La bestia – Premio Planeta 2021
La bestia de Carmen
Mola (tomada de la Ed. Planeta)
Corre el año 1834 y Madrid, una
pequeña ciudad que trata de abrirse paso más allá de las murallas que la
rodean, sufre una terrible epidemia de cólera. Pero la peste no es lo único que
aterroriza a sus habitantes: en los arrabales aparecen cadáveres desmembrados
de niñas que nadie reclama. Todos los rumores apuntan a la Bestia, un ser a
quien nadie ha visto pero al que todos temen.
Cuando la pequeña Clara
desaparece, su hermana Lucía, junto con Donoso, un policía tuerto, y Diego, un
periodista buscavidas, inician una frenética cuenta atrás para encontrar a la
niña con vida. En su camino tropiezan con fray Braulio, un monje guerrillero, y
con un misterioso anillo de oro con dos mazas cruzadas que todo el mundo
codicia y por el que algunos están dispuestos a matar.
Reseña personal
Desde mi punto de vista, La
bestia, es un caballo de Troya que intenta atrapar a diferente público;
de un lado, a lectores abigarrados habituados a las historias que, el marketing
editorial denomina “literatura femenina”. De otro, a los leedores del
popularmente apelado “realismo sucio”. Pero, al estar llena de descripciones
detalladísimas –cuanto más, mejor— queda apartada del minimalismo de esta
corriente. Encuadrada, por tanto, dentro de un realismo con énfasis en el
contexto histórico y social de la época. Me atrevería a decir que, el verdadero
género literario del manuscrito, es el naturalismo. Wikipedia nos lo aclara…
…
“El naturalismo literario está basado en reproducir la realidad con una
objetividad documental en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes como
los más vulgares, desagradables o sórdidos. Su máximo representante, teorizador
e impulsor fue el escritor Émile Zola” …
Es evidente que, Mola, no
es Zola ni de lejos. Sin embargo, gustará a los amantes de la “literatura
femenina” que quieran experimentar con escenarios más sucios de lo habitual, hasta
les cautivará y emocionará recordando las historias que nuestros mayores nos
contaron alguna vez: esos tiempos añorados por tantas personas. Por el
contrario, los apasionados del “realismo sucio” puro, tal vez, puedan cansarse
de los minuciosos e innecesarios relatos encajados en las tramas principales como
verdaderos ágapes para rellenar y finalizar el compendio con algo más de quinientas
páginas. En ocasiones, La bestia, se convierte en un manual híperpedagógico
de un viaje en el tiempo al Madrid del XIX. Quizá, Mola, pretenda hacernos ver
cómo ha cambiado.
Se presenta en cuatro partes.
La primera nos habla de la bestia, bestia: monstruo abominable que se encarga
de secuestrar y descuartizar a niñas pequeñas de baja ráela; habitantes de los
arrabales construidos fuera de las murallas de la ciudad.
Algunos flashes me recordaron a las
descripciones empleadas por de Patrick Süskind en El perfume –aunque
la misma se desarrolle en París un siglo antes—: la putrefacción, obscenidad y
malignidad, contrastando con la pureza de las víctimas.
Esta primera historia –para mí
la más interesante—, queda cuasi olvidada en el segundo y tercer libro
donde las historietas se suceden, a veces, sin una guía lo suficientemente consistente
como para darle la credibilidad que se persigue.
Es, por tanto, en esta parte
central, donde se desarrollan la mayoría de personajes –entre ellos la
bestia hermosa y carnívora como la flor de la portada—, algunos con más peso
que otros, pero, que los autores, como patres familias, guillotinan a su
antojo para dar paso a héroes desconocidos que te llevan al quid de la
cuestión, el escenario religioso/político del período: los frailes contra el
pueblo y los carlistas contra los isabelinos. Todo ello aderezado con los
restos de nigromancias del medievo rivalizando con los adelantos científicos.
El tramo final da paso al
ansiado desenlace que, como una nueva matrioska, nos muestra dos finales:
el primero, el consecuente con los acontecimientos vividos. El segundo, el archiconocido,
de lágrima fácil para conmover a la platea.
El estilo gramatical del
volumen es sencillo con algunos grandilocuentes o inusuales calificativos que
la adornan. Si bien, hay que resaltar que, en ocasiones, se utilizan
expresiones e ideas inverosímiles para la época en cuestión –recordemos que la
obra sucede, íntegramente, en el Madrid del año 1834—. Este hecho, disminuye el
rigor histórico. La puntuación, opino que no es tan rigurosa como debería.
…
“Clara tirita de frío en el rincón de su celda. La sangre ha empapado el jirón
de vestido que le dio Miriam. Un coágulo se extiende desde la tela hasta su
vagina cuando la separa y se mira con curiosidad los genitales. Le duelen las
piernas como si estuvieran a punto de explotar, pero, más allá de ese dolor, no
se nota diferente. En las Peñuelas, su madre le hablaba de la transformación
que el menstruo obraría en ella: convertida en mujer, preparada para engendrar”
…
Mola,
Carmen. La Bestia (Autores Españoles e Iberoamericanos) (Spanish Edition) (p.
421). Editorial Planeta. Edición de Kindle.
