Mi intimidad no está en oferta: revisan la mochila, ignoran la dignidad
Mi intimidad no está en oferta: revisan la mochila, ignoran la dignidad
Ayer sufrí una grave vulneración de mi intimidad y de mi imagen en el supermercado Consum, ubicado en el barrio de La Roqueta, Valencia. Aunque ya he compartido algunos vídeos que ilustran la desagradable situación que viví, tras leer los comentarios y testimonios de otros consumidores igualmente maltratados, he decidido relatar con precisión lo ocurrido. Mi objetivo es que cualquier persona que lea estas líneas sepa cómo actuar ante abusos cometidos por empleados o vigilantes de seguridad que exceden sus funciones.
Mi contexto personal
Soy una mujer recién jubilada,
con un esposo discapacitado. Ambos vivimos en condiciones de vulnerabilidad, y
como muchas mujeres en situaciones similares, siento que he pasado a formar
parte de ese grupo de personas “transparentes” que la sociedad ignora. Esta
invisibilidad social nos vuelve más susceptibles a abusos y humillaciones.
Mi rutina diaria es sencilla: por
las mañanas, tras los quehaceres domésticos, voy al gimnasio. Regreso a casa
para comer, continúo con las tareas del hogar y luego me siento frente al ordenador
a escribir, como decía Virginia Woolf, quien “escribía para salvar la
vida”. En esas horas, me abstraigo del mundo y me concentro en mi trabajo
creativo.
Por la tarde, tras un pequeño
tentempié, salgo con mi esposo a pasear y hacer la compra. Él, debido a su
condición, solo sale durante ese breve intervalo. No tenemos vehículo, así que
caminamos con nuestro carro de la compra o con bolsas,
variando ocasionalmente el recorrido. Este verano hemos frecuentado el
supermercado Consum de La Roqueta, porque no está demasiado lejos de
casa y porque frente a su salida por la calle Albacete hay un parque donde
podemos descansar y disfrutar del aire libre.
El incidente
Ayer, al entrar en los servicios del supermercado, me encontré con un estado de suciedad inaceptable. Necesitaba utilizarlos con urgencia, pero fue imposible. En lugar de ignorarlo, decidí informar a una cajera, en tono discreto y amable, para evitar que otros clientes escucharan. Le dije: «Mira, no he podido utilizar el servicio porque está muy sucio. Tiene el suelo inundado y tal…».
Ella me preguntó si había probado los otros aseos, pero le respondí que no los había mirado.
Pasó un tiempo prudencial mientras hacíamos la compra. Dado el calor sofocante de Valencia, preferimos pasear por los pasillos del supermercado para evitar que mi esposo se expusiera demasiado. Al sentir nuevamente la urgencia, me dirigí a los servicios, confiando en que los habrían limpiado. Para mi sorpresa, la puerta general estaba cerrada. Pregunté a otra cajera —la anterior estaba ocupada— y me respondió, sin más: «No se pueden usar».
Me quedé perpleja. ¿Cómo puede un supermercado de esas dimensiones inutilizar unos servicios que, por normativa, son obligatorios en superficies superiores a 200 m² y deben estar adaptados en locales de más de 500 m²?
1. ¿Cómo se atreven a cerrarlos
todos?
2. ¿Cómo se atreven a responderme
con un seco: «No se pueden usar»?
Al ir a reunirme con mi esposo,
la misma cajera me dijo: «Tiene que
dejar la mochila en una taquilla».
Se trata de una mochila de tamaño
estándar, modelo “city”. Le respondí que no, que debía reunirme con mi esposo y
que íbamos a salir por la otra calle.
Un cliente que pasaba comentó: «Desde
luego. ¿Cómo se atreve a decirle eso?».
Yo le respondí que estaba
atónita, especialmente al ver que otros compradores llevaban capazos y bolsos
mucho más grandes, incluso carros de la compra particulares.
La humillación pública
En ese momento apareció la guarda
jurado, con rostro amenazante y actitud chulesca. Nos siguió hasta la caja. Mi
esposo, habitualmente callado, no pudo contenerse y le preguntó si ocurría
algo. La señora, con evidente mala educación,
Le dije que lo haría cuando lo
considerara oportuno. Entonces pidió a la cajera que llamara al gerente. Le dije que, si lo deseaba, llamara a la policía. Mientras tanto, los clientes
nos observaban como si fuéramos los culpables de una escena de película.
