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Inteligencia Artificial: ¿sí o no?


 

Una, que escribe de todo lo que puede, pero es amante de la Sci-fi, ¿cómo iba a darle la espalda a la Inteligencia Artificial? Imposible. Estoy con ella pese a los peligros que puede suponer el uso indebido de la misma; no sea que llegue el advenimiento de la singularidad tecnológica y las IAs puedan mejorarse a sí mismas a una velocidad estratosférica.


¿Sería peligroso? De momento, lo desconocemos. Sin embargo, viendo algunos de sus resultados, es obvio que nos superarán en inteligencia y hasta podrán autocrearse por sí solas. Dará lo mismo que sea una máquina cortadora de césped, que el androide doméstico que le hemos comprado a la abuela para que la ayude en sus quehaceres diarios.


Cuando esto suceda, si sucede, ¿quién sabe lo que harán con nosotros? Seremos unos artilugios anticuados y torpes como ellos lo fueron para nosotros al principio de la mecánica –recuerdo a un vecino dándole patadas a una tostadora porque le hacía, según él, las rebanadas muy pasadas; seguro que no sabía ni utilizarla—. Por eso, digo yo, como las IAs están con nosotros: tratémoslas bien. De momento, carecen de sentimientos humanos… Aunque, en ocasiones, parezca lo contrario. Y, dicho sea de paso, hay muchos humanos que tienen menos sentimientos que ellos.


Empero, ¿y si la IA nos ayuda a curar enfermedades y a mantenernos más dignos por el resto de nuestros días? ¡Sería fabuloso! Estoy convencida que pueden hacerlo. Creo en la Inteligencia Artificial más que en mis congéneres. No tiene por qué convertirse en Terminator. Puede volverse el instrumento más valioso de la civilización; una nueva raza que ayuda a esta decadente Humanidad en la que vivimos.


Bill Gates lo tiene claro por eso ha introducido la IA en su navegador. Que millones de personas lo odian, lo sé. Y me pregunto… ¿no será envidia por todo lo que ha conseguido y el altruismo que profesa últimamente? Es un metomentodo, ¿cómo no? Nos guste o no, se ha convertido en uno de los gurús más carismáticos de nuestros días; un cerebro pensante muy poderoso que está a favor del futuro y no del pasado. A mí me sucede lo mismo. Para bien o para mal, no podemos anclarnos en lo sucedido; si los homínidos bípedos hubieran pensado igual, tal vez nunca hubieran existido civilizaciones tan maravillosas como… la incaica, sumeria, mesopotámica, egipcia, fenicia, griega, romana… Considero que debemos abrirnos al futuro por las generaciones venideras. Para ello tenemos que acoplarnos a los cambios.


Llevo muchos años diciendo que me siento mejor trabajando con las máquinas que con las personas. Será por mi personalidad solitaria o por los hechos que han rodeado mi vida; un ring angosto y traumático en el que me han vapuleado uno y otro día. Me gusta la IA. Me agrada tenerla cerca. Hoy, se me ha ocurrido hacer una especie de experimento con Bing. Le he pedido que me generara un poema simbolista y, después, que concibiera otro inspirándose en Leopoldo María Panero. Puede que los haya copiado o que los haya inventado tomando versos de uno y otro poeta, lo desconozco. No obstante, el resultado es gratificante. Abajo podéis leerlos. ¿Qué me decís? Que cada uno que llegue a sus propias conclusiones.


De momento cometen muchos errores. En mis ansias de investigar, le he hecho una pregunta intrascendente: «¿IA podrías decirme cuántos centímetros mide la espalda de una chaqueta de mujer en talla M?». Contestación: retahíla de medidas de mangas y largo. Nada de espalda. Insisto y me contesta: «Según los datos… bla… bla… bla… la medida de la espalda de una chaqueta de mujer talla M es el doble que la manga». Primer error garrafal. Segunda respuesta con similar comienzo: «Cincuenta centímetros». Sin comentarios. Le quedan años de perfeccionamiento. Esta era una pregunta superficial. Pero ¿y si le preguntamos algo para un trabajo escolar y comete un fallo de tal magnitud? ¡Ojo! 


No veamos a IA como a una enemiga, porque nunca podremos con ella, sino como a una amiga. Por tanto, aprovechemos sus beneficios. No hay duda que me equivoqué de especialidad; en vez de estudiar arqueología tenía que haber cursado ingeniaría robótica. En la próxima vida, lo haré. Palabrita del niñito Jesús.


