Promoción Reyes
Descarga GRATUITA del libro de relatos
carnales Erótika los días 5, 6 y 7 de enero.
De las 196 páginas que tiene, Amazon proporciona
la lectura libre de las 18 primeras en las que se pueden leer los tres primeros
cuentos y el comienzo del cuarto. Os lo dejo, tal cual aparecen…
¡Feliz Noche de Reyes!
Erótika
Anna Genovés
Copyright © 2016 Anna Genovés
Todos los derechos reservados a su autora
Título de la edición: Erótika
Autora: Anna Genovés
Propiedad intelectual:
09/2015/427
ISBN-13: 978-1539188759
ISBN-10: 1539188752
ASIN: B01M2270Q9
A mis lectores. En especial a mis amigas
del grupo literario Divinas Lectoras
y a sus administradoras.
Presentación
Erótika es,
obviamente, un libro de relatos carnales. El volumen recoge algunas fábulas
sensuales publicadas en La caja pública |relatos. Todos customizados para esta
nueva edición. Se han añadido diversas historias de género inéditas. Cuentos de
picaresca y hedonismo donde la variedad de los personajes pueden rozar el goce
por casualidad o bien practicar el sexo duro sin que por ello se utilice un
lenguaje prosaico; vocabulario empleado únicamente cuando la situación y/o los
protagonistas lo requieren.
Las historias, por lo general, tienen
una tónica heterosexual. Sin embargo, existe un grupeto de temática gay,
lésbica y trans. Así pues, podemos descubrir el affaire entre dos jóvenes o el
desencuentro marital de una pareja madura. El manifiesto de una dominatrix o el
primer contacto sexual de una virgen, junto a otros testimonios que nos harán
vibrar de pasión, y, cómo no, nos sacarán más de una sonrisa.
Impresos siguiendo un orden
alfabético, poseen un toquecito de humor ácido o negro reflejado en los
cuartetos que, a modo de entradilla provocativa y simpática, sintetizan lo que
se va a leer a posteriori. Antes de cada fábula aparece una imagen, lo que le da un toque muy femenino. Los episodios confluyen en la última narración:
Erótika. Compuesta por varios apartados y cuya longitud podría ocupar una
publicación individual corta.
La historia de Erótika describe la vida
de una joven angustiada tras una ruptura sentimental que le arrastra por
caminos insospechados... Alentada por una amiga, Adriana se convierte en
Erótika y se registra en una red de contactos íntimos llamada Babilonia. Desde
ese instante, su vida cambiará radicalmente. Los encuentros sexuales con
desconocidos y las técnicas de dominación/sumisión del bondage van in
crescendo. Llegado este punto, su vida pende de un hilo.
¿Hasta dónde puede llegar una mujer
engañada por amor? Descubriremos la respuesta leyendo esta historia basada en
distintas experiencias que algunas amigas me contaron y que he agrupado con
total libertad combinando la realidad con la ficción. El personaje masculino
está encarnado por el tatuador que dibujará su cuerpo con verdadera devoción;
un hombre de mundo que la perturba emocionalmente.
Como dijo el maestro del sadismo, el
Marqués de Sade: «Respetemos eternamente el vicio y no combatamos sino la
virtud».
De igual forma, podemos acercarnos a
la reina de la sensualidad para comprender esta antología de relatos eróticos.
Anaïs Nin explicó al detalle sus vivencias aderezadas con fantasías
extraordinarias que recogió en estas palabras: «El erotismo es una de las bases
del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía».
Anna Genovés
Contenido
1. Ángel
o demonio
2. Arbustos
y otras hierbas
3. Cosas
de hombres
4. Dominatrix
5. Elástica
6. El
club de costura
7. El
conductor
8. El
tercer sexo
9. Huesitos
10. La
abogada
11. La
bella Lin
12. La
Madonna
13. Kits
eróticos
14. Kizzi
15. My
chocolat
16. Patrick
17. ¿Quieres
patinar?
