REPTO

Yo también repto, por las paredes, por el techo…
Sobre las hojas que derrama mi pluma yerma,
y sobre las flores que hay en mi tumba.
Yo también repto, por mi España espesa…
Como la muerte de un espectro.
Yo también repto, por la sangre de mis venas
inyectadas en alcohol etéreo.
Por los huesos que me mantienen erecta
aunque quiera seguir por el suelo.
Por mi corazón que late y se debate
entre tu amor, muerto,
y el de otro hombre que, infecto…
Vuelve sus ojos hacia mí cuerpo yermo.
Yo también repto, igual que los cocodrilos
por las aguas encharcadas.
El fango que se diluye cuando llueve
 el agua que no se detiene y me hace que vuele.
Vuelo, vuelo por los aires de las obscenidades
de las marionetas que como tú y como yo
mueren de hambre.
Hambre de carne fresca, de sangre joven
de montones de mierda que se sumen en el desorden.
Ya no repto, me cortaron las patas
y mi España se quedó sola como una estatua.
Hijos del Cervantes que somos, hijos de Judíos y de ratas,
hijos de los infiernos que por la mañana se levantan.
Muere una y mil veces, hijo de la nada,
y sucumbe a tus placeres de alcohol sin agua.
A las mujeres de bajos fondos
y a los sin techo que no hablan.
A la blasfemia del ateo
y a la del católico creyente.
Sucumbe  a la vida, sucumbe a la muerte,
suicida el aliento que respiras y que después devuelves.
No mires atrás, pues nada queda…
Nada que amar y nada que te envuelva.
Aquí, en la esquina donde lloraste por primera vez
en la esquina donde naciste, donde
abriste los ojos por primera vez…
Dónde te esperaba una familia que no viviste
y donde te odiaron por primera
y última vez.

Dedicada al genial y delirante poeta, Leopoldo María Panero


Ann@ Genovés
20/02/2012


REPTO

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REPTO Yo también repto, por las paredes, por el techo… Sobre las hojas que derrama mi pluma yerma, y sobre la...





Chico solitario

Yo también conozco a un chico solitario, que cuando no lo miras resguarda tus espaldas. Es impávido y flemático. Pero mataría por los suyos si hiciera falta. En el fondo, es un romántico que no tiene nada.

No Lleva una cazadora con un escorpión en la espalada, pero tiene el pecho tatuado con un gráfico que imagino, cada noche, desde mi cama. No conduce un coche por las calles de una ciudad con rascacielos. Sin embargo, tiene una Harley Davidson negra como la noche eterna, su aliada.

Sabe que es importante en mi vida, aunque se mantenga en la distancia. Y parece tan íntegro que me somete a su marcha. Hay algo especial en su mirada, lánguida y ausente, que lo retiene en la soledad de mi estancia.

Guarda sus sentimientos y los disfraza con una impasible frialdad que poco a poco lo mata: la tristeza siempre lo acompaña. Mi amor platónico lo aguarda. Por él llorará en la intimidad de su almohada y en la nocturnidad de la noche más lúgubre, ahogará sus penas, y, después, se conecta al móvil como si nada pasara.

Una llamada nocturna, una mirada por la opacidad de su ventana. Seguirá solitario como solitaria es su alma. Bajo su máscara impasible, se esconde un sentimental tierno y sumiso, príncipe de mis cuentos de hadas y mi corazón marchito.




©Anna Genovés

25/02/2012
Derechos reservados a su
autora



Drive - Bande Originale (extraits)

Chico solitario

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Chico solitario Yo también conozco a un chico solitario, que cuando no lo miras resguarda tus espaldas. Es impávido y fle...









LECTURA POEMAS DE 
LEOPOLDO Mª PANERO



El Café Malavarrosa, ubicado en la Calle Historiador Diago de Valencia, es un espacio cultural concebido, entre otras cosas, para ver-escuchar y hablar de cultura.

Ayer, Luis Colombini, presentó y leyó diversidad de poemas de Leopoldo Mª Panero. Todo ello organizado por “La Vaca Multicolor”.

Con una puesta en escena magistral: fondo con partes del documental “El Desencanto” de la Familia Panero en su villa de Astorga, junto con otras imágenes. Amenizado con música apropiada, desde arias hasta jazz, que hacía que los congregados nos introdujéramos en todos y cada uno de los versos del poeta maldito.

