponte a cuatro patas y cállate de una puta vez! —ordenó cara de ángel antes de pegarle una leche. Pam se tocó la mejilla y sonrió.



—A ti te consiento lo que quieras. Seré tu perra. Pero antes dame un besito —Pam puso morritos besucones.



 

Cara de ángel pellizcó sus pezones y mordió sus brazos. Ella se agitó. Las bocas se unieron. La estrella lamió la lengua del intruso como si fuera un helado de frambuesa. Después, sumergió la suya entre los labios divinos del soberbio macho. Segundos más tarde, el bicho la empujó encarando su falo hacia las grietas perianales. De repente, Pam sacó un spray antivioladores y literalmente embadurnó su rostro. El malhechor restregó sus ojos, chillando. Quemaban como si tuvieran gas mostaza.



 

—¡Cabronazo! ¿Con que te gustan muy jovencitas o casi niñas? Que enfermo está el mundo para que millones de jóvenes suspiren pensando en ti. Solo eres basura criminal. Más vulgar que Sacha Baron Cohen en Borat.



 

Acabados los exabruptos, Pam cogió el Óscar, que un día pretérito le había concedido La Academia y le destrozó el cráneo a golpes. Cara de ángel yacía ensangrentado y completamente desfigurado sobre la alfombra Persian Vase del siglo XVII –única en el mundo—. Ipso facto, llamó al Sr. Lobo –una especie de Ray Donovan que limpiaba la mierda de todos los hollywoodenses.



 

—Erik soy Pam. Ven: es urgente cielo. He matado a una verdadera cucaracha. Quiero que te deshagas del cuerpo.



 

Cara de ángel no volvió a delinquir. Su cuerpo yacería in aeternum a dos metros bajo tierra en algún lugar desconocido.




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Los bonopos proliferan en las cities





Ayer fue un día excepcional. No hice nada fuera de lo normal, pero disfruté de todo lo que hice.


Al salir a la calle, un golpe cálido de aire seco bañó mi rostro enmascarado y fue muy placentero recordar los viajes de mi juventud, cuando apenas salían los curreles de la piel de toro cañí que ahora nos encierra por narices.


Por aquel entonces, me dejaba la vida en la Seguridad Social y tenía un poder adquisitivo elevado que me permitía disfrutar de las pirámides, la ciudad roja o la mismísima Jerusalén, entre otros enclaves maravillosos. Está claro que no viajaba con las personas adecuadas. Pero, gracias a ellas pude desplazarse a países lejanos, ya que era demasiado cobarde para viajar sola.


Actualmente, mi posición económica es frágil. Y, aun así, puedo comprarme algún que otro trapito de Desigual u otras marcas populares durante el remate final de las rebajas. No echo de menos viajar ni tan siquiera ser una reina del rock & roll: soy una superviviente que procura vivir ilusionada, aunque el camino sea más duro que el ascenso al Everest en un mal invierno o la covid19 aceche.


Esto no va del coronavirus, es un hecho que, poco a poco, como buena observadora, he apreciado a lo largo de los años. Tal vez se deba –como dice Don Reverte— a la poca cultura existente o simplemente se trate de que la evolución humana sea una involución que nos encamine hacia los bonopos. Adiós Asimov.


Desde que surgió el movimiento del 15M –envuelto de cartelería prosoviética con mensajes subliminales directos— allá por 2011, la sociedad ha cambiado. Hagamos memoria… Un grupo social heterogéneo indignado por el bipartidismo político, PP/ PSOE, y el poder de los bancos y las corporaciones. La corriente invocó manifestaciones pacíficas que acabaron con verdaderos campamentos en diversas ciudades españolas. A la mayoría de la población nos daban pena esos pobres chicos que no tenían donde caerse muertos y que perseguían una democracia más participativa. Recuerdo que en Valencia se asentaron en la plaza del Ayuntamiento.