18. Sexo
exprés
19. Sin
pareja
20. Sueños
de poeta
21. Tacones
de aguja
22. Una
cocina apetitosa
23. Wasapéame
24. Erótika
1. Ángel o demonio
La belleza es un arma
de doble filo
el asesino es un Apolo
que delinque
Christian era tan guapo que todos le
conocían por su apodo: Cara de ángel. Era hijo de una cuarterona senegalesa con
sangre iraní y de un medio libanés cuyo padre había llegado a Colombia desde
Dinamarca.
El chico había heredado unos preciosos
ojos turquesa de mirada seráfica a lo Monty Clift; un óvalo como Fredrik
Ljungberg cuando anunciaba slips Calvin Klein. Un cuerpo igual de esculpido que
Brad Pitt en El club de la Lucha y una piel sedosa con un puntito de café Illy
arábigo.
Un espécimen más suculento que un
queso Gran Reserva de la Dehesa de Llanos. Sin embargo, el querube tenía genes
depredadores.
Comenzó a delinquir a una edad
temprana. Por su vasto historial policial existían todo tipo de delitos por los
que cumplía condena en la cárcel de La Picota de Bogotá. Empero, Cara de ángel,
sabía camelarse a todo el mundo con apenas una caída de párpados.
En comisaría había intimidado con una
policía y esta había difundido sus fotografías por las redes sociales. ¡Madre
mía el club de fans que tenía! Y las animaladas que le ponían las mujeres, como
si nunca hubieran visto a un hombre atractivo. Ni Sandokán cuando llegó a
España allá por los 70 y salieron todas las madres del Cuéntame con pancartas
que decían: “Queremos un hijo tuyo”. Por lo menos, el actor hindú era todo un
gentleman.
Cara de ángel superaba todas las
pruebas. Había conseguido su propio trono por razones obvias. Hasta el gobierno
colombiano dejó que la prensa rosa de USA entrara en prisión y lo fotografiara
a cambio de untar sus bolsillos. Al final, se fugó de la penitenciaría y fue a
parar a una banda criminal que operaba en la famosa colina de Los Ángeles, muy
a juego con su sobrenombre.
***
Pam era una actriz decadente. A sus 44
años nadie le ofrecía un papel en TV y menos en la gran pantalla. Pese a ello,
vivía en una lujosa mansión de Hollywood. No obstante, como tantas estrellas
venidas a menos, estaba más sola que la una.
Una corte de siervos amenizaba sus
días embalsamados en champagne y Beluga. Reían sus gracias, esnifaban cocaína y
follaban como locos. Después, cada uno volvía a su cuchitril de oro y diamantes
de sangre.
La servidumbre recogía los excesos de
las orgías, mientras ella dormitaba repleta de barbitúricos con un antifaz de
colágeno y diversos vibradores: los coleccionaba por si en algún momento se
terciaba utilizarlos.
Esa noche, sus caprichos la habían
mantenido como una espectadora VIP: voyeur de luxe. Le apetecía un totum
revolutum de cuerpos gimiendo. Era feliz viendo cómo goteaban las vaginas
repletas de semen y cómo lo machitos del celuloide se fornicaban unos a otros.
Al final, había conseguido formar un
trenecito en el salón de su excelsa residencia. Esfínteres ligados por las
vergas de sus vecinos. Cuando acabó la bacanal, se retiró a sus aposentos
privados. Dormía profundamente cuando escuchó a su chihuahua albino ladrar.
–Tarzán –dijo soñolienta—. Ya sé que
te he dejado fuera de la habitación. Hoy quiero dormir sola.
Pero no pudo conciliar el sueño.
Se dispuso a introducirse un vibrador
de última generación con secreción seminal y turbo orgasmo de Victoria
Secret –una colección muy cool que la
celebrity vendía en exclusiva a sus íntimos—. No obstante, tras acariciar sus
labios vulvares y sentirse húmeda. Los chillidos de Tarzán la desorientaron. Se
puso la bata de satén con cristales de Swarovski y salió al pasillo. Al abrir
la puerta, descubrió al primoroso chucho con el cuello roto. Cubrió su boca
para no chillar. La sombra de un hombre encapuchado husmeaba por el despacho de
la caja fuerte.
Pam regresó a su cuarto, sigilosa.
