Mostrando entradas con la etiqueta Actualidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Actualidad. Mostrar todas las entradas






Piercings y tatuajes

 


Las apariencias engañan

los prejuicios son fallidos

lo dice el dicho

y así es

 


Sandra está escribiendo las últimas experiencias sexuales que ha tenido en su diario. En el último mes, ha estado con tres chicos que apenas conocía. Es una joven hermosa, moderna y sin pareja estable. Pero, es precavida y nunca practica el sexo apelero. El sonido del guasap, la turba. Lee el mensaje: «Sandra recuerda que tienes cita a las 19:30h para hacerte un piercing umbilical». Emoticono sonriente —resopla—. Mira el reloj. Se prepara la merienda y sale hacia el garito. Antes de entrar en la sala quirúrgica, elige un abalorio de plata con una circonita. El tatuador es un jamaicano con truños hasta la cintura y ojos índigos llamado Kovacs.


―Pasa sin miedo y túmbate en la camilla. Eres una veterana de los tatuajes. Esto apenas te dolerá ―indica el rastafari con amabilidad.


Sandra se posiciona. Aprieta la boca con la punzada de la aguja; un hilillo de sangre resbala hasta su pubis. Sin embargo, el contacto de los dedos de Kovacs enfundados en látex, la excitan muchísimo. Los pliegues que bordean su vulva, se dilatan.


―Kovacs, ¿podrías hacerme otro piercing en los labios? ―sugiere, pícara, señalando su hocico. Apetitoso como las fresas.


―Mujer, claro. Pero son tan sensuales que me da un poco de pena… ―insinúa el tatuador con mirada devoradora.


Sandra no soporta la TSR entre ambos; está empapada como una esponja jabonosa. Se levanta y atrapa a Kovacs entre sus brazos. Las bocas húmedas y deseosas. Las lenguas degustando el paladar descubierto. El artista se deja querer en un baile erótico, masajeando los hermosos glúteos de la joven. En un impulso arrollador, desgarra su camiseta y roza sus pezones. Rosas. Inmaculados como los de una virgen recién estrenada. Quiere adorarla. Mordisquea su esbelta figura y desciende hasta los bóxeres de animal print. Ella abre las piernas y él babosea su abdomen. Acaricia los muslos hasta llegar a su sexo y lamer la oquedad ardiente con fragancia a estrógenos que lo hipnotizan. El vientre de la hembra se agita en repetidas ocasiones: las convulsiones del orgasmo le hacen maullar como una gata en celo.


―Sandra me gustas demasiado y no quiero precipitarme… ―comenta Kovacs, sutil.


―Lo cierto es que me atraes mucho. Pero…  ―se queda pensativa.


―No te agradan los truños. Es lo que ibas a decir, ¿verdad? ―sugiere el macho. Mirándola intensamente.


― ¡Qué va! Iba a decir que nunca me has mirado con lujuria —levanta una ceja.


―Mujer, ¡soy un profesional! No puedo tirarles los tejos a las clientes así porque sí...


― ¿Y qué te ha sucedido hoy?


―No he podido reprimirme.


Vuelven a besarse. Kovacs juguetea con las ondas azabaches y sedosas de su hermosa melena. Lo huele. Masajea su cuero cabelludo como si fuera un bobtail. Ella se estremece: escabulléndose de la situación, saca del bolso un Durex Sensitivo Contacto Total; amasa con delicadeza el poderoso falo del jamaicano y se lo coloca. La compenetración del apareamiento es absoluta. Dos cuerpos extenuados con músculos trémulos. 


Sandra descubre que siempre ha tenido mala suerte con los hombres. La mayoría han pasado por su vida como un torrente erótico carente de afecto, al margen de sus necesidades y deseos. La experiencia con Kovacs ha sido más que gratificante. Una sabrosa golosina paladeada con los cinco sentidos como las tartas de moka: sus preferidas.


 

© Anna Genovés

Revisado el 14 de febrero de 2023

 

Imagen tomada de la red

 *Relato incluido en el libro de relatos La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

#relatos #actualidad #relatosactuales #leer #escribir #autoras #autoraespañolas #libros #lgtbiq #annagenoves #relatoseroticos #erotica #redessociales #love #facebookgroups #facebook

Piercings y tatuajes

by on 20:02:00
Piercings y t atuajes   Las apariencias engañan los prejuicios son fallidos lo dice el dicho y así es   Sandra está escribie...


 


David González: kinki, dandi y poeta

 

Según la Biblia, David, fue un ilustre gobernante del Antiguo Israel y, por tanto, una figura histórica.


De todos es conocida su leyenda; el menor de ocho hermanos. Pastor que tocaba el arpa de manera primorosa y que protegía a los rebaños de las fieras. Por su condición de músico, el profeta Samuel lo llevó junto al rey Saúl para apaciguar sus inquietudes.