Una velada excepcional para un genio marginado y sin parangón.

Anna Genovés
28/02/2012





Mis labios

Acerca tu aliento a mis labios
derrochan pasión con sólo rozarlos.

Acarícialos con los tuyos 
sorbe su néctar profundo.

Desnuda tu cuerpo bizarro
y deja que lo mime
con sólo mis labios.

Besos que acariciaran tu piel
sin apenas notarlo;
sin sucumbir a quien te besa.

Deslizaré mis dúctiles dedos
por tus piernas, por tu pecho,
por tu hombro tatuado.

En él depositaré mi deseo
más sagrado.

Sabes que todo lo quiero
 mi amado.

Me conformo con mirar tu cuerpo
y dejar que te besen mis labios.

Mis labios rojo pasión
voluptuosos, sagrados
necesitan besar y ser besados.

Unión perfecta
 introducción a la doctrina más bella.

No hay pasión sin un beso,
no hay beso sin dos amados.

Se hicieron para entreabrir el deseo
con ellos podemos hablar
por ellos somos anhelados.

                                                          Deja que te besen mis labios:
fresas maduras
inocentes y carnales.

Un beso nada más,
hace mucho que lo llevo esperando.

Después, te marchas
y nada ha pasado.

Seguirás con tu salamandra esmeraldina,
me seguirás esquivando.
Seguiré con mi mariposa Atalanta,
seguiré volando.

Volaré por el cielo tormentoso
que se ciñe a mi rostro demacrado.

 Volaré por las montañas
que sólo yo conozco.

Por las profundidades marinas
con mi cola de sirena y mi cuerpo nacarado.

Por las opacidades de la Tierra
con sólo mirar tus ojos castaños.

Déjame que te bese
que explore tu interior almendrado.

Deja que mis labios se unan a los tuyos
como lo hace un electrón con otro
para formar un átomo de carbono.

Deja que nuestra catenación
enlace sus formas moleculares de vida;
deja que la química orgánica, siga.

Deja que te bese, tan sólo una vez
deja que mis labios rojo escarlata
hagan vibrar tu ser.



Anna Genovés
24/02/2012
Modificada el 15/02/2016
Asiento de la Propiedad Intelectual
09/2015/430



Mis labios

by on 12:20:00
Mis labios Acerca tu aliento a mis labios derrochan pasión con sólo rozarlos. Acarícialos con los tuyos  sorbe su nécta...









                   120 HORAS EN REA


Te acuerdas, mi amor, cuando todavía el fervor de nuestros cuerpos temblaban con nuestra pasión. Me dedicabas canciones de amor con tu hermosa guitarra…



“Si mi boca fuera pluma y mi corazón tintero, con la sangre de mis venas escribiría te quiero.
Amar esperar la vida, es hacer un juramento, es llevar en el pensamiento a la persona querida, es llevar en el pensamiento a la persona querida
Qué triste es el día sin sol, que triste es la noche sin luna pero más triste es amar sin esperanza ninguna, pero más triste es amar sin esperanza ninguna”.



Y seguías cada estrofa, cada verso, con más entusiasmo que el anterior. Me mirabas y te miraba… Y sentía en tus ojos, azul cielo, el amor.

Ahora todo ha pasado, poco queda del ayer… Tú en tu mundo de papel cauché, yo en mi mundo de no quiero envejecer.

Y qué será que aún tiemblo sin tu sonrisa picarona me da un beso, y qué será, que soy feliz con tan siquiera una mirada, un abrazo o un pequeño e ínfimo cariño de tu otrora boca de niño.

Y ya ves, mi soliloquio junto a tu féretro, recuerda cinco horas con Mario o cualquier velatorio de otro muerto… Pero no quiero pensar que te has ido, no quiero pensar que estás en otro sitio. Sin tu calor no soy nadie y el aire se me antoja pastoso, fétido… Y me doy al olvido.