Minutos después, volvió a salir y se deslizo, agazapada, hasta la estancia
inferior.
***
Cara de ángel había abierto el cofre
de las joyas; estaba claro que alguien le había dado el soplo. Se había quitado
el pasamontañas, le gustaba trabajar a rostro descubierto. Cuando Pam lo vio,
supo inmediatamente de quién se trataba. Sabía que su cuerpo lucía con
múltiples tatuajes carcelarios: uno por cada delito cometido. Y también lo
apetecible que estaba. Relamió sus labios glotones; su cuerpo experimentó una
secreción extrema. La misma que cuando practicaba cualquier deporte de riesgo,
se había excitado al ver a ese delincuente con tesitura de Apolo. Apretó sus
muslos mirando la boca del adonis; imaginándola lamiendo su clítoris. Unos
salvajes temblores brotaron de su vientre.
–No te muevas o te vuelo los sesos
–dijo Cara de ángel en un inglés chapucero.
–¿Por qué no hablamos primero?
–propuso la vieja gloria abriéndose la bata y exhibiendo sus perfectos senos
siliconados, talla 100.
–¡Pendeja! Aunque tengas una figura
apetecible, me he trajinado a tantas mujeres que paso. Se abren la “cuca” sólo
con olerme –Cara de ángel se tocó la entrepierna con vulgaridad—. Además me
gustan jovencitas. Niñas, no momias.
–Si quieres pasamos un buen rato.
Después, te doy las joyas. El seguro me pagará su valor y los dos saldremos
ganando –insinuó Pam con sigilo.
–¡Corta el rollo! ¿A ver qué sabes
hacer? –sugirió Cara de ángel apuntándola con su Glock.
Pam sacó el súper vibrador de un
bolsillo y lo deslizó por su piel aterciopelada hasta introducirlo en su
hendidura, jadeante. El falo del agraciado delincuente se puso como una barra
de acero al rojo vivo. Dejó el arma y se acercó a ella.
–Eres una mujerona con la “totona” muy
caliente. A ver si tu trasero responde igual –le pegó una palmada
extremadamente fuerte. Un latigazo que dejó las nalgas de Pam marcadas. La
hollywoodense gritó de placer.
–Te gusta clavarla por detrás y con
fuerza, ¿verdad? –preguntó la actriz.
–¡Ponte a cuatro patas y cállate de
una puñetera vez! –ordenó el forajido antes de pegarle un tortazo en el rostro.
Pam se tocó la mejilla y sonrió.
–A ti te consiento lo que quieras.
Seré tu perra. Pero antes dame un besito –Pam puso morritos besucones.
Cara de ángel pellizcó sus pezones y
mordió sus brazos. Ella se agitó. Las bocas se unieron. La estrella lamió la
lengua del intruso como si fuera un helado de frambuesa. Después, sumergió la
suya entre los labios divinos del soberbio macho. Segundos más tarde, el bicho
la empujó encarando su falo hacia las grietas perianales. De repente, Pam sacó
una spray antivioladores y literalmente embadurnó su rostro. El malhechor
restregó sus ojos, chillando. Quemaban como si tuvieran gas mostaza.
–¡Con que te gustan muy jovencitas o
casi niñas! Pero, ¿qué enfermo está el mundo para que millones de jóvenes giman
por ti? Eres basura criminal. Más vulgar que Sacha Baron Cohen en Borat.
Acabados los exabruptos, Pam cogió el
Óscar, que un día pretérito le había concedido La Academia, y le destrozó el
cráneo a golpes.
Cara de ángel yacía ensangrentado y
completamente desfigurado sobre la alfombra Vase del siglo XVII. Persa, única
en el mundo. Ipso facto, llamó al
exterminador que limpiaba la porquería de todas las estrellas.
–Dimitri, soy Pam. Ven: es urgente,
cielo. He matado a una verdadera cucaracha. Quiero que te deshagas del cuerpo.
El monte enardece los sentidos
arbustos y pinares
las mujeres tienen hambre
cautivan los sentidos
Dos vecinas pasean por un camino
montañoso que bordea la colina cercana a sus adosados. La morena, una soltera
treintañera; explosiva e ignorante. La rubia, a punto de jubilarse; atractiva y
corrida.