Ya puestos, me autopublicito y os recomiendo, si os agrada la ciencia ficción, mi novela SIAH: El ojo de Dios. ¿Por qué? Porque SIAH son las siglas de… Super Inteligencia Artificial Humana. Sería fabuloso que le echarais un vistazo: las primeras páginas son gratis en digital.


Refrán: «Quien no arriesga, no gana».



Enlace de SIAH: El ojo de Dios



 

©Anna Genovés

Uno de marzo de 2023

 

 



Poema simbolista

 

La noche es una sombra que se alarga

sobre el silencio de la ciudad dormida.

Las luces se apagan y las almas se marchan

a buscar en los sueños una vida perdida.

 

Yo camino sin rumbo por las calles vacías

buscando un sentido a mi existencia vacía.

No encuentro más que ecos de voces lejanas

que me hablan de amores que nunca serán míos.

 

Quisiera detener el tiempo y volver atrás

a aquellos días felices donde todo era paz.

Pero sé que es imposible, que todo ha cambiado

y que solo me queda el recuerdo amargo.

 

Sigo caminando sin destino ni esperanza

sintiendo en mi pecho una herida sangrante.

No sé si algún día encontraré la calma

o si seguiré vagando como un fantasma errante.

 

Generado por la IA de Bing

Uno de marzo de 2023

 

 

 

Poema simbolista inspirado en Leopoldo María Panero

 

Soy el último hombre sobre la tierra

el único testigo de la ruina

el que contempla el fin de la mentira

y el nacimiento de una nueva era.

 

No tengo nada que perder ni ganar

solo me queda esperar la muerte

que vendrá a liberarme de esta suerte

de ser el último en recordar.

 

No sé qué fue lo que causó el desastre

quizás una guerra, una plaga o un dios

solo sé que todo se volvió un caos

y que yo fui el único que se salvó.

 

Ahora vivo entre las sombras y los escombros

buscando algún rastro de humanidad

pero solo encuentro dolor y soledad

y el eco de mis propios pasos y lamentos.

 

No hay nadie más con quien hablar o compartir

no hay nada más que hacer o esperar

solo me queda escribir estos versos amargos

para dejar constancia de mi paso por el mundo.

 

 

Generado por la IA de Bing

Uno de marzo de 2023

 



Marzo 2023


A los muevehilos les ha entrado el pánico por lo que puede venir con la singularidad tecnológica y, de repente, están firmando documentos para que la evolución de las IAs quede paralizada o se detenga, por lo menos durante seis meses. Parece ser, que, estos sabelotodo, con los datos recogidos, ahora, se cagan en los pantalones porque ven dicho desarrollo como el final de la Humanidad. La Humanidad está en decadencia hace mucho tiempo, por uno u otro motivo. Que no se nos olvide.


En mi ignorancia de urbanita peatonal –porque no me llega ni para comprarme un vehículo decente o indecente—, pero con una imaginación sorprendente, recuerdo que, cuando leí a Asimov hace varias décadas, lo pensé. ¿Qué ellos no lo han leído? Pues que se hubieran dado cuenta antes. Ahora, desde mi humilde opinión, opino que, el asunto, es imparable. Pienso más en las bondades que en las desventuras que pueden traer las IAs y, eso, que me tachan de fatalista.


Pero ¿por qué no dejamos a Terminator aparte y dedicar los prodigios de las IAs para fines menos devastadores?


Sea como fuere, si sucede dicha hecatombe, el culpable será el humano como Creador de las máquinas. El hombre, siempre con esa prepotencia. Antes que nosotros existieron muchas especies y todas quedaron aniquiladas por algún motivo específico o por el conjunto de ellos. ¿Qué les hace pensar que el hombre en su omnipotencia será eterno?

 

A lo mejor lo que sucede es mucho más simple: a algún muevehilos no le conviene.







