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Transexuales: una realidad

La sexualidad es un tema que actualmente ha dejado de ser tabú. En psiquiatría se define como orientación sexual a la inclinación o preferencia de un sexo hacia otro, otros o ninguno. La clasificación general, que solo recoge parte de esas particularidades, es la siguiente: homosexual, heterosexual, bisexual, asexual y pansexual.

Del mismo modo, se cataloga la identidad sexual como la concordia que tiene el individuo con un determinado sexo, independientemente del sexo biológico con el que haya nacido. Mayormente, las personas se identifican con su sexo biológico hombre o mujer. Sin embargo, otras, lo hacen con el opuesto. Cuando esto sucede, los afectados, en muchos casos deciden cambiar de sexo mediante operaciones quirúrgicas y tratamientos hormonales. Pasen o no por cirugía se les conoce como transexuales o ‘trans’. A su vez, un ‘trans’ puede tener inclinaciones homosexuales, heterosexuales, pansexuales, bisexuales o a sexuales.

Pese a estas tipologías científicas, los grupos minoritarios suelen sufrir discriminaciones. Debe ser una experiencia traumática... Imaginároslo por un momento, nacer con un sexo que está en total desacuerdo con tus verdaderos sentimientos. Si intento ponerme en la piel de algún transexual, os juro que me hago cruces. ¡Qué valientes! Los admiro. No es un tema trivial aunque se haya ridiculizado o se hable del mismo con frivolidad. No. Es algo muy serio que, en nuestros días, está ocupando el lugar que le corresponde.

Conozco ‘trans’ de ambos sexos y veo lo que sufren. Muchas personas con preceptos estrictos los rechazan. ¿Qué culpa tienen ellos de haber nacido con un cuerpo que no se corresponde con su identidad? Es lógico, pues, intentar cambiar tu envoltura al precio que sea. A los géneros conocidos científicamente: femenino, masculino, hermafrodita... habría que sumarle el sexo transexual. Desde mi punto de vista, leyes y reglamentos debían adaptarse a la realidad. Nada mejor que conocer diferentes historias para acercarnos a ellos.



Un ejemplo de integración absoluta lo protagoniza la atleta Antía Fernández, transexual y jugadora de voleibol del equipo olímpico español. Con anterioridad lo hicieron Óscar Sierra, en fútbol americano, y en los años 40 María Torremadé, corredora que dejó el deporte por el cambio de sexo. Antía Fernández ha tenido más suerte. Como ella misma dice: «Me faltaba ese jugar en equipo que ahora tengo. Que te traten en femenino». Y añade: «Aunque hagas una transición tardía, siempre sabes quién eres. Y yo nunca me sentí un chico». Ciertamente, no ha dejado de luchar hasta conseguirlo. Reconoce que pese a tener el DNI femenino, la excluyeron en tres deportes porque el reglamento era intransigente con la transexualidad. La entrevista que la periodista Gladys Vázquez le hizo para el diario La voz de Galicia, no tiene precio: «Solo quiero sentirme una más». Antía es toda una pionera. Aplaudámosla.

Otro caso muy distinto, pero igualmente solidario con la comunidad ‘trans’, lo encontramos en la provincia de Misiones (Argentina). El número de transexuales, operados o no, es elevado. Para perseverar la salud de este colectivo se ha aprobado un programa dentro de la Ley de Identidad de Género –avalado por las ONG locales, el Ministerio de Derechos Humanos y la Cruz Roja—, en el que los ‘trans’ podrán adquirir prótesis, medicamentos y tecnología médica punta gratuitamente; de lo contrario están arriesgándose a contraer cualquier enfermedad o incluso perder la vida con tratamientos de riesgo. Un modelo de igualdad que debían plantearse muchos gobiernos.


No obstante, en las cárceles españolas existen muchos casos de personas transexuales que, por desinformación propia o del funcionariado, son excluidos de sus derechos. María José Lastra, fue pionera en muchos aspectos. Consiguió que la trasladaran al módulo de mujeres sin estar operada. Poco después, regresó al pabellón masculino por sufrir la transfobia de algunas funcionarias. María José narra cómo a las mujeres ‘trans’ se les priva de toda necesidad femenina: se les quita el maquillaje, las medias, las faldas, tratamientos hormonales... En la mayor parte de nuestro país no existe una regulación carcelaria específica para este colectivo. Si bien, gracias a la valentía de esta mujer, se están logrando muchos triunfos.