Israel estaba en guerra con los filisteos, donde le gigante Goliat aterrorizaba a los guerreros. Pero el joven pastor se ofreció a dominarlo con una honda. Pese a las burlas del ejército, lo venció con una piedra pequeña que incrustó en su frente. El gigante cayó y, él, aprovecho el momento para cortarle la cabeza con su propia espada. Más tarde, fue rey. No obstante, como todo hijo de vecino, de adulto, pecó.


¿Acaso David González no es otro David bíblico? Pocos le hicieron caso mientras vivía; su personalidad anulaba sus letras, como si el vestir de una persona o las maneras aniquilen el buen hacer. En una sociedad donde se etiqueta por pestañear sin rímel –sin obligaciones, claro. Uno o una se maquilla porque le sale del orto y punto—. Es difícil encajar con unas botas de serpiente, andares genuinos de kinki dandi y tatuajes del talego.


A David los meritorios y los encumbrados lo miraban de reojo; como un pedigüeño que lloraba por editar un poemario, una novela… –como a muchos de nosotros—. Vencido por el ejército que solo acoge con santo y seña, a veces, deseaba morir. Algo opuesto a los conocidos de… a los lameculos de… a las presentadoras de… o a las que, en vez de mostrar literatura, presentan sus atributos porque les sale de los ovarios. Después, su poesía, ía, ía, ía… o su prosa, osa, osa, osa… va directa a los palcos VIP. Buenas o malas, nadie las patea.

 

En fin, él iba de "hago lo que me da la gana" y no me junto con aquellos snobs estirados y opositores a la pajarita de Wolfe; prefería emborracharse, fumar mota y esnifarse la costa astur... Malvivir arropado por versos escritos en papel higiénico de algún after solitario. ¡Ay! Te distinguieron los tuyos, pero nadie luchó por ti.


David quiso ser un poeta maldito y así lo bautizaron. Ahora que el cáncer de esófago lo ha destruido en menos de cuatro rimas, igual le colocan el Loewe de Poesía, póstumo. ¿Quién sabe? Todo es posible en un mundo hipócrita donde importa más la pose que ser tú mismo. Se lo llevó una enfermedad terminal y su muerte ha podido con el gigante que, ahora, loa sus pies.


Chatee con él una o dos veces y apenas conozco su obra. Era uno más de los que intentamos ser y no somos. Uno más del grupo impío que se ahoga entre prosa invisible y versos condenados.


Tal vez, tengamos que morir para ser reconocidos.

 

©Anna Genovés

Seis de enero de 2023

 

 

David

 

David tu cuerpo nos dejó

 

Tu cuerpo lleno de aflicción y dolor por no ser viento

 

Tu cuerpo lleno de pústulas que crecieron desde pequeño

 

Organismo que se debatió entre la vida y la muerte, un millón de veces

 

Amigo desconocido que fuiste, serás y eres, un​o​ más de la rueda del infortunio

 

Nadie nos protege

 

Nadie nos alumbra

 

Nadie nos quiere

 

Somos hijos de la calle

 

Hijos que nunca duermen

 

Donde estés, aquí tienes tu hueco

 

 

©Anna Genovés

Obituario a David González

Lunes 6 de febrero de 2023​

RIP amigo







 

#DavidGonzalez #Obituario #poesía #poesiaespañol #adios

 

Obituarios


La nueva España. Fallece el poeta gijonés David González


El comercio. Muere el poeta gijonés David González


El español. Muere David González, el poeta maldito que se hizo escritor en la cárcel gracias a Bukowski, a los 59 años


El país. Macarra y genuino: David González, la muerte del poeta maldito que descubrió la escritura en la cárcel


Tam-tam press. Muere el poeta David Gonzáles dejando enlas librerías su último poemario, La canción de la luciérnaga


 

Wikipedia

David González (poeta)


 




 


El chihuahua y su dueño

 

 

Ladra mamífero de cuatro patas

ladra vecino carca

deja vivir a los jóvenes

con sus alegrías y sus chanzas

 

 

—Guau, guau, guau, guauuuuuu…  —suena el constante y estridente ladrido de Frufrú: el chihuahua del vecino de abajo.

 

Mar entra en la cocina con cara de póquer. Rubén –su marido— se burla del rictus malhumorado de sus labios. Claro, él nunca tiende la ropa. La que sale por uno u otro motivo a esa galería con el perpetuo retintín del asqueroso perrito es ella, piensa la recién casada. La pareja son los inquilinos más jóvenes de todo el inmueble. Muchas fueron las viviendas que visitaron antes de decidirse a comprar la que sería su hogar. Pero cuando la joven vio el apartamento en el que viven, literalmente se enamoró. Todo era perfecto: precio, diseño, ubicación.