Piercings y tatuajes

 


Las apariencias engañan

los prejuicios son fallidos

lo dice el dicho

y así es

 


Sandra está escribiendo las últimas experiencias sexuales que ha tenido en su diario. En el último mes, ha estado con tres chicos que apenas conocía. Es una joven hermosa, moderna y sin pareja estable. Pero, es precavida y nunca practica el sexo apelero. El sonido del guasap, la turba. Lee el mensaje: «Sandra recuerda que tienes cita a las 19:30h para hacerte un piercing umbilical». Emoticono sonriente —resopla—. Mira el reloj. Se prepara la merienda y sale hacia el garito. Antes de entrar en la sala quirúrgica, elige un abalorio de plata con una circonita. El tatuador es un jamaicano con truños hasta la cintura y ojos índigos llamado Kovacs.


―Pasa sin miedo y túmbate en la camilla. Eres una veterana de los tatuajes. Esto apenas te dolerá ―indica el rastafari con amabilidad.


Sandra se posiciona. Aprieta la boca con la punzada de la aguja; un hilillo de sangre resbala hasta su pubis. Sin embargo, el contacto de los dedos de Kovacs enfundados en látex, la excitan muchísimo. Los pliegues que bordean su vulva, se dilatan.


―Kovacs, ¿podrías hacerme otro piercing en los labios? ―sugiere, pícara, señalando su hocico. Apetitoso como las fresas.


―Mujer, claro. Pero son tan sensuales que me da un poco de pena… ―insinúa el tatuador con mirada devoradora.


Sandra no soporta la TSR entre ambos; está empapada como una esponja jabonosa. Se levanta y atrapa a Kovacs entre sus brazos. Las bocas húmedas y deseosas. Las lenguas degustando el paladar descubierto. El artista se deja querer en un baile erótico, masajeando los hermosos glúteos de la joven. En un impulso arrollador, desgarra su camiseta y roza sus pezones. Rosas. Inmaculados como los de una virgen recién estrenada. Quiere adorarla. Mordisquea su esbelta figura y desciende hasta los bóxeres de animal print. Ella abre las piernas y él babosea su abdomen. Acaricia los muslos hasta llegar a su sexo y lamer la oquedad ardiente con fragancia a estrógenos que lo hipnotizan. El vientre de la hembra se agita en repetidas ocasiones: las convulsiones del orgasmo le hacen maullar como una gata en celo.


―Sandra me gustas demasiado y no quiero precipitarme… ―comenta Kovacs, sutil.


―Lo cierto es que me atraes mucho. Pero…  ―se queda pensativa.


―No te agradan los truños. Es lo que ibas a decir, ¿verdad? ―sugiere el macho. Mirándola intensamente.


― ¡Qué va! Iba a decir que nunca me has mirado con lujuria —levanta una ceja.


―Mujer, ¡soy un profesional! No puedo tirarles los tejos a las clientes así porque sí...


― ¿Y qué te ha sucedido hoy?


―No he podido reprimirme.


Vuelven a besarse. Kovacs juguetea con las ondas azabaches y sedosas de su hermosa melena. Lo huele. Masajea su cuero cabelludo como si fuera un bobtail. Ella se estremece: escabulléndose de la situación, saca del bolso un Durex Sensitivo Contacto Total; amasa con delicadeza el poderoso falo del jamaicano y se lo coloca. La compenetración del apareamiento es absoluta. Dos cuerpos extenuados con músculos trémulos. 


Sandra descubre que siempre ha tenido mala suerte con los hombres. La mayoría han pasado por su vida como un torrente erótico carente de afecto, al margen de sus necesidades y deseos. La experiencia con Kovacs ha sido más que gratificante. Una sabrosa golosina paladeada con los cinco sentidos como las tartas de moka: sus preferidas.


 

© Anna Genovés

Revisado el 14 de febrero de 2023

 

Imagen tomada de la red

 *Relato incluido en el libro de relatos La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

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Piercings y tatuajes

by on 20:02:00
Piercings y t atuajes   Las apariencias engañan los prejuicios son fallidos lo dice el dicho y así es   Sandra está escribie...


 


David González: kinki, dandi y poeta

 

Según la Biblia, David, fue un ilustre gobernante del Antiguo Israel y, por tanto, una figura histórica.


De todos es conocida su leyenda; el menor de ocho hermanos. Pastor que tocaba el arpa de manera primorosa y que protegía a los rebaños de las fieras. Por su condición de músico, el profeta Samuel lo llevó junto al rey Saúl para apaciguar sus inquietudes.