Euskadi: un ejemplo a seguir. Es la primera comunidad autonómica española en la que se permite que una persona sea tratada en función del género que elija durante el proceso de asignación sexual. Y este, puede rectificarse en el Registro Civil vasco correspondiente. No importa que sea una persona nacida en España o inmigrante. O que en el país de origen todavía no esté reflejado su cambio de identidad, así lo cuenta la ‘trans’ hondureña Alexandra Licona.


En las sociedades actuales, donde la tecnología es un arma poderosa, los actores aportan su granito de arena o su propia experiencia. Laverne Cox es una actriz ‘trans’ que se ha hecho famosa interpretando a Sophia Burset en la serie Orange is the new black; papel por el que fue nominada a los Emmys de 2013. Laverne es defensora de los derechos de la comunidad LGBT. El 9 de junio de 2014 se convirtió en la primera mujer transexual que apareció en la portada de la revista Time.

La filmografía sobre temática ‘trans’, es numerosa. Un indicador de que avanzamos por el camino correcto. Sin ir más lejos La chica danesa tiene varias nominaciones a los Óscar de 2016. Pero ya en los 70, encontramos Un año con trece lunas. Otros films a tener en cuenta son:

 

Hedwigand the Angry Inch


Laurence Anyways


FuneralParade of Roses


Tomboy



Mi vidaen rosa


The Ballad of Genesis and Lady Jaye


Transamerica


Hace años, escuché a mi madre contar historias sobre la juventud de mi abuelo. Parece ser que, por aquel entonces, era común meter a los homosexuales en bidones para después pegarle patadas y hacerlos rodar por las calles. ¿Qué animaladas harían con los transexuales? El vello corporal se me eriza solo con pensarlo. Por suerte, ha pasado más de un siglo desde aquellas barbaries. A fecha de hoy, la comunidad ‘trans’ es un rol casi tan asentado como el homosexual o la heterosexual, debemos seguir trabajando para su total integración.

Como dice el proverbio español: «Vive y deja vivir». Y agrego: «Si puedes solidarizarte con los grupos minoritarios –el que sea. Huelga decir que no hablo de política, religiones... y etcétera, mejor». Siempre juegan en desventaja.

©Anna Genovés

22/01/2016

Conchita Wurst | Rise Like a Phoenix (Subtitulado al español). El cantante Thomas Neuwirth se trasformó en Conchita Wurst en un gesto de tolerancia y aceptación con la comunidad ‘trans’ y ganó Eurovisión en 2014.








De médicos y enfermeras

Recuerdo que siendo niña tuve mi primer contacto con el Hospital General de Valencia. Mi mejor amiga contrajo viruela negra y estuvo a punto de marcharse al otro barrio; por suerte, sigue vivita y coleando. Cuando entré en la sala donde estaba hospitalizada me pareció la estampa más terrorífica que había visto; unas señoras con cara de Rottenmeier, cofias y batas almidonadas, blanco muerte, te miraban de reojo para que no estuvieras más tiempo del oportuno, no hablaras fuerte, no les dieras nada de comer... Vamos, que los visitantes apenas respirábamos.

La habitación era enorme, tenía poca luz y muchísimas camas con rostros demacrados. Mi amiga estaba separada del resto de pacientes por unos parabanes níveos. Hace unas semanas, descubrí la serie The knick –basada en las vivencias de un hospital neoyorkino de principios del XX. Magnífica—, y, en muchas escenas, evoco aquella traumática experiencia. Actualmente, poco o nada queda de aquel lúgubre sanatorio. El interior está completamente remodelado y ha desaparecido la rigidez del personal sanitario de antaño. Pero, ¿es solo apariencia? Después de diversas negligencias médicas que he escuchado, tengo mis dudas.

Omitiré que, en ocasiones, los celadores pasan del enfermo a no ser que esté muriéndose; o que existan demasiado conocidos con dolor neuropático postoperatorio; o que se le diagnostique a uno tal enfermedad que no tiene; o qué sé yo…, quizás que te corten la extremidad que no corresponde. Puede tratarse de leyendas urbanas de mal gusto y con muchas incertidumbres de por medio. Pero, voy a comentaros dos pericias que viví como acompañante.