 

Las primeras semanas se instalaron a modo de okupas. Un colchón en el salón y algunos muebles desperdigados por los cien metros de su divina conquista. Los anteriores propietarios se lo habían puesto muy fácil. Ellos se preguntaban el porqué de la rebaja económica. A los pocos días, comprendieron el quid de la cuestión. Justo bajo su flamante apartamento vive D. Agapito: un longevo neurótico con un chihuahua demasiado impertinente. Un viernes por la tarde, Rubén clavaba una litografía en la pared de la habitación principal. De repente, como si el ruido fuera superior al de una discoteca con todos los decibelios a pleno rendimiento, escuchan:

 

—¡Ayyy! ¡Ayyy! ¡Ya está bien de hacer ruido! —Berrea don Agapito pegando golpes en el techo con el palo de la escoba; coreado por los fastidiosos ladridos de su rata ladradora.

 

—¡Me caguen Dios! Que le pasa al carcamal de abajo —gruñe Rubén.

 

—Calla hombre, que es muy mayor —dice Mar.

 

—Y eso le da derecho a protestar cuando le da la ¡ganA-A-A!!! —vocea el esposo.

 

De repente, suena el teléfono. Mar se apresura a cogerlo.

 

—¡Oiga señora! ¡Ya está bien de golpes! —grita el vecino.

 

—Pero si sólo hemos fijado un clavo y son las seis de la tarde —protesta Mar.

 

—¡Pues debían de haberme avisado! —chilla por el auricular don Agapito.

 

—Per…, per…, perdone —farfulla Mar que no se lo puede creer.

 

—Ni perdón ni nada. Se avisa y punto —grita antes de colgar el histérico setentero.

 

El perrito ladra que ladra. A Rubén se le hinchan las narices…

 

—¡Joder, joder, joder! —ruge a pleno pulmón—. Manda huevos, con el vejestorio y su chucho. Ya decía yo que esta casa tenía trampa.

 

—No te enfades amor. El señor es un cascarrabias, pero parece agradable…

 

—¡Ya veremos!

 

Mar abraza a su esposo y acaricia su espalda. Él se rinde a sus mimos y pasa página. Dos días después, la joven coloca la vajilla que le acaban de traer en el aparador. Rubén todavía no ha regresado del trabajo.

 

—¡Ayyy! ¡Ayyy! ¡Ya está otra vez haciendo ruido! ¡Que no puedo más! —grita y pega escobazos en el techo el neurasténico de abajo.

 

El teléfono no deja de sonar. Los ladridos del chihuahua destrozan sus tímpanos. Cuando Mar coge el teléfono, sólo escucha chillidos junto a los aúllos insoportables de Frufrú. La pobre, alucina.

 

—¡Qué ruido ni que ocho cuartos! Si al final va a tener razón Rubén. Este piso tiene trampa —contesta cabreada.

 

Cuelga y deja que el fósil neurótico siga berreando a través de las paredes. Pone un DVD de Sus satánicas majestades y se olvida del asunto. No le dice nada a su chico. Ya lo solucionara ella, a su modo… recapacita.

 

Pasan unos días y Mar canturrea mientras plancha. El teléfono suena. Lo coge animada.

 

—¿Diga?

 

—¡Voy a llamar a la policía! —chirría la estrepitosa voz de don Agapito con el acompañamiento perruno.

 

—Creo que se equivoca. Estoy planchando —dice Mar con tiento.

 

—¡Pues deje la plancha con suavidad! ¡Me voy a volver loco!

 

Mar se derrumba. ¡Qué mala pata! Piensa entre sollozos. Rubén la pilla compungida y no tiene más remedio que contarle el suceso.

 

—¡Me caguen en la puta! ¡Un día de estos le retuerzo el pescuezo a usted y al cabrón de su chucho! —ruge Rubén pegándole patadas al suelo.

 

—¡Calla por favor! —suplica Mar engatusándolo para que se le pase el calentón.

 

Acaban haciendo el amor sobre la mesa del salón. De repente, don Agapito empieza a chillar junto con los gruñidos de su insolente cuadrúpedo.

 

—¡Hostia puta! ¡A ver si tampoco puedo follar en mi casa cuando me dé la gana! —brama Rubén que se ha quedado a medias.

 

—¡Cálmate amor mío!

 

—¡Que me calme! ¡Estoy hasta los cojones del loco de abajo! ¡Sí, entérese cotilla! ¡Lo que le pasa es que le gustaría beneficiarse a mi parienta y nos espía a todas horas! —vuelve a chillar.