Un día, se me ocurrió visitarlos. Me acerqué a ellos con recelo, pero, al verlos tan guais, la suspicacia cedió e intercambiamos algunas opiniones. Me dijeron, poco más o menos, lo que ya sabía… protestaban por diversas injusticias.


Lo primero que me llamó la atención, fue la privación que reinaba en sus viviendas nómadas; vestidos casi con harapos, sin apenas mobiliario y con la comida justa. Sin embargo, lo que me dijeron carecía de una base lo suficientemente sólida como para cambiar mi vida y acompañarlos. Nuestra conversación estuvo rodeada de un hedor a suciedad bastante notorio. No lo comprendía… parte de mi familia es ganadera y sus casas, aunque humildes, están limpias como una patena y, ellos, aseados. Allí, había mierda.


Desde ese día advertí que los ideales del 15M podían ser nobles para sus dirigentes, con todo, para los que estaban acampados en un tótum revolútum, significaba poco más que… «Estoy aquí para tocarme los huevos y dar la nota porque mola». Entre ellos, reinaba un colectivo de niños y niñas de casa bien a los que no les apetecía estudiar o trabajar en los negocios de papá o talluditos que se habían acomodado sin saber muy bien la razón de la protesta. Bonopos en plena expansión.






Mi conclusión era un tanto dispar, me agradaba su rebeldía, pero me desalentaba su verdad. Claro, desde mi casita de papel y a buen recaudo, era como mirar los toros desde la barrera. Tampoco es que entienda demasiado de política; siempre he pensado que un buen gobierno debe ser ecuánime. Por desgracia, todavía no he conocido ninguno.






Los meses pasaron a la par que los años. Me salieron canas y cada vez tenía menos dinero en el bolsillo. Además, el mercado laboral huía de mi notabilísimo CV pues me había convertido en una madura de las que nadie contrata. No era la única: el deterioro del baby boom iba en crescendo. Cambio de planes. Las cremas del tocador desecharon a Estee Lauder y se convirtieron en Deliplus de Mercadona. La sociedad del bienestar se desmoronaba, día a día, ante mis ojos y la clase media agonizaba mientras despuntaban ciertos multimillonarios –futbolistas, jeques, celebrities hollywoodienses y una retahíla de personajes adinerados que hacían palmas a los más guapos de la fiesta para obtener su gracia y chupar del bote—. En el lado opuesto, los trabajadores de toda la vida y los autónomos, se empobrecían. Por ende, otra casta tomaba las calles inmersas en… «Me tumbó al sol y aprendo a mal escribir. El resto no me importa».    


Y así, con una piedrecita por aquí y otra por allá, como Pulgarcito, los bonopos 15M tuvieron voz y voto en todas las estructuras sociales y gubernamentales con tanto peso que comenzó la decadencia de las ciudades más dignas. Aunque ellos, los ideólogos, habían olvidado su propia doctrina una vez instaurados en verdaderos tenderetes de excesivos metros cuadrados, piscinas riñoneras con yacusi y picoletos cansados de hacer la guardia a la puerta del grupeto elegido. Amén de establecidas las hembras predominantes allí donde podían hacer y deshacer a su antojo.


Décadas atrás, Barcelona –a la que estuve muy unida por motivos laborales— le pisaba los talones a Madrid. Parecía la nueva capital de España, proyectaba fuerza, modernismo, apertura al exterior; era, sin lugar a dudas, una de las metrópolis cosmopolitas más saludables de su tiempo, casi a la altura de Londres, Milán y Dusseldorf. Hace unos años, cuando volví a visitarla, el panorama me pareció aterrador. La apertura era cerradura y el futuro se había convertido –para mis ojos— en una máquina del tiempo que me había trasportado a una ciudad que apuntaba maneras de medievo.  