La primera anécdota sucedió en el General. Fui con una amiga a Urgencias porque se le había reventado un quiste sebáceo y el Centro de Salud estaba cerrado. Tras el primer control médico, la trasfirieron a básica. Esperamos tres largas horas hasta que la atendieron; y el doctor le dijo, en reiteradas ocasiones, que eso no era urgente: se trataba de un forúnculo piloso. En esos momentos no supuraba y el matasanos ni tan siquiera le palpó el bulto antes de mandarla a la rúe entre risitas, como diciendo: «Será gilipollas, la pava». Una vez en casa, se dio una ducha y el pus surgió nuevamente. Desde luego, no volvimos al sanatorio. Estrujamos el susodicho hasta la médula. Ahora, tiene una herida de aquí te espero. Ya veremos cómo queda.



El segundo descuido tuvo lugar en La Fe. Otra conocida fue a Urgencias con un dolor agudo en la garganta; le detectaron un nódulo y la operaron días más tarde. La hilera de camillas adosadas a las paredes era una procesión interminable; en un lado estaban los que esperaban ser intervenidos, en la otra los postquirúrgicos. La citaron a las nueve de la mañana en ayunas, pero no entró a quirófano hasta las dos. Le pintaron un redondel negro en la parte izquierda del cuello para que el cirujano no se equivocara de lado. Un hombre se acercó para decirle que era el anestesista. Inmediato, le metió un chute que repitió en los brazos de todos los encamados como si fueran un rebaño a punto de entrar en el matadero. Las señoras de la limpieza entraban y salían frenéticas de los quirófanos como si hubiesen pegado un mochazo por el WC. Ya no tiene nódulo, pero ha cogido una infección postoperatoria de caballo; hasta las cejas de antibióticos y con seis quilos de menos.

Tenemos infraestructuras clásicas y, otras, de los más cool. Pero, ¿está cualificado el personal sanitario, administrativo, limpieza y etcétera... de los hospitales? ¿Hay suficiente? ¿Por qué esa falta de respeto? Somos personas y a nadie le gusta estar enfermo. Como dice el refrán: «Al hombre pobre, la cama le come».

Imagino que estas cosillas... por extensión, suceden en muchos hospitales públicos de otras ciudades. A ver si resulta que cuando estaban las Rottenmeier de bata blanca todo iba mejor. ¡Ojalá me equivoque! No queremos retroceder sino avanzar.

©Anna Genovés
Modificación 10/01/2016



The Knick Season 2 Soundtrack - It's My Eye

Del papel al ciberlibro

Hace bastantes años, en la universidad, tenía un profesor al que apodaban El Chiflado porque, entre otras cosas, no utilizaba maletín sino un portátil prehistórico en el que introducía sus libros y nuestros caretos, con pluses y reversos.

El hombre siempre nos repetía lo mismo: «Ustedes ríanse de mi computadora móvil que dentro de unos años todos tendrán uno como este y los libros engorrosos y pesados habrán desaparecido. Sí, sí… ya sé que dicen que estoy como una cabra, pero digo la verdad. Además, imagínense, que hubieran existido estos artefactos desde el inicio de la Humanidad… ahora, tendríamos los miles y miles de volúmenes que se quemaron en la Biblioteca de Alejandría. O los infinitos ejemplares que ardieron en las piras de los malditos inquisidores. ¡Es el futuro! Tiempo al tiempo...». Y, ciertamente, tenía parte de razón.

Se ha cambiado el sonido y la fragancia de los volúmenes carismáticos, sobre todo de esos que se apelotonan en las estanterías y, sin darte cuenta, soportan más años que tu esqueleto; por el tacto metálico y despersonalizado de los e-books. Si he de seros franca, hasta hace un par de años, no me terminaba de acostumbrar a la lectura en pantalla, y eso que soy proclive a los modernismos. No obstante, una vez metida en el ajo, a fecha de hoy, solo leo ejemplares electrónicos. Tengo una Samsung Tab III, de segunda mano, que intercambié en Cash Converters por una serie de artilugios obsoletos –no había para más—, y me funciona de maravilla. Además, como tiene acceso a Internet, puedo pasear por las redes o la blogosfera; algo imposible con los lectores habituales. Pero, cada cual tiene sus preferencias; mis amigas son acérrimas del Kindle. Del otro lado, muchos conocidos son fanáticos del papel. Tenemos suerte de poder elegir. Mientras pueda, para dar gusto a los dos bandos, seguiré autopublicándome en uno y otro formato...