 

La muchacha se tapa la boca para no destornillarse de la risa y, por otro lado, disuade al hombre para que lo deje en paz. Pero sabe que las cosas no quedarán así.

 

Una semana más tarde, don Agapito se ha vestido de un azabache sepulcral que asusta al aire; su pobre Frufrú ha muerto. Ellos brindan con cava la desaparición del bicho. Nadie, excepto la Mar, sabe la verdadera causa del desenlace: un caramelo envenenado que deslizó con un hilo de pescar desde su galería mientras la finca, al completo, roncaba. 


Sonríe satisfecha con un único pensamiento: el próximo don Agapito. En su rostro angelical se dibuja una tímida sonrisa.

 

© Anna Genovés

 

Revisado el 21 de enero de 2023

 

Imagen tomada de la red

 

 *Relato incluido en el libro de relatos La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 

#relatos #actualidad #relatosactuales #leer #escribir #autoras #autoraespañolas #libros #annagenoves #historias #realismo #redessociales #love #facebookgroups #facebook #humoenegro #humor

 

 

 


El chihuahua y su dueño

by on 14:41:00
  El chihuahua y su dueño     Ladra mamífero de cuatro patas ladra vecino carca deja vivir a los jóvenes con sus alegrías y sus chanzas     ...


 




Ucrania


 


Caballo blanco nieve 


Que se tiñó de muerte


Y yace roja sangre


Cuerpos mutilados


Mujeres violadas


Niños sin padres


Y ancianos sin nada


¿Qué tiene que suceder para que el mundo hable?


La Paz huye con pavor


Enviamos armas, pero no soldados


Enviamos ayuda humanitaria, pero no tanques


Mientras los aviones supuran bombas días, noches y tardes


Hedor a carne quemada, a manchas que vivirán en todas partes


Dejamos crecer al monstruo: mejor dinero que almas


Crecido y abominable, nadie lo detiene 


Aunque arrase un país y, después, otro


¿Quién sabe?


Por la cabeza del delirado, las cosas nacen y se hacen


Ni importan las personas ni los animales


Ni el número de cadáveres


Lo mismo da uno que un millón


Sangre y campanas de temor


Sirenas que suenan como un badajo perpetuo


La ermita tiene la cruz invertida y gobierna la zeta


Fuera la zeta matavidas ¡fuera!


La guadaña purga con bombas de racimo o nucleares


Armas biológicas o químicas… nadie lo sabe


Ángel vengador, elimina a quienes aniquilan como si no existiera nadie


No quedan edificios en Mariúpol, tampoco en otras ciudades


Las zanjas de los muertos se cubren con cadáveres de todas las edades


Bucha es el principio del horror


Y el mundo lo sabe

 



@Anna Genovés

Sábado, nueve de abril de 2022

 








#Ucrania #solidaridad #poesiasocial #annagenoves #invasionrusa #porlapaz #heroes 








Humanos

 

 

Humanos. Siempre humanos

Los animales

Más detestables de la Tierra

 

 

La Tierra no se muere: la asesinamos

No porque avancemos…

Ella nos deja; le gusta jugar con nosotros

 

 

Aunque suponga una herida que palia sin tregua

Pero, no tenemos remedio

Hablemos de los sobornos en tiempo de guerra

 

 

Hay héroes que mueren por su país

Mientras otros desaparecen

A golpe de talonario o como sea

Quizá vendan a sus hijos o se reconviertan

 

 

¿Qué no quieren morir? Nadie quiere

Mejor paz que guerra

Os roban la vida: luchad por ella

Sed el guano que la alimenta

 

 

Allí donde crecisteis

Hasta que la repudiasteis

A ella que os amamantó cuando teníais hambre

Y os dio lo mejor que tenía para que vivierais

 

 

Desertores cobardes

Traficantes de carne quemada

Y de buenas maneras

Sois lo que sois: excrementos.

 

 

©Anna Genovés

Trece de agosto de 2023

 

Lloro por Ucrania y por el horror del mundo que veo

Entre las ventanas ajadas de mi casa

Y la presbicia que me acecha

 





Ucrania

by on 19:19:00
  Ucrania   Caballo blanco nieve  Que se tiñó de muerte Y yace roja sangre Cuerpos mutilados Mujeres violadas Niños sin padres ...

 



Promoción enero 2023

 


¡Hola, hola, hola…!!! ¿Os acordáis que publiqué varios capítulos de una novela llamada Los secretos del emperador?

 


Creo que os gustaron muchísimo porque se leyeron tanto que fueron las entradas más visitadas.



Revisé el manuscrito, añadí capítulos y terminé editándola en Amazon con el nombre de La concubina 111.

 


Para suavizar la cuesta de enero se puede descargar GRATIS del 12 al 16 de enero.