–Ainhoa nunca te cases con un hombre
mayor. Jamás serás feliz –le dice la madura a la joven.
–Julia me dejas contrariada, no sé qué
decir –contesta la chica.
–Pues no hables. Solo escucha...
–Como quieras. De todas formas, no me
sale novio ni a tiros.
–No digas bobadas. Criatura, ¡si eres
preciosa!
–Si tú lo dices...
–Todavía tienes mucho tiempo por
delante... Yo me casé cerca de los cuarenta y he llegado a todo. Tengo la
parejita y un marido. Bueno, mejor dicho, un carcamal que está para comer sopas
y poco más.
Ainhoa hace un respingo para no reír.
–Pero, ¡qué bruta eres! –le dice a su
confidente.
–¡Dime tú! Con sus ochenta y una
primaveras, no voy a pedirle peras al olmo. Conste que cuando lo conocí, estaba
de muy buen ver. ¡Cuánto cambiamos las personas! ¡Ayyyy! –Julia, suspira.
–Ni que lo digas. A veces, me miro en
el espejo y no encuentro a la Ainhoa de antaño.
–¡Tú sí que eres exagerada! Si estás en la
flor de la vida y eres un monumento de mujer –sugiere Julia con la mirada
brillante.
–¡Claro! Por eso todos los machitos
hacen cola en mi puerta: huyen con el rabo entre las piernas –contesta Ainhoa,
con cara de malas pulgas.
–Lo cierto es que tienes mucho
carácter y a los hombres les gustan dulzonas aunque digan lo contrario... –Julia pellizca su brazo. El bello corporal
de Ainhoa, se eriza.
–Pues me da lo mismo –indica—. ¡Soy
como soy! Y a quien no le guste que corra al patio. Un día de estos pruebo las
ostras a ver si se me dan mejor que los caracoles.
–¡Mira que tienes guasa!
–Tú me enseñaste, con ese humorcito
cañí tan spanish que tienes –sugiere Ainhoa.
Con tanto festejo las mujeres se
abrazan. El calor sofocante enciende sus carnes. Las caricias se hacen íntimas
y las bocas se encuentran. Labios que lamen las comisuras, paseando por las
carnosidades. Julia soba las redondeces de Ainhoa. Y la joven se humedece por
completo. Pero se aparta...
–Creo que las dos estamos faltas de
cariño –insinúa a la defensiva.
–Y tanto. Tú sin novio y yo con un
marido pachucho. Probemos, quizás nos entendamos...
Julia no deja que Ainhoa hable. Palpa
todos lo que está a su alcance con suavidad. Recorre la piel brillante de su
morena preferida. Los exultantes pechos afloran con unos pezones rígidos como
el mármol: una figura perfecta. Minutos después, están tumbadas en el pinar,
desnudas y agitadas. La respiración entrecortada. La lubricidad por las nubes.
Arbustos enroscados a sus cuerpos rasguñan la piel que se debate en el infierno
de sus vientres. Hilillos de sangre brotan por diferentes parte de la tesitura
de Ainhoa. Julia se sobreexcita.
–Yo te curaré, mi niña –le dice,
lamiendo las pequeñas heridas con sus labios siliconados; de un tono escarlata
fuerte.
Cuando llega al ombligo, chupa el
pearcing de Ainhoa con suma delicadeza. Repasa las figuras del tatuaje que
crece hasta sus caderas. La joven tiene un orgasmo.
Pero Julia quiere más. Acaricia su
pubis y sus labios vulvares con unas ramitas. Juguetea con ellas en el interior
carnoso. Y al final, su lengua, jugosa y sonrosada, entra en el santuario
divino de su compañera. Los calambres de Ainhoa rozan el éxtasis. Los de Julia,
que se ha introducido en su oquedad marchita, una piña cerrada y turgente a
modo de bola china, también.
–Nunca me habían hecho un cunnilingus
tan suculento –sugiere Ainhoa con los ojos en blanco.