Todo es cuestión de sopesar en una balanza, los pros y los contras de ambas propuestas. Tantear las preferencias como individuo. Se me ha ocurrido hacer una lista de ventajas y desventajas que pueden tener los libros electrónicos, ¿a ver qué os parecen?

Ventajas de los e-book
· No ocupan sitio y puedes llevarlos a cualquier lugar.
· Acceso ilimitado y rápido.
· Corrección de errores y actualización de información.
· Letras al tamaño que necesites; ideal si tienes problemas visuales.
· Tanto editores como lectores, tienen más obras a su alcance.
· Mediante el buscador, encuentras cualquier cita que recuerdes.
· Interacciones con los autores mediante las redes sociales.
· Diccionario para dudas e hyperlinks para información adicional.
· Son mucho más económicos.

Desventajas de los e-book
· Los equipos tienen un coste elevado inicial.
· Si no tienes ordenador y conexión a Internet, no puedes leerlos.
· Los dispositivos pueden averiarse o extraviarse con toda la información.
· Los lectores necesitan tener conocimientos básicos de informática.
· Desaparece la presentación tradicional del libro.
· Muere el tacto de las hojas, la perfume...
· Son más proclives al plagio y a la piratería.

Este último punto es el más escabroso para editores y escritores. Ayer, una colega, me dijo: «Mi chico se ha bajado una de tus novelas por la patilla». De entrada, me quedé patidifusa. Me pregunte a mí misma: ¿Cómo puede ser si soy una escribidora de chicha y nabo? Pero, hoy, he buscado mi nombre en Google… ¡he flipado en colores! Existen unos trescientos noventa mil ítems aproximados. Me ha picado la curiosidad y he averiguado que mi camarada no mentía... Hay varias páginas en las que se pueden descargar Tinta amarga y La caja pública | relatos, por the face. Pero ni pienso denunciarlos ni deciros cuáles son. Me queda la satisfacción de ser leída, aunque no gane más guita que para pipas. No obstante, sé que gusta lo que escribo; hasta me he sentido halagada leyendo los comentarios...


Eso sí, los dos últimos títulos: El Legado de la Rosa Negra y Las cicatrices mudas, no aparecen sin pasar por la pírrica taquilla de 2,99€. Y recordad: este mes, promoción de El Legado de la Rosa Negra a 0’99€. Está mal que lo diga, pero, superan a sus predecesores. Mi pluma está más afilada, y, también, más curtida.

Señores y señoras, amigos: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que arroje la primera piedra» (Juan: 8-1-7).


©Anna Genovés
07/10/2015


Mr. Robot - Main Theme




Nuestras queridas mascotas

Que el perro se parece a su dueño, es un refrán muy conocido. Cuando lo escuché por primera vez, paseaba por la playa y vi a un caballero con un buldog. Los miré y me entró la risa floja: eran iguales.

Bromas aparte, el mero hecho de abrir las puertas de casa a una mascota, puede cambiar radicalmente nuestras vidas. Además, conlleva muchas responsabilidades. Ellas piden poco y saben recompensarnos. Tienen la capacidad de animarnos cuando lo necesitamos. Suelen comprendernos mejor que nadie y se convierten en un miembro más de la familia al que mimar, cuidar, pasear, amar y comprar todo lo que necesite.

Tener un animal de compañía nos hace menos egoístas y nos enseña a dar lo mejor de nosotros. A ellos no les importa nuestra economía ni nuestros defectos; sólo nos piden cariño. Algo que puede ser muy positivo. Pero, ¡ojo al elegirlos! Cuanto más exóticos sean más cuidados requieren. Los expertos se decantan por los canes o los gatos. Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre, ¡por algo será!