 


¡Feliz año! Gracias 😘

 


Enlace descarga gratuita La concubina 111


Promoción enero 2023

by on 18:18:00
  Promoción enero 2023   ¡Hola, hola, hola…!!! ¿Os acordáis que publiqué varios capítulos de una novela llamada Los secretos del emperad...








Albufera en español




Rostro secado al aire
mordido por ánades
cigüeñuelas, garzas reales;
cuerpo de madre
que abriga vida en sus aguas quietas.



Viviendas tradicionales, barracas yermas
barcas cruzando el lago
piernas sembrando el marjal;
el lodo de sus entrañas
es vida llena.




Poblada desde antiguo
cosida a la tierra;
artistas fraguando su leyenda
colmada de tradición,
raíces en barrizal de arena.




Aneas, mansiegas y carrizos,
anguilas, samarugos y lubinas bellas;
fauna autóctona que navega
nidos de paja, colonias de aves
que se esfuman y regresan.




Tradición de justillos brocados
y calzones de tela
de broches con vírgenes
y espardeñas,
de paellas a la leña;
arrozales colmados de alegrías y penas.




¿Quién no pensó en el amor
mirando sus campos
anegados de sentimientos?
Acequias, comarcas, ribera
de ríos y vida entera.




¿Quién no retuvo su paz
al ocultar su condena?
Cañas y barro
Albufera de Valencia
Albufera nuestra.



©Anna Genovés
12/12/2014

Todos los derechos reservados a su autora







Albufera en valenciano

 

Rostre assecat a l'aire

mossegat per ànecs,

cigüeñuelas, garses reals;

cos de mare

que abriga vida en les seues aigües quietes.

 

 

Habitatges tradicionals, barraques ermes,

barques travessant el llac,

cames sembrant la marjal;

el llot de les seues entranyes

és vida plena.

 

 

Poblada des d'antic,

cosida a la terra;

artistes forjant la seua llegenda

satisfeta de tradició,

arrels en fanguer d'arena.

 

 

Aneas, mansiegas i canyisos,

anguiles, samarugos i llobarros bells;

fauna autòctona que navega,

nius de palla, colònies d'ocells

que s'esfumen i tornen.

 

 

Tradició de justillos brocats

i calçons de tela,

de fermalls amb verges

i espardeñas,

de paelles a la llenya;

arrossars satisfets d'alegries i penes.

 

 

Qui no va pensar en l'amor

mirant els seus camps

negats de sentiments?

Séquies, comarques, ribera

de rius i vida sencera.

 

 

Qui no va retindre la seua pau

en ocultar la seua condemna?

Canyes i fang,

Albufera de València

Albufera nostra.

  

©Anna Genovés

Traducción de Arianna Nogues Romero -cinco de enero de 2023.

  





Albufera en inglés


Air-dried face

Populated since ancient timesbitten by mallards

storks, royal herons;

mother's body

that shelters life in its still waters.

 

  

 

Traditional houses, farmhouse empty

boats crossing the lake

legs sowng the marsh;

the mud from its bowels

it's full life.

 

 

 

Populated since ancient times

sewn to the earth;

artists forging their legend

full of tradition,

roots in sand muzzle.

 

 

 

Aneas, mansiegas and reeds,

eels, samarugos and beautiful sea bass;

native fauna that navigates

straw nests, colonies of birds

that vanish and return.

 

 

 

Tradition of brocaded justillos and

cloth breeches of

brooches with

virgins and espardeñas,

of paellas to the wood;

Rice fields full of joys and sorrows.




Who did not think of love

looking at its

fields flooded with feelings?

Ditches, regions,

riverbanks and whole life.

 

 


Who did not retain his peace

by concealing his condemnation?

Reeds and mud

Albufera de Valencia

Our Albufera.

 

 

 


 

©Anna Genovés
9/01/2023

Todos los derechos reservados a su autora




P.D. Dedicado a los habitantes
de El Palmar (l'Albufera - Valencia)





   
*Hace unos días conocí a Arianna Nogues Romero y tuvo la amabilidad de traducir el poema al valenciano. 

Albufera

by on 20:20:00
Albufera en español Rostro secado al aire mordido por ánades cigüeñuelas, garzas reales; cuerpo de madre ...






El retrato de Paulin

Basado en hechos reales

 

 

Mimbre sibarita

vendida por un puñado de dólares

no llores, la vida es la vida

 



A finales de los 80 las vidas de Zoé y Paulin se cruzaron para siempre. Nada tenían que ver la una con la otra. La primera, treintañera, trabajaba de dependienta en una perfumería. Tenía una imaginación desbordante y miles de escritos en los cajones. La segunda, había consumido medio siglo de vida. Era toda una señorona pija venida a menos; casada con un militar y madre tardía. Coincidencias de la vida: ambas veraneaban en un pueblecito turístico del Mediterráneo. Eran bastante reservadas y se habían hecho amigas.