Israel estaba en guerra con los filisteos, donde le gigante Goliat aterrorizaba a los guerreros. Pero el joven pastor se ofreció a dominarlo con una honda. Pese a las burlas del ejército, lo venció con una piedra pequeña que incrustó en su frente. El gigante cayó y, él, aprovecho el momento para cortarle la cabeza con su propia espada. Más tarde, fue rey. No obstante, como todo hijo de vecino, de adulto, pecó.


¿Acaso David González no es otro David bíblico? Pocos le hicieron caso mientras vivía; su personalidad anulaba sus letras, como si el vestir de una persona o las maneras aniquilen el buen hacer. En una sociedad donde se etiqueta por pestañear sin rímel –sin obligaciones, claro. Uno o una se maquilla porque le sale del orto y punto—. Es difícil encajar con unas botas de serpiente, andares genuinos de kinki dandi y tatuajes del talego.


A David los meritorios y los encumbrados lo miraban de reojo; como un pedigüeño que lloraba por editar un poemario, una novela… –como a muchos de nosotros—. Vencido por el ejército que solo acoge con santo y seña, a veces, deseaba morir. Algo opuesto a los conocidos de… a los lameculos de… a las presentadoras de… o a las que, en vez de mostrar literatura, presentan sus atributos porque les sale de los ovarios. Después, su poesía, ía, ía, ía… o su prosa, osa, osa, osa… va directa a los palcos VIP. Buenas o malas, nadie las patea.

 

En fin, él iba de "hago lo que me da la gana" y no me junto con aquellos snobs estirados y opositores a la pajarita de Wolfe; prefería emborracharse, fumar mota y esnifarse la costa astur... Malvivir arropado por versos escritos en papel higiénico de algún after solitario. ¡Ay! Te distinguieron los tuyos, pero nadie luchó por ti.


David quiso ser un poeta maldito y así lo bautizaron. Ahora que el cáncer de esófago lo ha destruido en menos de cuatro rimas, igual le colocan el Loewe de Poesía, póstumo. ¿Quién sabe? Todo es posible en un mundo hipócrita donde importa más la pose que ser tú mismo. Se lo llevó una enfermedad terminal y su muerte ha podido con el gigante que, ahora, loa sus pies.


Chatee con él una o dos veces y apenas conozco su obra. Era uno más de los que intentamos ser y no somos. Uno más del grupo impío que se ahoga entre prosa invisible y versos condenados.


Tal vez, tengamos que morir para ser reconocidos.

 

©Anna Genovés

Seis de enero de 2023

 

 

David

 

David tu cuerpo nos dejó

 

Tu cuerpo lleno de aflicción y dolor por no ser viento

 

Tu cuerpo lleno de pústulas que crecieron desde pequeño

 

Organismo que se debatió entre la vida y la muerte, un millón de veces

 

Amigo desconocido que fuiste, serás y eres, un​o​ más de la rueda del infortunio

 

Nadie nos protege

 

Nadie nos alumbra

 

Nadie nos quiere

 

Somos hijos de la calle

 

Hijos que nunca duermen

 

Donde estés, aquí tienes tu hueco

 

 

©Anna Genovés

Obituario a David González

Lunes 6 de febrero de 2023​

RIP amigo







 

#DavidGonzalez #Obituario #poesía #poesiaespañol #adios

 

Obituarios


La nueva España. Fallece el poeta gijonés David González


El comercio. Muere el poeta gijonés David González


El español. Muere David González, el poeta maldito que se hizo escritor en la cárcel gracias a Bukowski, a los 59 años


El país. Macarra y genuino: David González, la muerte del poeta maldito que descubrió la escritura en la cárcel


Tam-tam press. Muere el poeta David Gonzáles dejando enlas librerías su último poemario, La canción de la luciérnaga


 

Wikipedia

David González (poeta)


 




 


El chihuahua y su dueño

 

 

Ladra mamífero de cuatro patas

ladra vecino carca

deja vivir a los jóvenes

con sus alegrías y sus chanzas

 

 

—Guau, guau, guau, guauuuuuu…  —suena el constante y estridente ladrido de Frufrú: el chihuahua del vecino de abajo.

 

Mar entra en la cocina con cara de póquer. Rubén –su marido— se burla del rictus malhumorado de sus labios. Claro, él nunca tiende la ropa. La que sale por uno u otro motivo a esa galería con el perpetuo retintín del asqueroso perrito es ella, piensa la recién casada. La pareja son los inquilinos más jóvenes de todo el inmueble. Muchas fueron las viviendas que visitaron antes de decidirse a comprar la que sería su hogar. Pero cuando la joven vio el apartamento en el que viven, literalmente se enamoró. Todo era perfecto: precio, diseño, ubicación.