–Pues aunque no te lo creas, es el
primero que hago. Pero el hambre de macho me ha vuelto loca...
–Creo que a partir de hoy nuestras
caminatas serán muy fructíferas –concluye el portento de mujer seducida.
–No lo dudes. Y nos vendrán perfectas
para bajar unos kilitos. Ya sabes que el sexo es bueno para muchas cosas...
–sugiere Julia paladeando su boca y tocando la tripita de su amante.
–Lo sé. Y, además, no levantaremos
sospechas...
Ainhoa besa a Julia y mira el collar
nacarado de astros repartidos por el firmamento que las acompañan. Universo
guardián de secretos. Excelsa maravilla.
3. Cosas
de hombres
Rubias, morenas
pequeñas o grandes
todas gustan
al hombre que sabe
A principios de septiembre, Manolo y
su grey se reúnen en la Cervecería Toribio de Valencia para contarse las
hazañas veraniegas. Forman un conjunto de treintañeros (algunos más cercanos a
la veintena, y por la contra, otros a punto de entrar en los temidos cuarenta),
los perfectos amigos del colegio, hermanos mayores o pequeños y alguna que otra
parentela. Todos ellos comenzaron viendo el fútbol, a modo de Peña, y acabaron
en una amalgama de somarros para vestir santos, como decían las abuelas.
–¡Xé Manolo! ¡Qué bien te veo! –dice
uno de los veteranos tras un choque vigoroso de manos al recién llegado.
–¡Nano! Tú siempre animando. Has
echado un poco de panza –suelta Manolo, dando una palmada en la barriga
abultada de su colega. Semilla de un futuro Homer Simpson.
–¡Ya te vale! Tú siempre
fastidiando... Ya se sabe; unas cervecitas de más, unos vermuts, otro poquito
de comida basura al buche... Con unas sesiones de pesas recupero la figura en
dos o tres semanitas –contesta el implicado.
–Mira quien viene por ahí. ¡Xé Toni,
hombre! ¿Has adelgazado, no? –comenta el carca tras un abrazo efusivo al
solterón.
–¡Mucha marcha, nanos! Mucha marcha...
–contesta Toni con los ojos brillantes; levantando una ceja.
Con idéntico discurso van entrando los
especímenes del grupo –todos, incluso Manolo (que está desempleado) moreno
maleta de haber pasado el verano tumbados al sol—. Se nota que lo han tomado en
Canarias, Benidorm, Caribe, Ibiza o la piscina del barrio. Las conversaciones
son las de siempre: los nuevos fichajes futbolísticos, el trabajo y las
mujeres. En este último apartado, se explayan.
–Nanos me he ligado a una pavita de
dieciocho añitos que es un caramelo para mojar a todas horas –suelta Paco.
–¡Va! –hace un ademán peyorativo, otro
de los tunantes.
–Ni va ni leches, ¡la niña está
espectacular! ¡Mirar uno de los selfies que nos hicimos juntos...!
De golpe, todos los amiguetes se le
echan encima formando una piña de energúmenos para ver quién ve las imágenes en
primera fila.
–¡Joder! ¡Sí que está buena! –dice
uno.
–Mira qué culito tiene... –insinúa
otro.
–Ya podrías. Casi cuarentón y te
buscas a una Lolita –suelta Toni.
–¡Envidia! Uno lo vale y puede.
Además, me gustan tiernas... –el comprometido saca pecho mientras el resto
babea.
–Pues..., ¡va a ser que no! Yo también
he ligado. La mía madurita, ¿y qué?
Las caras de los amiguetes se alzan:
mirando al Séneca respondón.
–A ver, ¿qué quiere decir madurita?
¡Qué tú todavía eres un pipiolo! Recién estrenada la veintena y te marchaste a
Ibiza –pregunta otro de la panda.
–Claro, había quedado con una ibicenca
por Facebook. La estancia me ha salido gratis y hemos tenido sexo a diario. ¡No
me miréis con cara de alucinados que parecéis la cotilla de mi vecina! A ver si
tengo que contaros hasta del color que llevo los calzoncillos –contesta aireado
el joven.