 


***

 


Zoé y Paulin paseaban bajo un cielo índigo con destellos corales. La Luna estaba plena y habían caminado más que otras noches. Pero esa velada estaba llamada a ser especial. En la última cuesta de la caminata, Paulin le contó a su amiga, que había leído sus relatos.

 


—Zoé ¡escribes de maravilla! —exclamó Paulin—. Deberías emplearte a fondo: lo vales, niña.

—Paulin ¿te estás quedando conmigo?

—Pues… ¡va a ser que no! Y para que me creas, voy a contarte una historia.

—¿De verdad?

—Bueno… más que una historia, es mi autobiografía. Puedes hacer con ella lo que te plazca.

—Paulin no sé qué decirte —Zoé se mordió el labio inferior, insegura.

—¿Quieres o no…? Te prevengo que es bastante dura.

—¡Ufff!!!

—Venga Dña. Insegura. ¿Sí o no? —apremió Paulin.

—Está bien. Cuéntamela. Ahora, no tengo ni idea qué haré con ella. Tal vez, deberías enviársela a un editor o a un agente literario…

—Te la quiero contar a ti. No estás obligada a divulgarla. Si lo haces, puedes mezclar la realidad con la ficción, a tu gusto…

—¡Adelante! Soy toda oídos —terminó por decir la escribidora amateur con los ojos iluminados por una ráfaga de luz genuina.

—Sabes que soy canaria, ¿verdad? —dijo Paulin.

—Claro.

—Allí conocí a mi Salvador. Ahora está para pocas roscas. Pero entonces era un coronel del Ejército de Tierra muy guapetón. Tenía cuarenta y ocho años. Yo era una chavalilla de ná… y él, ¡tan apuesto! Tostado por el sol, y con esos ojazos verde mar y esa mata de cabello negra —recordó Paulin, mirando el cielo.

—Es un hombre atractivo —aseveró Zoé.

—Tú siempre dulcificando la realidad. Dirás, un anciano de buen ver.

—Bueno, yo no quería… —Zoé se puso roja.

—Gracias, pero… Al pan, pan. Y al vino, vino.

—Dejémoslo en un hombre con encanto.

—Eso también lo tenía: iba siempre de punta en blanco. A mí, que vivía en los suburbios de Las Palmas de Gran Canaria, me pareció el príncipe de todos los cuentos de hadas que había leído.

—Tú, ¿en los suburbios? No me lo puedo creer.

—Pues eso no es nada.

Zoé levantó una ceja y dijo:

—En fin, que fue amor a primera vista.

—Más o menos… —contestó Paulin moviendo la cabeza.

—¿Cómo os hicisteis novios? Disculpa, no quiero entrometerme.

 —Nada de disculparte. Necesito explayarme. Y esa Luna, que nos sigue a todas partes, me está animando a hablar.

Por unos instantes, el rostro de Paulin se llenó de lágrimas. Pero tras un respiro, continuó su relato.

—Era menor de edad y pobre. Tanto que, para estudiar bachillerato, me ganaba la vida haciendo favores a ciertos señores adinerados. Les gustaba a todos —Paulin miró a Zoé de reojo; a la chica se le había quedado cara de tonta. Pero salió del apuro.

—Paulin… 

—Confío en ti chiquilla —Zoé la abrazó.

—Gracias.

 —Verás, en Canarias hace treinta y tantos años, no se vivía igual que en la península. Todo era como un sucedáneo de la verdadera España. Con el boom del turismo, la mayoría de muchachitas que deseaban prosperar se dedicaban a vender su cuerpo para ahorrar unas perras y salir hacia la península.

 —No tenía ni idea —indicó Zoé.

 —La vida es injusta. El caso es que nos aliamos cinco jovencitas (entre ellas, yo) hambrientas y con ganas de salir del fango, decididas a trabajar en un… —Paulin se quedó pensativa—. En un burdel.

—Sí. La vida es injusta. Tienes razón. Cada cual hace lo que puede para sobrevivir.

—¡Ya te digo! Que decís ahora.

—Tómate un respiro.

—Necesito hablar…

 


La mirada de Paulin se perdió entre los abetos que las flanqueaban. Y allí se quedó mientras seguía confesándose.

 


—Mis amigas y yo —prosiguió Paulin con un respingo para no lloriquear— comprendimos que el negocio no estaba en brindarse a cualquiera que pasara. Teníamos que ser amable con los mandos: ellos si podían salvarnos. Trazamos un plan para movernos con asiduidad por los locales más refinados del sector. Al poco tiempo, la suerte hizo que un capitán se fijase en nosotras. Él nos presentó a otros oficiales, y uno de ellos, nos invitó a su apartamento en el barrio más chic de la capital canaria.