A día de hoy, a Valencia le sucede algo similar. Proliferan las obras, algunas, sin ton ni son. Otras a destiempo. La dejadez generalizada y la suciedad, es algo que se palpa. La plaza del Ayuntamiento se ha convertido en la plaza Mayor de un pueblo olvidado de la mano de Dios donde por un lado brilla el asfalto recién horneado y por otra una serie de numeraciones –sobre una especie de chapopote antiguo— que albergan, frente a la puerta de consistorio, un mercadillo de venta ambulante sin ápice de pedigrí. Vamos, ¡ojalá tuviera la solera del mercadillo de Astorga! Por ejemplo.






En ese lado peatonal, abundan los botellones diurnos sin alcohol de diferentes pandillas. Quizá, la plaza, se ha convertido en el punto G de esas quedadas tan molonas llamadas hacer una campal. O tal vez, sean ninis que se reúnen al albor de un espacio abierto y amplio por la situación sanitaria. Lo desconozco, pero el corazón me dio un vuelco y pensé: «¿Dónde estoy? Esta no es la Valencia de la Ciudad de las Ciencias ni tan siquiera es la ciudad cuya festividad patronal se consolidó como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esto es un núcleo urbano venido a menos y abatido.


De camino a casa, observé a los sintecho habituales fruto de las mafias extranjeras, situados en lugares estratégicos para dar pena, y a numerosos MENAS bambando sin rumbo fijo –algo natural en las sociedades, otrora, del primer mundo occidental. Pues es nuestro deber acoger a los menores sin acompañar que llegan en pateras a las costas—. Tampoco hablo de esas familias que por falta de alimentos hacen cola diaria en las cercanías del Banco de alimentos o la Cruz Roja. No son ellos, son otros como nosotros o como los trabajadores de otros lugares que se han tirado al ruedo y prefieren Los lunes al Sol.




En mi barrio, cercano al centro neurálgico comercial de la ciudad, duermen numerosas personas a la intemperie y hasta familias completas de bonopos hacen picnic –incluido el trapo en el suelo para tumbarse a tomar el sol sin importarles si hay o no hay bichitos que puedan dañar los pulmones e incluso  asesinar a los papis o a las crías bebé—. Lo dicho, yo misma, era una curranta de los pies a la cabeza y me he ‘abonopado’. La verdad, me siento bien. ¿Ha sido la pandemia o la mala gestión del ejecutivo?


Desconozco si estamos más cerca de Venezuela que antes, pero, esto no pinta bien. Si malo es el capitalismo, peores son las dictaduras, sean rojas o azules. Blancas o negras.


Empero, como soy optimista, voy a echarme unas risas a la luz de las nubes que enturbian el firmamento para convertir el domingo en un día tan excepcional como el sábado.

 

@Anna Genovés

Domingo ocho de agosto de 2021

Revisado el viernes veintiséis de abril de 2024




 

* Aclaración: la terminología ‘bonopo’ adaptada al humano, no es algo que he utilizado por aquello de faltar a las personas que otros llaman ‘podemitas’ –cada uno que viva como quiera y pueda—, sino que es un palabro utilizado por algunos psicólogos del funcionariado público que, en apariencia, lucen como ellos, pero son más clasistas que los pijos.

 


Lecturas recomendadas


Las comunidades de bonobos: un comportamiento esclarecedor

https://mujeresconciencia.com/2015/06/17/las-comunidades-de-bonobos-un-comportamiento-esclarecedor/


Extracto

 …“Según de Waal (1997), y otros expertos, las relaciones sexuales entre los bonobos actúan como un factor relajante entre ellos. Los estudiosos han detectado que estos animales tienen un temperamento mucho menos agresivo y exaltado que los chimpancés, con una tendencia a la violencia física claramente menor y los conflictos graves entre grupos de bonobos parecen ser bastante raros. Cualquier cosa que despierte a la vez el interés de más de uno de ellos suele acabar en contacto sexual (machos/hembras, machos/machos, hembras/hembras) lo que no significa que se trate, como se ha sugerido, de una especie hipersexual. Tras cientos de horas de observación, de Waal concluye que en realidad practican el sexo de manera bastante relajada, como una faceta completamente natural de su vida en grupo y no se detecta en ellos ansiedad alguna.”…