–A ver, que soy tu hermano mayor.
Explícate.
–¿No te habrás enrollado con una yaya?
–comenta otro.
–¡Hey! ¡Que la virginidad la perdí
hace años! Me trajino a quien me place. La chica me dijo que tenía cuarenta y
cuatro... En fin, tenía unos cuantos más. Pero ahora os enseño sus fotos.
Todos olvidan a la Lolita y se
enfrascan en las imágenes de la suculenta MILF; una sabrosa pieza siliconada
más apetecible que la mismísima Megan Fox en Jennifer’s body.
Cada cual enseña sus trofeos. Todos
menos Manolo. Toni lo mira con cara de pena.
–¡Manolo todo llegará! Antes, me has
dicho que tienes un trabajito entre manos. Cuenta, cuenta... –le da unas
palmadas en la espalda, animándolo.
El chico se hace el remolón. Pero al
final les sugiere que él también tiene unos selfies muy picantes. Su móvil rula
por los aires. Todos quieren verlos.
–¡Qué calladito te lo tenías Manolo!
Te gusta el porno hard. Me estoy poniendo cachondo de mirar tu vídeo –suelta
Toni.
–Pero oye, Manolo, ¿no querrás que
pensemos que tú eres el de la pantalla! ¿Verdad? Con ese rabo de mandinga
–concluye Paco.
En la pantalla aparece un manubrio
potente dentro de la boca de una mature jocosa a cuatro patas. Detrás una
veinteañera introduciéndole un dildo de última generación. En ese instante,
aparece el rostro del agasajado. Uno de los compinches le pega un codazo para
que cierre la boca...
–¡Paco cállate y mira! –le dice.
–¡Me caguen en la leche! ¿Manolo...?
¡Tu polla es gigante! –suelta como
diciendo: «¿Pero, bueno, cómo puede ser?».
–Todos tenemos secretillos... –comenta
un sonriente Manolo.
–¡Y tanto! Ya nos contarás que hacías
montándotelo con una tiernita y una madura a la vez –comenta otro de los
cofrades. Manolo ríe antes de hablar.
–Amigos, os he dicho que me había
salido un currillo. ¡Ahí lo tenéis! Soy director, coproductor y actor de
películas para adultos. Estaba harto de estar sin blanca. En el último cursillo
del INEM conocí a esas nenas... Compenetramos y nos tiramos al pisto. Ya que
tengo el rabo como Nacho Vidal, aprovecharé mientras pueda.
Los colegas se quedan con un palmo de
narices; boquiabiertos y con cara de gilipollas.
–Tranquilos, a vosotros os pasaré las
pelis gratis. Por cierto, si la tía es calentorra, da igual que tenga veinte
que setenta. Todas me la ponen dura –Manolo se toca la entrepierna—. Os lo dice
un profesional. Nos vemos en el derbi del próximo domingo. Ahora, tengo trabajo
–dice socarrón, antes de marcharse.
4. Dominatrix
Fusta o perlas
botas o tacones
me deseas y me deseas...
soy tu roble
Soy mujer que tiembla con tu mirada y
desea tu cuerpo. Me excito sólo con tu llegada aunque te vea de lejos. Recuerdo
el día que te hablé con desprecio. Mantuviste la calma. Pero un pequeño tic en
tu párpado derecho me hizo sonreír y crecí por dentro.
Quizás deba cambiar mi hábito de
sumisa y vestirme de cuero. Empujarte contra la pared, destrozar tu camiseta y
lamer tu torso, tus tatuajes y tu falo erecto.
Convertida en posesa, soy capaz de
descuartizar a cualquier hombre, y tú no eres ni más ni menos. Sujetaré tu
rostro con mis manos y lo recorreré con mis labios, húmedos, voluptuosos,
tiernos. Azotaré tus músculos con mis dedos.
Desearás penetrarme; dejaré que se
cumpla tu anhelo. Cuando vayas a conocer mi salvaje oquedad y su fuego, te
empujaré con fuerza. Te dejaré sin aliento.
Final del
fragmento eBook Kindle
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Promoción Reyes
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Anna Genovés
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