—Un pisito para los guateques.

—Exacto. Una casa de citas con mucho glamour.

—Mejor allí que a la intemperie.

—En poco tiempo, nos convertimos en las chicas de alterne de los próceres militares. Retiradas de las calles, vestimos con elegancia y contentamos a los caballeros que acudían a las fiestas privadas.

—Debió ser muy duro para vosotras —insinuó Zoé.

—Duro y lucrativo. Cincuenta por ciento para cada parte. Nadie nos obligó y nadie nos trató mal. Eso hay que tenerlo en cuenta.

—Me parece una postura muy inteligente.

—Sabía que me entenderías por eso quise que fueras mi cicerone —Paulin cogió del brazo a Zoé y prosiguieron su caminata.

—Ciertamente, me estás dando material para una novela —dijo Zoé.

—Apunta en tu memoria lo que escuches… ¿Quién sabe?

 


Paulin le contó a Zoé que, a partir de ese día, las cinco amigas llevaron una doble vida: por la mañana iban al instituto, y por la tarde a comprarse alguna que otra prenda asequible y refinada con la que vestirse por la noche. Las confesiones de Paulin fueron tan íntimas que Zoé se devanaba los sesos cavilando en los millones de niñas, que, por uno u otro motivo, ejercían el oficio más antiguo de la historia. Tanta información, le produjo una cierta ansiedad. Repasaba y escribía, una y otra vez, todo cuanto había oído. Amén, de dejar volar su imaginación con otras tantas apuestas. Días antes de finalizar las vacaciones, Paulin fue a enseñarle unas fotografías a media tarde.


 

—Hola Paulin. ¡Vaya sorpresa me has dado!

—Hola querida —Paulin le dio un beso en la mejilla—. Como te he contado tantas cosas quiero enseñarte unas fotografías.

—¡Qué bien! —contestó Zoé animada. Paulin sacó un álbum de piel marrón y lo dejó sobre la mesa. Lo abrió.

—A ver. A ver… —dijo Zoé.

—Mira, esta es la primera foto que nos hicimos Salvador y yo juntos. Estábamos en el paseo de la Playa de las Canteras —Paulin, esbozó una sonrisa—. Pero antes, te contaré qué sucedió la primera vez que nos vimos. ¿Qué te parece?

—¡Total!

—Fue en una party. Salvador estaba observándome. Y, ¡cómo me miraba! Fíjate que hasta me ruboricé —señaló Paulin. Zoé abrió los ojos como platos—. Minutos más tarde, el anfitrión hizo que me reuniera con él. Don Salvador (así me indicaron que le llamara) me invitó a una copa y después pasamos a una habitación especial. Hablamos de nuestras vidas. La mía sólo tenía escritas unas cuantas páginas. Pero el flamante coronel, llevaba varios libros. Lo habían destinado a las Palmas de Gran Canaria desde Indochina, donde se había adiestrado con tropas francesas y americanas. 

—¿Qué me dices?

—Lo que oyes Zoé. Te has quedado muerta, ¿eh?

—No es para menos.

—¡Qué poco sabes de la vida! A mí no me extrañó porque estaba acostumbrada a que los altos mandos me contaran sus hazañas.

—Lógico.

—La primera cita acabó tal cual. D. Salvador pagó por mi compañía y añadió un extra más que razonable. Desde esa tarde, acudió a todas las reuniones. Estuvimos muchos meses conociéndonos. Mi esposo, por aquel entonces, necesitaba a una confidente más que a una señorita de alterne.

—Has tenido una vida muy intensa, querida amiga.

—No puedo quejarme. En esta fotografía estábamos con unos amigos…

 


Las confidentes pasaron la tarde observando imágenes de un pasado fascinante y desconocido para Zoé. Paulin resplandecía cuando las mostraba. Era una mujer madura muy atractiva; pero de joven había sido un ángel. Alta y esbelta, de caderas redondeadas y pechos bondadosos. Ojos grises, melena dorada y labios carnosos. Un bombón. Su esposo, un apuesto caballero de porte gallardo e impecable apariencia. A Zoé, el hecho que D. Salvador hubiera llegado a Indochina en 1946 como un flamante comandante amigo íntimo de Serrano Suñer, del General Valera y del General Franco, al mando de parte del ejército Nacional: le pareció un filón novelesco de 24 quilates, aunque era contraria al universo fascista en el que estaba sumergida la historia. Por la noche, siguieron hablando bajo un firmamento cristalino con pinceladas albas. 



—Conoces casi toda mi vida —dijo Paulin—. Pero, tengo que contarte cómo un militar brillante pasó a casarse con una mujer de la calle.