Solitaria nací y solitaria me quedo con tu recuerdo infinito y tu amor muerto. Pero no, no puedo creerlo, todo es un sueño. Una maldita pesadilla que me aparta de ti y de tu amor incierto. Me vuelvo loca de no sentir tu aliento, me vuelvo loca de no escuchar tu voz, me vuelvo loca de no saborear tus dedos sobre mi cuerpo y me siento morir en un sin vivir del que no salgo ni quiero salir porque sé que estás aquí.

¡Oh sí!. Estoy durmiendo, dormito junto a ti, y de tu cuerpo surgen esos suspiros y esos silencios que tanto conozco por velarte noche tras noche cuando el miedo enmudecía mi mente y el calor apagaba tu cuerpo. Y escucho tu corazón latir, ese corazón destrozado que dejó marcado tu pecho cosido de lado a lado… Pero no te has ido, sigues aquí, a mi lado.

Aunque sea un lado oscuro donde la sonrisa se ha olvidado, donde mis labios marchitos y deseosos de amar encierran su alegría y caen hacia abajo, como mis pechos alicaídos y mis nalgas bondadosas repletas de pliegues y surcos. Ahora todo cae, ya lo dijo Newton, la ley  de la gravedad. Nos caemos, sin tropezar con nada, sin piedra en el camino, pero sí con una elevada montaña. ¡Qué mentira la vida!. ¡Qué mentira más sagrada!. Te enseñan a vivir, a vivir con papel de celofán y lacito que te ata. Y el nudo cada vez es más pequeño porque nos engulle entre sus recovecos y se curte con la morralla.

Y los amigos, la familia… Te visitan una o dos veces, donde la apariencia les premie. Y después, la nada y el olvido. Nos deja solos a ti y a mí, solos porque así lo hemos querido o porque nadie nos ha querido más que nosotros mismos. Tú y yo… Yo y tú. Y nada más existe, y nada más nos rinde ni rendirá la pleitesía que nos veneramos, mi amor.

Ya no lloro, hace mucho que las lágrimas no inundan mis ojos, soy como un muro de piedra que nada siente y que nada teme. El sufrimiento ha dado paso a la indolencia; ni siento ni sufro ni amo ni odio ni sé lo que quiero aunque te vea a mi lado y te sienta tan lejos. ¡Ja!. ¡Qué idiotas!. ¡Qué poco se conocen las personas!. ¡Cuánta hipocresía por aparentar lo que tu corazón odia y tu alma te suplica!. No me digas que mi mente hace aguas y que mi cuerpo se derrama. No me digas que mis pensamientos están mohínos y que mis actos se deslizan por una cuesta que no tiene camino.

Camino que no tiene vuelta, camino de regreso, ése que no se puede ver y que te quita el aliento. Te pedía tus mentiras para creerme feliz, como si no me interesara tu malestar o tu devenir. Y tú, cuya acritud desilusionaba a un ángel, me maltratabas con tus palabras para luego amarme. Y yo, como una idiota que todo lo asume, seguía con una sonrisa agridulce.

Y me quería ir, quería dejarte… Pero nunca me atreví y nunca me aparté de tu arte. Después la enfermedad me acercó más a ti. Me repetía una y mil veces la doctrina católica: fe, esperanza y caridad. Creer que todo iría bien, que te recuperarías y que debía ayudarte.

Ahora te has ido y yo te canto por cantar. Con la misma canción que me enamoraste, con las mismas palabras con las que me hiciste tuya sin amarme… Y caigo y no dejo de caer… Y mientras veo el suelo cada vez más cerca tarareo…


“ Si mi boca fuera pluma y mi corazón tintero, con la sangre de mis venas escribiría te quiero”…


                                              Ann@ Genovés


PD. Este relato lo escribí hace dos años… Mientras la vida de mi esposo pendía de un hilo. El estaba en REA y yo en la salita externa, esperando poder entrar para ver a ese amasijo de huesos, carne y tubos que apenas se parecían al hombre del que me enamoré.

120 HORAS EN REA

by on 14:35:00
                   120 HORAS EN REA Te acuerdas, mi amor, cuando todavía el fervor de nuestros cuerpos temblaban con...









NOCHE BLANCA


Mi cuerpo está mohíno, a punto de desfallecer…
No he comido nada y mi mente está del revés.



Todo parece distinto, extraño,
como si no conociera lo que veo…
No pensara lo que pienso y no fuera quien creo ser.