En el presente, es fácil encontrar espacios dedicados exclusivamente para ellos: guarderías, servicios de acicalamiento, clínicas y hospitales, ferias, exposiciones, concursos, asociaciones para su defensa y protección, y lugares públicos de esparcimiento. Aunque no todos los dueños están concienciados para su uso.

No obstante, en algunas ocasiones, el mero hecho de adquirir una mascota es puro capricho, y pasado un tiempo, se descuidan: sobre todo, en verano. Las asociaciones de protección de animales, alertan de los múltiples abandonos. Recordemos que el desamparo de cualquier animal en la vía pública puede provocar accidentes graves. Por no hablar del maltrato que sufren algunos… La tortura, es algo aterrador que ningún ser vivo debería padecer. ¡Qué fácil es aprovecharse de los más débiles!

Los entendidos indican que la mejor mascota, es el perro labrador; una raza canina originaria de Terranova que se ha extendido por todo el planeta hasta convertirse en el linaje más popular y prolífero. El perro labrador es afable, inteligente, enérgico, gentil, bondadoso y trabajador. Suelen formar parte de las brigadas caninas de la policía en operativos antidroga, antiexplosivos, búsqueda y rescate de víctimas… Comportándose como verdaderos héroes. 

Adiestrados, los perros labradores son una de las especies más dóciles, obedientes y talentosas que existen. Ideal para convivir con los niños. Sin embargo, necesita mucho cariño. Para educarlo se requiere paciencia y autocontrol. Al mismo tiempo, hay que tener cuidado con la comida porque es un perro muy comedor que necesita paseos diarios prolongados.

Mis consejos

Si te has decido por un cachorro de perro, al principio echará de menos a su madre; para contrarrestar la falta de afecto materno, puedes ponerle una bolsa de agua caliente envuelta en una toalla o cojines para que se sienta mejor.

Si has elegido un gatito, recuerda que son tan mimosos y juguetones como independientes. Para que no se afile las uñas en los muebles, deberás ponerle una cesta de mimbre.

Mahatma Gandhi era un fiel amante de las bestias, y decía: “Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma de tratar a sus animales”.

©Anna Genovés
Modificado 15/08/2015

Neil Young - The loner (sub - español)



Tópicos y personajillos veraniegos

He pensado muchísimo sobre el tema… Y, al final, me he decidido a escribir esta entrada repleta de tópicos, comediantes y experiencias, mayoritariamente graciosas, relativas a esa estación del año tan especial llamada verano. Sobre todo, porque la mayoría de personas tienen unos días de asueto.

Peculiaridades del estío que recuerdas por lo entrañable del momento o por el mero hecho de olfatear la fragancia preñada de sol que te acuna en sus faldas. Sea como fuere, en verano estamos más alegres que de costumbre; quizás nos favorezca un pelín de bronceado sobre la piel o simplemente que la sonrisa aflore sin motivo aparente.

Y, ¿quién no recuerda a esos especímenes sui géneris que florecen cuando aumentan las temperaturas como los champiñones? Pero, ¿qué sería el verano sin ellas y ellos? pongamos por ejemplo a los…

1. Los tanoréxicos: los adictos al bronceado –más proclives en hembras que en machos—, que no contentos con los bronceados de cabina, están esperando la primavera para lanzarse a la playa y adquirir ese moreno maleta que tanto les agrada. Les importa un rábano que los dermatólogos repitan hasta la saciedad que hay que tomar precauciones: ellos a los suyo.  Se han convertido en piezas imprescindibles de sombrillas y tumbonas.

2. Los cerveceros: personajes que se pasan el verano en las hamaca o los chiringuitos circundantes; bañata ajustado, cadenas al cuello y bebiéndose toda la cerveza que su hechura aguante: barriguita incluida. La mujeres no se libran: haberlas ahílas. Este año tenemos un nuevo ejemplar que entraría dentro de este rol: los llamados fofisanos. Que, en parte, han puesto de moda los hollywoodienses por aquello, digo yo, de estar hasta los mismísimos cataplines de pasarse horas en el gimnasio para marcar body después de los 40… ¡Ayyy…! Qué se la va hacer… la vida nos pasa factura a todos y, Héroes de Marvel, solo se puede ser en la pantalla grande.