—No digas eso Paulin.

—No me avergüenzo. He tenido demasiados años para hacerlo. Y eso es lo que era.

—Tú mandas.

—Pasado un tiempo, Salvador y yo intimidamos.

—Es obvio.

—La cosa comenzó como quien no quiere nada. Sin embargo, un día, Salvador, consintió que le tuteara en el pisito. Y poco después, me sacó a pasear. Me convertí en su amante. Con ello gané mayor solvencia económica, y, lo que es más importante, dejé de estar con otros hombres. Diez años más tarde, se convirtió en General de Brigada de la región militar de Baleares. Yo me había refinado mucho. Chapurreaba inglés, francés y alemán. Finalmente, entré en la Universidad de adultos y me licencié en filología inglesa.

—Vaya… nunca dejarás de sorprenderme.

—Puede ser. Salvador quiso que me fuera con él. En un principio, le di calabazas. Él era muy tenaz e iba a verme siempre que podía. Me regalaba joyas; me invitaba a los mejores restaurantes. Al final, me trasladé a las Baleares.

—Pero… —intervino Zoé.

—Llegado ese punto, quise más. Fue una temporada maravillosa, nos codeábamos con la jet de medio mundo. Mallorca es la residencia de verano de muchos aristócratas

—Y de la realeza —dijo Zoé.

—Por supuesto. Con ellos también coincidimos en varias recepciones. El caso es que Salvador siguió ascendiendo y cuando lo trasladaron a Valencia como General de División de la tercera región militar, me pidió matrimonio. Yo ya tenía mis añitos…

—Pero tu docilidad había dado sus frutos.

—¡Y tanto! Me compró un piso de más de doscientos metros en la Plaza de Cánovas del Castillo. Tenía tres empleadas del hogar. Y cuando nacieron los niños, no les faltaron tatas.

—¿Un cuento de hadas?

—Aparentemente…

—¿Cómo?

—Salvador perdió el interés. Se pasaba el día en Capitanía General. Regresaba a casa, con el buche lleno y el cuerpo impregnado de Coco Chanel…

—Paulin…

—Hija mía, siempre pasa lo mismo. Los hombres son polígamos. Recuérdalo toda la vida y no fantasees con príncipes azules: no existen

—¿Seguro?

—¿Quién mejor que yo podría saberlo? Disfruta todo lo que puedas.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Lo que quieras.

—¿Y qué pasó con tanta bonanza?

—No tiene que ver con lo que te he contado; quizá sea demasiado íntimo. Bueno, ¡qué más da! Lo comprenderás enseguida. Cuando falleció el Generalísimo, Salvador se opuso a la política que emprendió el Rey Juan Carlos. De inmediato, lo degradaron a comandante de la Reserva –una escala muy inferior—. Chiquilla, todo se vino abajo. La rumorología apuntó a mis orígenes y los amigos nos dieron de lado. Tuvimos que vender el piso, despedir al servicio… Y aquí estoy.

—Con trabajadores de clase media.

—Aún tengo demasiado. Nací en la calle y los orígenes nunca hay que olvidarlos.

—Tienes razón.

—Puertas que se abren y se cierran. Pero, ¿sabes qué?

—Tú dirás.

—¡Que me quiten lo bailao! —sentenció Paulin con alegría.

Esa fue la última noche que Zoé y Paulin se vieron. Finalizaron las vacaciones. Y días más tarde, el chalé de Paulin se vendió.

 


***

 


En 2015 Zoé se había convertido en una escritora afamada. Una mujer elegante e independiente. Su novela, El retrato de Paulin, había ganado un concurso literario de prestigio. La flamante escritora estaba en pleno periplo publicitario. Llenaba librerías, grandes almacenes, Ferias del Libro. Estaba firmando volúmenes con una cola interminable de fans cuando se acercó una lectora en silla de ruedas. Ella se dispuso a dedicarle el ejemplar. Cariñosa.

 


—¿Cómo se llama, por favor? —preguntó con una sonrisa.

—Paulin. Me llamo Paulin —contestó la anciana.

 


Sus miradas se abrazaron en el aire denso que las rodeaba; nunca volvieron a separase.

 


© Anna Genovés

Revisado el 28 de noviembre de 2022

Imagen tomada de la red

Dedicado a una amiga muy querida


 *Relato incluido en el libro de relatos La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 

#relatos #actualidad #relatosactuales #leer #escribir #autoras #autoraespañolas #libros #annagenoves #historias #realismo #redessociales #love #facebookgroups #facebook

 

El retrato de Paulin

by on 18:18:00
El retrato de Paulin Basado en hechos reales     Mimbre sibarita vendida por un puñado de dólares no llores, la vida es la vida   A finales ...