Dudo que, en esa etapa, las
madres hablaran a sus hijas –con diez años y del último escalón jerárquico social— de la menstruación, cuando a mediados del XX solía ser
hasta pecado mencionarla. Actualmente, sí se les habla de la misma con
naturalidad.
Otra expresión dudosa para la
época es, por ejemplo, «hacer un francés» si nos atenemos a algunas
fuentes que hablan de su origen.
…” Las
francesas no le hacen ascos a nada, por algo le llaman «hacer el francés».
Y la verdad es que nos lo deberíamos pensar porque a los hombres les gusta” …
Mola, Carmen.
La Bestia (Autores Españoles e Iberoamericanos) (Spanish Edition) (p. 482).
Editorial Planeta. Edición de Kindle.
Distinguí cuatro bestias. El cólera
–que pasa desapercibido en un tortuoso teatro de cadáveres malolientes y aprensión—.
El esclavo que –a modo de asistente de Drácula— secuestra y deja los
cadáveres esparcidos por oscuros lugares pestilentes. La ejecutora
–belleza y señora que, hace y deshace no como se le antoja sino como le
ordenan—. La verdadera bestia, aquella que mueve los hilos cubierta de un
tupido velo al que nunca se asoma.
Así mismo, hay que señalar los
paralelismos que muestra la obra con los tiempos calamitosos que vivíamos en la
fecha del galardón. Puesto que La bestia nos revelaba un
Madrid pavoroso, en plena epidemia de cólera, en la realidad, vivíamos la
violenta pandemia de la covid19. El mundo —implícito el jurado del Premio en
cuestión— estaba altamente sensibilizado. Este hecho, unido a la ponderación
femenina de los últimos años, pudo inclinar la balanza para que, La
bestia, se hiciera con el Premio Planeta 2021.
Imagino al jurado revisando el
manuscrito: «¿Cómo? Por fin una mujer se atreve a escribir sin pelos en
la lengua, como los hombres. ¡Viva el feminismo!». ¡Cómo se quedarían al
descubrir el pastel! Pues Carmen Mola son, como todos sabemos: Antonio Mercero,
Agustín Martínez y Jorge Díaz, quienes con anterioridad habían publicado la
trilogía de La novia gitana.
Del otro lado, los escritores,
pudieron indicar todo lo contrario: «¡Jaque mate a todas las feministas! En
una sociedad casposa, está mal visto que la pluma femenina sea tan minuciosa como
depravada».
Carmen Mola es la bestia de
las bestias porque en un solo cuerpo reúne tres cabezas pensantes. Hay que
reconocer que, el folletín, tiene gancho. ¿Quién sabe si en la próxima edición será
un solo cerebro con dos ovarios quien obtenga el trofeo, incluso sin ser guionista
o presentadora/or de televisión?
©Anna Genovés
20 de marzo de 2022
"La Bestia" muestra una de sus mayores virtudes, en mi opinión, en ser un thriller histórico que se lee con facilidad, al punto de que, pese a sus voluminosas 541 páginas, pude concluirlo en pocos días. La capacidad de enganche que posee se debe, entre otras razones, al hábil empleo del "cliffhanger" dentro de su estructura. La técnica del cliffhanger, o sea de un final de episodio que queda "colgado de un precipicio", implica un suspenso obtenido gracias a una frase o situación que deja al espectador ansioso por saber qué ocurrirá después. En esta obra, los tres autores que se sirven del seudónimo "Carmen Mola" utilizan, sin excederse, ese potente recurso narrativo. Tal vez el paradigma de final de episodio donde se advierte ese recurso se encuentre en el capítulo 22. Allí veremos cuando la adolescente Lucía descubre, con horror, que el cliente que se filtró de improviso en su burdel es el brutal asesino conocido como "La Bestia" ("...En la habitación está el gigante de la piel quemada. --¡Qué creías, que no te iba a encontrar?...").
ResponderEliminarA su vez, la técnica de las "vueltas de tuerca" es moneda corriente en la trama. Este otro recurso ayuda a que el capturado lector siga con deleite esa cabalgata alocada que los escritores imprimen al relato. Morirán personajes con los que el lector se había encariñado (el golfillo Eloy y el periodista Diego Ruiz entre otros). Morirá incluso bastante pronto el asesino que inspira el título del libro. Personajes que parecían nobles como Ana Castelar se descubrirá que pertenencen a la orden malévola de "Los carbonarios". Tras la investigación se sabrá que estos sediciosos son los verdaderos culpables de secuestrar a niñas púberes para sacrificarlas cuando alcanzan su primera mentruación. El argumento parece perder su credibilidad al paso de las páginas. Sin embargo, y he aquí la virtud esencial de la novela, los autores saben mantener con maestría el ritmo y la intriga.
No había visto el comentario. Muy interesante. Para novelas históricas y thriller histórico, le recomiendo que lea a Matilde Asensi o a Julia Navarro; sin lugar a dudas, las mejores con diferencia. Y no necesitan ser tres mosqueteros, se valen por ellas mismas.
EliminarUnas mujeres como la copa de un pino, sin seudónimos.
Muchas gracias. Atentamente, Anna Genovés