3. Los metrosexuales y Barbies chulescos: esos que se pasan el día sin respirar paseando por la orilla de la playa o la piscina, luciendo musculitos y broceado dabuti. Centro de atención de hombres y mujeres de a pie, como tú y como yo, por aquello de, ¡menudo cuerpazo! Pero, ¡ajjj…!!! Lo que tendrán que currárselo en el gym para mantener la tableta de chocolate abdominal o los glúteos redondeados y sin pizca de celulitis: nada de cerveza, ni helados, ni pizza, ni na de na. Cristiano Ronaldo, for ejemplo… Y hay que reconocer que tienen su mérito.

4. Los guiris socarrados: blanquitos mantecoso y reflectantes que pasan, en pocos días, a parecer gambas rojas del Mediterráneo. Achicharrados con aceite de coco sin protección y, en muchos casos, ingresados en urgencias hospitalarias por quemaduras superficiales o más. Y todos los años, sucede lo mismo… y no augura cambio alguno. Además, ya forman parte de ese museo cañí tan typical spanish.

5. Los superabuelos: rodeados de tropecientas sombrillas, bolsos, fiambreras, protectores solares, toallas, mudas de ropa, neveras portátiles, y, cómo no, numerosos renacuajos chillando porque unos quieren jugar con las olas y los otros hacer castillos en la arena con el cubo y la paleta. Ellas con batas de tirantes estampadas; ellos con pantalones cortos, camisetas y gorras. Cuando llega la siesta, los abuelitos echan alguna que otra cabezadita, y las yayas, a tejer algún que otro suetercillo para el bebé que está en camino o una colcha de ganchillo: no tienen precio.

Podría pasarme la tarde nombrando animalitos estivales con el mismo regusto que acabo de tomarme un café granizado con una bola de merengada. Pero solo mencionaré a los protagonistas veraniegos de la city: los Rodríguez. Una especie en extinción. Los conocemos de toda la vida; la mujer y los niños salen de estampida cuando acaba el colegio; hacia el apartamento, el chalé o la casa del pueblo… Los maridos se quedan solos y, separados de cónyuge y crías, comienzan la buena vida: nada de comida sana, de acostarse temprano, de ver programas de cotilleo o de olvidar la tasca con los amigotes y los pinchitos. Al cabo de unas semanas, son el vivo retrato del desaliño; se cambian los gayumbos de uvas a peras y engordan más de la cuenta... Pero, desde que la mujer se ha incorporado al mercado laboral, esta especie ha entrado en involución a la par que han aparecido las Rodríguez.  Y ellas, se cuidan, salen con las amigas a divertirse y terminan el verano más guapas que cuando empezó. Quizás con algún que otro affaire entre manos…

Y es que, en verano, el amor es más sencillo. Nada que ver con los amores otoñales y desgarradores; los invernales y suicidas, o los primaverales como las montañas rusas del parque temático de turno. En verano la cosa va de sexo espontáneo como las burbujas de champagne, que, igual que suben la moral, finalizan. Sin malos rollos, se va a lo que se va y punto.

Sin embargo, el verano significa mucho más… Olvidar el trabajo, el reloj e incluso el día de la semana; leer lo que no has podido durante el invierno, juegos de mesa, comer helados, olvidar la tecnología, sentir que las prendas se adhieren a la dermis, conocer gente, sombreros de paja, verbenas, mojarte bajo una tormenta de granizo caliente, utilizar chanclas, no pegar ojo en toda la noche, llevar el cuerpo molido de picotazos de bichejos, emborracharte y dormirla bajo una palmera, desayunar espaguetis y cenar café con tostadas. Enamorarte de un atardecer, de un pueblecito perdido, de la amiga de siempre o del hijo de tu vecino…

Se podría decir que, el verano, es dejar de pensar, tumbarte a la bartola o hacer todo lo que no haces el resto del año, olvidando que el tiempo existe: dedicarte a vivir.

Para el poeta japonés Yosa Buson, el verano se reduce a…

“Es un placer atravesar el río en verano con las sandalias en la mano”.

©Anna Genovés
08/08/2015


Major Lazer (feat. MØ & DJ Snake) - Lean On (Traducido al español) subtitulado