 

Las primeras semanas se instalaron a modo de okupas. Un colchón en el salón y algunos muebles desperdigados por los cien metros de su divina conquista. Los anteriores propietarios se lo habían puesto muy fácil. Ellos se preguntaban el porqué de la rebaja económica. A los pocos días, comprendieron el quid de la cuestión. Justo bajo su flamante apartamento vive D. Agapito: un longevo neurótico con un chihuahua demasiado impertinente. Un viernes por la tarde, Rubén clavaba una litografía en la pared de la habitación principal. De repente, como si el ruido fuera superior al de una discoteca con todos los decibelios a pleno rendimiento, escuchan:

 

—¡Ayyy! ¡Ayyy! ¡Ya está bien de hacer ruido! —Berrea don Agapito pegando golpes en el techo con el palo de la escoba; coreado por los fastidiosos ladridos de su rata ladradora.

 

—¡Me caguen Dios! Que le pasa al carcamal de abajo —gruñe Rubén.

 

—Calla hombre, que es muy mayor —dice Mar.

 

—Y eso le da derecho a protestar cuando le da la ¡ganA-A-A!!! —vocea el esposo.

 

De repente, suena el teléfono. Mar se apresura a cogerlo.

 

—¡Oiga señora! ¡Ya está bien de golpes! —grita el vecino.

 

—Pero si sólo hemos fijado un clavo y son las seis de la tarde —protesta Mar.

 

—¡Pues debían de haberme avisado! —chilla por el auricular don Agapito.

 

—Per…, per…, perdone —farfulla Mar que no se lo puede creer.

 

—Ni perdón ni nada. Se avisa y punto —grita antes de colgar el histérico setentero.

 

El perrito ladra que ladra. A Rubén se le hinchan las narices…

 

—¡Joder, joder, joder! —ruge a pleno pulmón—. Manda huevos, con el vejestorio y su chucho. Ya decía yo que esta casa tenía trampa.

 

—No te enfades amor. El señor es un cascarrabias, pero parece agradable…

 

—¡Ya veremos!

 

Mar abraza a su esposo y acaricia su espalda. Él se rinde a sus mimos y pasa página. Dos días después, la joven coloca la vajilla que le acaban de traer en el aparador. Rubén todavía no ha regresado del trabajo.

 

—¡Ayyy! ¡Ayyy! ¡Ya está otra vez haciendo ruido! ¡Que no puedo más! —grita y pega escobazos en el techo el neurasténico de abajo.

 

El teléfono no deja de sonar. Los ladridos del chihuahua destrozan sus tímpanos. Cuando Mar coge el teléfono, sólo escucha chillidos junto a los aúllos insoportables de Frufrú. La pobre, alucina.

 

—¡Qué ruido ni que ocho cuartos! Si al final va a tener razón Rubén. Este piso tiene trampa —contesta cabreada.

 

Cuelga y deja que el fósil neurótico siga berreando a través de las paredes. Pone un DVD de Sus satánicas majestades y se olvida del asunto. No le dice nada a su chico. Ya lo solucionara ella, a su modo… recapacita.

 

Pasan unos días y Mar canturrea mientras plancha. El teléfono suena. Lo coge animada.

 

—¿Diga?

 

—¡Voy a llamar a la policía! —chirría la estrepitosa voz de don Agapito con el acompañamiento perruno.

 

—Creo que se equivoca. Estoy planchando —dice Mar con tiento.

 

—¡Pues deje la plancha con suavidad! ¡Me voy a volver loco!

 

Mar se derrumba. ¡Qué mala pata! Piensa entre sollozos. Rubén la pilla compungida y no tiene más remedio que contarle el suceso.

 

—¡Me caguen en la puta! ¡Un día de estos le retuerzo el pescuezo a usted y al cabrón de su chucho! —ruge Rubén pegándole patadas al suelo.

 

—¡Calla por favor! —suplica Mar engatusándolo para que se le pase el calentón.

 

Acaban haciendo el amor sobre la mesa del salón. De repente, don Agapito empieza a chillar junto con los gruñidos de su insolente cuadrúpedo.