Me gusta exponer mi organismo a todo lo extremo…
Y extenuada, al límite de lo ilimitado, vuelvo.



Soy una esponja que evapora su líquido,
apretando al máximo,
sin ningún tipo de auspicio.



Me dejo llevar por la tierra, me dejo llevar por el agua…
Huyo del viento que bambolea mi rostro
y del fuego que me abrasa.



Nada me importa que no sea mi resaca…
La de la noche pasada, cuando, repleta de hipnóticos
me sumergí en mi cama.



Y después de lidiar con el diablo, una y mil veces;
abrí los ojos y deambulé por la casa.



Una noche sin sentido…
Una noche blanca como la muerte;
la muerte que roza mis sentidos y después se aparta.



En ese lugar preciso donde la locura se funde con la calma,
allí, en el recoveco más lejano, me escondo
para huir de todos y quedarme con la nada.



La nada y el todo…
Lo gris y lo malva.




Y después, me alzo por encima del firmamento
y despliego mis alas… Alas opacas como la noche.
Esa noche que impide que me vaya.




La locura de mi vida, reside en mi cuerpo que se apaga,
mi cuerpo que se apaga y mi mente suicida,
que me mata y me mata.



Sumida en un letargo, vivo a mi antojo…
Y de él sólo salgo, cuando me llama mi soliloquio.


Ann@ Genovés


NOCHE BLANCA

by on 18:28:00
NOCHE BLANCA Mi cuerpo está mohíno, a punto de desfallecer… No he comido nada y mi mente está del revés. Todo ...





Un orujo por favor


Diluido en alcohol, el hombre mira a la mujer de enfrente…

Prietas sus carnes de abundancias generosas; labios voluptuosos y caderas generosas. No sabe que podría ser suya por bien poco. Es una mujer de esas que se venden a todos.

Empapado en orujo y whisky, la ve envuelta en terciopelos finos y cachemires de buen ver... cuando sus mallas, casi transparentes, las ha comprando en los chinos de todo a diez y su suéter en Saldos de segunda mano para ella y para él.

Su cabello, es dorado como el oro barato de un negro que garabatea un Picasso de la etapa de Isidre Nonell. Pero él lo ve hermoso, esponjoso y brillante; lavado con champú Kerastase y acicalado con Bylgari de Té. No sabe, el bueno del caballero, que aclaró su melena con gel marca blanca y que utilizó como perfume una colonia imitación a Chanel nº 6.

La cortesana es un arma de doble filo para hombres con presbicia y cabellos exiguos; ríe, picarona, y entre sus dientes asoman varios huecos. Él ni los ve. Sonrisa espléndida para una mujer de bien –piensa.

Y así, entre miradas y contoneos, salen cogidos del brazo y se van a un lugar secreto. Él piensa que están en una suite del Ritz, cuando es un cuartucho de alquiler.

La hembra va directa al grano, se desnuda entre sortilegios y engaños que el hombre transforma en sinuosas caricias y ternura por doquier.

¡Ay! Pero en el momento álgido del encuentro furtivo, la mujer gime de placer mientras el hombre, pistola en mano, tiene un gatillazo que lo deja fundido. Ella se consuela con un artilugio de látex. Él ni mira lo que hace. Y seguido, se toma otro orujo con miel.

La niñez, la juventud, la madurez y lo que viene después...


©Anna Genovés

2012

Un orujo por favor

by on 23:50:00
Un orujo por favor Diluido en alcohol, el hombre mira a la mujer de enfrente… Prietas sus carnes de abundancias gen...












Lectura de poemas 
Carlos Marzal



El Café Malvarrosa, ubicado en la Calle Historiador Diago de Valencia, es un espacio cultural concebido, entre otras cosas, para ver-escuchar y hablar de cultura.


El jueves pasado, Carlos Marzal, poeta galardonado, entre otros con el XVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe (2004), leyó diversos poemas de su última publicación, que tuve el honor de escuchar.


Me sentí cercana al maestro, y su poema Sangre Joven .entre otras poesías- me conmovieron y me hicieron reflexionar… La vida es tan corta como un suspiro y la juventud tan hermosa como una flor.


Tras la lectura hable, brevemente, con él escritor y me pareció una persona humilde y cordial… ¡Bravo por el maestro!.


