Vístete como quieras
Vístete como quieras
La sociedad está, no enferma,
sino, muy enferma. Juzgar vosotros mismos…
En mi época moza me tacharon
de drogadicta por llevar imperdibles en los pantalones. Por aquel entonces…,
me gustaban los Sex Pistols, pero nunca me drogué, aunque me moviera con
gente que sí lo hacía –una pena, porque la vida es corta y cada etapa tienes sus
historias. «Hay que experimentar». Como me dijo un amigo millennials
hace poco.
Cuando cumplí treinta, cercanos
a mí, hicieron fuerza –sin éxito. ¡Menos mal! — para que me pusiera traje de
chaqueta porque… ¿qué era eso de ir con pantalones morunos y cintas en la
cabeza como si fuera joven? Fue mi etapa Adam and the Ants & CIA.
La movida en pleno apogeo. Barraca y Spook Factory para
echarse unos dancing los sábados por la noche.
Mirado a toro pasado, hasta tenía
su lógica ya que hablamos del periodo tardofranquista e inicios de la
democracia con el apogeo de la etapa de transición de por medio; todavía quedaban
escollos del Generalísimo, aunque quisiéramos ser muy modernos. Solo hay que
ver Cuéntame.
Lo que es anormal, por
ejemplo, es que unos meses antes de la pandemia, mientras hablaba con una
vecina, otra pasara y, no recuerdo el quid de la cuestión, pero la cosa quedó
en que ya teníamos años para llevar ropa suelta. Nosotras nos miramos alucinadas.
No sé lo que pensó mi colega, pero yo cavilé que, seguramente lo decía por ella
que, pasada de kilos, no se atrevía a ir ceñidita. ¿Y qué más da? A estas
alturas, reconozco que no me importan un bledo esas gilipolleces.
No las nombraría si no fuera
porque, hoy, me han llamado la atención dos noticias que tienen que ver con
diferentes atuendos y distintas señoritas. La primera se llama Cristina
y ha denunciado a la EMT pues, el conductor, no la dejó subir a un autobús
porque su vestimenta podía herir el respeto de otros pasajeros; la chavala llevaba un
top lencero. La segunda es la cantante Zahara, Vox espeta al consistorio de Toledo para que no actúe porque su póster la revela como si fuera una madona y dicen que le
falta el respeto a la virgen.
¿De verdad que estamos en el
siglo XXI?
Caso 1.
Cristina y el autobús. No hay derecho que se impida a una joven a subir al autobús por enseñar
parte de sus senos. En otros siglos las damas portaban insinuantes escotes en
los que asomaban hasta los pezones. No hablo de taberneras o similares..., sino
de damas nobles como muestro en las diferentes imágenes de los siglos XIV y
XVIII e incluyo la de Cris que aparece en sus redes sociales.
También puede suceder que la
chica en cuestión haya ideado un montaje para ver qué sucedía o,
simplemente, para hacerse de notar. Pero, tal y como lo cuenta, creo que es cierto. Si no es así, bien lista es. Le aconsejaría que
estudiara antropología.
En realidad, no es el hecho lo que
más me preocupa, sino las contestaciones de bastantes jóvenes que, poco más o menos, le dicen cómo se debe vestir dependiendo de dónde esté.
¡Jolines! Que cada cual se vista como le dé la gana. Esto es vergonzoso. Sí, aunque parezca mentira, estamos
en el primer tercio del segundo milenio, en occidente, en el primer mundo, no es
broma. ¿Qué sucedería si fuéramos en bolas como algunas tribus africanas? ¿Acaso
es pecado enseñar las carnes? ¿Dónde quedan los nudistas?
A fecha de hoy, las chavalas
visten con tops lenceros y ‘hot pant' –todas las colecciones de
prêt-à-porter e incluso la alta costura, presentan modelos similares—. Tal vez,
a las personas catetas, pueden parecerles ropa interior. No obstante, son
prendas exteriores para usar a diario o en ocasiones puntuales, a gusto del
consumidor. Es lo mismo que si nos metiéramos con los ministros que acuden a
los consejos vestidos con bermudas y camiseta. ¿O no? Los tiempos cambian.
Por si queréis leer el caso al
completo, os dejo dos artículos.
“Una joven valenciana denuncia que no la dejan subir a un autobús por vestir un top lencero”
“Vetada en el autobús por su escote: ¿Qué dice la normativa municipal de Valencia?”
Que señala textualmente:
…” El reglamento sí explica,
entre los deberes de los clientes, que «no se permite viajar en situación que
atente contra el respeto del resto de clientes», argumento que utilizó el
conductor del autobús, según indicó Durán en sus redes sociales.”…
Caso 2. Zahara y la Virgen. Lo de esta cantante es
otra historia, también relacionada con la vestimenta. El artículo que la tacha
poco más que de hereje, dice así…
“Vox acusa a Zahara de
"ofensa extrema a la Virgen" y pide que se cancele su concierto en
Toledo”.
¿Qué queréis que os diga? Provocación, puede ser. Tiene precedentes en Rihanna –vestida de Papa, incluido papamóvil— y Madonna –de virgen o de Jesucristo—. La chica quiere llegar lejos. El ayuntamiento sabía que el álbum de Zahara se titulaba Puta, estaba claro que conocían a quién contrataban. Después del revuelo, han quitado los carteles; me parece fatal. La cantante se habrá gastado su dinero en cartelería y promociones, si estuviera en su caso, igual ni actuaba. Que yo sepa, cada cual puede ser de la religión que le de la real gana o incluso ateo o agnóstico. Por otro lado, creo recordar que hay libertad de expresión. O por lo menos, eso nos hacen creer…
Si nos ponemos así, no debería
molestarnos que los musulmanes se excretaran en los cristianos por nuestras burlas
a Mahoma. Sin embargo, en este caso, aplaudimos las mofas. Pues igual. De eso
se trata, de no darle importancia a lo que no la tiene. Quien lo hace es
intolerante y rancio.
Me da vergüenza que, actualmente, nos hayamos convertido en verdaderos hipócritas. Cara al público, mostramos unos hábitos modernistas y somos más retrógrados que nuestros predecesores. Estamos enfermos, muy enfermos.
Al final, creeré que España
es un país de lerdos.
@Anna Genovés
Miércoles 11 de agosto de 2021
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