 

—¡Hostia puta! ¡A ver si tampoco puedo follar en mi casa cuando me dé la gana! —brama Rubén que se ha quedado a medias.

 

—¡Cálmate amor mío!

 

—¡Que me calme! ¡Estoy hasta los cojones del loco de abajo! ¡Sí, entérese cotilla! ¡Lo que le pasa es que le gustaría beneficiarse a mi parienta y nos espía a todas horas! —vuelve a chillar.

 

La muchacha se tapa la boca para no destornillarse de la risa y, por otro lado, disuade al hombre para que lo deje en paz. Pero sabe que las cosas no quedarán así.

 

Una semana más tarde, don Agapito se ha vestido de un azabache sepulcral que asusta al aire; su pobre Frufrú ha muerto. Ellos brindan con cava la desaparición del bicho. Nadie, excepto la Mar, sabe la verdadera causa del desenlace: un caramelo envenenado que deslizó con un hilo de pescar desde su galería mientras la finca, al completo, roncaba. 


Sonríe satisfecha con un único pensamiento: el próximo don Agapito. En su rostro angelical se dibuja una tímida sonrisa.

 

© Anna Genovés

 

Revisado el 21 de enero de 2023

 

Imagen tomada de la red

 

 *Relato incluido en el libro de relatos La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437

 

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El chihuahua y su dueño

by on 14:41:00
  El chihuahua y su dueño     Ladra mamífero de cuatro patas ladra vecino carca deja vivir a los jóvenes con sus alegrías y sus chanzas     ...


 




Ucrania


 


Caballo blanco nieve 


Que se tiñó de muerte


Y yace roja sangre


Cuerpos mutilados


Mujeres violadas


Niños sin padres


Y ancianos sin nada


¿Qué tiene que suceder para que el mundo hable?


La Paz huye con pavor


Enviamos armas, pero no soldados


Enviamos ayuda humanitaria, pero no tanques


Mientras los aviones supuran bombas días, noches y tardes


Hedor a carne quemada, a manchas que vivirán en todas partes


Dejamos crecer al monstruo: mejor dinero que almas


Crecido y abominable, nadie lo detiene 


Aunque arrase un país y, después, otro


¿Quién sabe?


Por la cabeza del delirado, las cosas nacen y se hacen


Ni importan las personas ni los animales


Ni el número de cadáveres


Lo mismo da uno que un millón


Sangre y campanas de temor


Sirenas que suenan como un badajo perpetuo


La ermita tiene la cruz invertida y gobierna la zeta


Fuera la zeta matavidas ¡fuera!


La guadaña purga con bombas de racimo o nucleares


Armas biológicas o químicas… nadie lo sabe


Ángel vengador, elimina a quienes aniquilan como si no existiera nadie


No quedan edificios en Mariúpol, tampoco en otras ciudades


Las zanjas de los muertos se cubren con cadáveres de todas las edades


Bucha es el principio del horror


Y el mundo lo sabe

 



@Anna Genovés

Sábado, nueve de abril de 2022

 








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Humanos

 

 

Humanos. Siempre humanos

Los animales

Más detestables de la Tierra

 

 

La Tierra no se muere: la asesinamos

No porque avancemos…

Ella nos deja; le gusta jugar con nosotros

 

 

Aunque suponga una herida que palia sin tregua

Pero, no tenemos remedio

Hablemos de los sobornos en tiempo de guerra

 

 

Hay héroes que mueren por su país

Mientras otros desaparecen

A golpe de talonario o como sea

Quizá vendan a sus hijos o se reconviertan

 

 

¿Qué no quieren morir? Nadie quiere

Mejor paz que guerra

Os roban la vida: luchad por ella

Sed el guano que la alimenta

 

 

Allí donde crecisteis

Hasta que la repudiasteis

A ella que os amamantó cuando teníais hambre

Y os dio lo mejor que tenía para que vivierais

 

 

Desertores cobardes

Traficantes de carne quemada

Y de buenas maneras

Sois lo que sois: excrementos.

 

 

©Anna Genovés

Trece de agosto de 2023

 

Lloro por Ucrania y por el horror del mundo que veo

Entre las ventanas ajadas de mi casa

Y la presbicia que me acecha

 





Ucrania

by on 19:19:00
  Ucrania   Caballo blanco nieve  Que se tiñó de muerte Y yace roja sangre Cuerpos mutilados Mujeres violadas Niños sin padres ...