©Anna Genovés

Otoño 2010


Decrepitud

 

Asilados en una infancia obscena,

en el exilio de su misma sombra,

desde un limbo de hielo,

derritiéndose,

los viejos testimonian, sin enigma,

sobre el enigma viejo de estar vivo.

 

Gota a gota en presente, son futuro,

evanescencia al fin fuera de tiempo,

que en la fronda del tiempo anda perdida.

Espectros de la carne en su derrota,

se acogen al sagrado de la carne,

que en deserción de sí no los ampara.

pabilos sin fulgor de inteligencia,

arden a fuego extinto en su hendidura,

ascuas de quienes fueron, balbucientes.

 

Isla del fin del mundo, conmovidos,

vemos flotar en pasmo la vejez,

a la lunar deriva del asombro.

Nos resulta del todo inconcebible

nuestra decrepitud, nuestra mudanza

hasta desconocernos en nosotros

y en nosotros errar entre lo ajeno.

 

Cómo subsiste ciega la energía

en su impúdico afán de propagarse.

 

Madre senilidad, nunca te amamos.

Madre senilidad, no te amaremos.

 

Qué frágil, en su ser, la fortaleza.

Qué sólido el vivir, de sumo frágil.

 

De "Metales Pesados" 2001

Carlos Marzal

 

 


El animal dormido

 

                                                          A Luis García Montero

 

Has llegado en la noche,

como otras tantas noches,

hasta la casa apuntalada en sombras.

La puerta ha clausurado el alba amenazante,

y, tú mismo una sombra, te desvistes

por el pasillo a tientas,

con las voces aún y el sabor de esa noche

hurgando en la memoria.

 

La habitación todavía es más ciega,

y la invade, corpórea,

la familiar tibieza de una niebla invisible.

Has tumbado tu noche, tu cansancio y tu cuerpo,

junto al cansado cuerpo de su noche.

Quién sabe qué fantasmas la estarán visitando,

con quién departirá

en la hora puntual de los demonios,

por qué tierras salvajes de los sueños

andará extraviada y sin echarte en falta.

Toda la suma de casualidades,

de planes no cumplidos,

de rutas postergadas, de incertezas,

y que llevan por fin hasta esta noche,

resulta un laberinto incomprensible.

 

Mientras rumias un violento deseo,

ella duerme a tu lado,

flota sobre las aguas del lago de la noche,

ajena a tus preguntas sin respuesta,

y su respiración, en esas aguas,

es el fiel testimonio de que hay vida,

de que aún no te has ahogado.

 

Qué está ella haciendo aquí,

qué estoy haciendo.

El lago no responde desde sus aguas frías.

No creo que mañana obtenga la respuesta.

Mientras tanto,

ya me he acercado al animal dormido,

su orilla me ha abrazado,

y sin más tiempo para pedir ayuda

nos hemos ido al fondo de la noche.

 

De "Los países nocturnos" 1996

Carlos Marzal

 

 

Sangre joven

 

Quiero tu sangre joven, que es querer

todo lo que la vida aún no ha podido hacerte.

De lo que me alimento

es de esa inútil sangre esperanzada,

de cuanto sé que ignoras hasta hoy,

y que más nos valdría que no supieses nunca.

De esa manera, por obra de tu sangre,

creo en lo que no creo, y olvido lo que sé

que te ha de suceder. Quiero esa risa

que aún no ha tenido tiempo de hacerse prudente,

de pensarse dos veces si reír

es celebrar el mundo o lamentar su estado.

Envidio el que no hayas vendido

ninguna alma al diablo, y que bailes con él

a la luz de la luna, a veces, sin conciencia.

Juego contigo, porque no sabes las reglas,

ni siquiera las de tu propio juego,

y mientras las aprendes

soy el que ya no soy desde ya no sé cuándo.

Quiero la impunidad con que te entregas

a la tarea de vivir la vida,

sin paz, sin horizonte, sin infierno,

que son el argumento de las vidas ajenas.

Viéndote hacerlo, se diría

que desconozco todo lo que conozco.

 

Así es tu sangre.

                                  Ya sabes lo que busco.

Qué tristeza que el tiempo, o yo, o tú misma

tengamos que matar, en ti, toda tu sangre.

Carlos Marzal