Grabé parte de lo ocurrido hasta
que uno de los encargados me pidió que quitara la “linterna”. Me confundí, ya
que no era una linterna, sino la grabación del vídeo que ahora circula por Facebook y
YouTube y que acompaña este artículo.
Finalmente, mostré el interior de
la mochila al grupo de superiores. ¿Por qué lo hice? Debí haber exigido que
revisaran las cámaras de seguridad. Me habría ahorrado la vergüenza y la
humillación sufridas ante los ojos de tantos testigos.
Reflexiones
A toro pasado, me hago muchas
preguntas:
1. ¿Por qué acudieron dos
hombres, una mujer y la guarda jurado a exigirnos explicaciones?
2. ¿Por qué nos trataron con
tanta descortesía, siendo clientes habituales de la cadena, e incluso habiendo
aparecido en la portada de la revista de Consum en los años 90?
3. ¿Existe un “cupo diario” para
humillar a personas decentes, especialmente a mujeres mayores con rostros
angustiados por necesidades fisiológicas urgentes?
4. ¿Someten del mismo modo a
personas de otras culturas o religiones que visten de forma cubierta?
5. ¿Pueden estar los WC en mal estado? Según Decreto Ley 486/1997 es obligación de Consum mantener los aseos limpios "periódicamente y siempre que sea necesario" y dotados de jabón líquido, papel higiénico y sistema de secado de manos.
6. ¿Puede un supermercado de las dimensiones de Consum La Roqueta tener todos los aseos cerrados? No. Cerrar todos los aseos implica incumplir la obligación legal de accesibilidad y servicio al público que exige la normativa española.
7. ¿Cuál fue mi error? Ser demasiado educada. Intentar ayudar a mejorar la imagen del supermercado. Tener una urgencia urinaria. Un esposo discapacitado. No. Mi error fue no conocer mis derechos.
Derechos del consumidor
No me volverá a ocurrir. He
descubierto —lo desconocía— que los consumidores tenemos derechos tipificados
por ley en relación con la revisión de bolsos y pertenencias privadas. Los
comparto aquí para que nadie más pase por la angustiosa situación que sufrimos
ayer:
Marco legal en España
🔹 Prohibición general: El
registro de bolsos de clientes en tiendas está prohibido y constituye una
práctica discriminatoria. Los comercios no pueden obligar a su exhibición.
🔹 Rol de los vigilantes
de seguridad: La Ley 5/2014 de Seguridad Privada permite a los
vigilantes realizar “comprobaciones, registros y prevenciones necesarios para
el cumplimiento de su misión”.
🔹 Condiciones para el
registro: Solo es legal si existen indicios concretos de un delito, como un
hurto.
🔹 Negativa del cliente: Si
el cliente se niega a mostrar el bolso, el vigilante debe avisar a las
fuerzas de seguridad y puede retener al cliente hasta su llegada.
🔹 Sugerencia a los
consumidores: Ante una situación de abuso, se puede rellenar una hoja de
reclamaciones en el establecimiento y denunciar la práctica ante la oficina de
consumo.
Contexto constitucional
📌 Artículo 18 de la
Constitución Española: Garantiza el
derecho a la intimidad personal y de la propia imagen.
📌 Derecho a no
discriminación: El registro de bolsos sin causa justificada se considera una
práctica discriminatoria que atenta contra la dignidad de las personas, según
especialistas en derecho del consumo.
©Anna
Genovés
En Valencia a
veintinueve de agosto de 2025.
🎥 Vídeo grabado in situ. He editado el contenido para proteger los rostros de las personas implicadas, pero he querido conservar la esencia del momento: la tensión, el trato discriminatorio y la falta de respeto. Este fragmento recoge con claridad el momento en que se produce la confrontación y complementa el testimonio escrito, mostrando cómo se desarrollaron los hechos en tiempo real. Pulsa las letras del inicio para visualizarlo.
📢 Publicada en el diario El Cotidiano de Madrid
🧩
Este episodio no es anecdótico. Es un reflejo de cómo el poder, cuando se ejerce sin ética ni empatía, puede convertir un espacio cotidiano en un escenario de abuso. No se trata solo de un supermercado. Se trata de cómo queremos vivir, de qué trato merecemos como personas.
Y quienes alzan la voz también construyen memoria. Porque callar normaliza, pero nombrar transforma.
🧵 Porque nombrar es resistir. Porque denunciar es cuidar. Porque la dignidad no se revisa.
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