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The game of Christmas



El siete de enero de 2019 los niños del colegio Virgen del Socorro regresaron al aula después de las fiestas navideñas.


La señorita Remedios, a punto de jubilarse, seguía con la tradición. Así que, nada más ver a sus vástagos les dijo: «Seguro que tenéis muchas cosas que contarme. ¡Hala! Todos a escribir lo que significa para vosotros la Navidad».


–¡Vaya rollo! –dijo un pelirrojo con cara de espabilado.


–Caín eres un verdadero diablillo. Cara a la pared quince minutos –soltó la maestra señalando al niño con el dedo.

No rechistó nadie más.


Los pipiolos torcieron las boquitas, sacaron las libretas y comenzaron a escribir sus historietas. Tuvieron todo el día para garabatear lo que pensaban con dibujos de colores incluidos. Doña Remedios iba a revisarlos en casa, y, al día siguiente, leería en alto la que más le había gustado.


De los veinte niños que tutelaba, diecinueve explicaron más o menos lo mismo: La Navidad era la festividad de unos papás con un recién nacido. Pero, sobre todo, era la fiesta del dinero y los súper regalos; toda la parentela les daba paquetes con lazos y algún que otro billete sin saber demasiado bien el motivo. Sin embargo, hubo un niño que dejó boquiabierta a la curtida profesora. Se llamaba Damián y acababa de incorporarse al colegio.


La historia era un compendio de sentimientos a flor de piel que comenzaba de la siguiente forma...


..."La Navidad es un juego macabro, una mentira que cada año crece un poco más y te devora a bocados como un lobo hambriento y solitario. ¡Ñam! ¡Ñam! Los adultos dicen que existe para que los niños no pierdan la ilusión, pero son ellos quienes hacen todo. No señorita Remedios, la Navidad se hace por y para los mayores. Vea si no...


Es una fiesta en la que se come, se bebe y se gasta más dinero de lo habitual. O sea, una celebración pagana. Pese a ello, todos los años las familias se reúnen para cenar en Nochebuena o comer en Navidad. Algunas incluso alargan las comilonas por dos o tres días más.









Desde que tengo uso de razón, he visto cómo nos juntábamos para celebrar algo inexistente. Algunos invitados ni nos conocíamos y otros ni se soportaban. Pero en Navidad hay una especie de bulo papal: todos tenemos que querernos y mostrarnos cariñosos.


Lo ve, señorita Remedios, es un juego macabro. Fíjese, los anfitriones cambian con el tiempo. Un año puedes ser invitado y otro anfitrión. Pero… ¿en qué consiste el juego? Se preguntará usted. Muy sencillo, cuando eres anfitrión tienes que ser el mejor ‘en algo’. Si la familia se recoge en tu casa, esta debe ser la más bonita, la más limpia o sus dueños ser los mejores cocineros o los más ricos o los más generosos. En fin, que todo es una farsa envuelta en papel de regalo, lazos brillantes, luces de colores, trufas de chocolate y comida a tutiplén.


Ciertamente nunca me gustó; obliga a regalar y a que te regalen. Y aunque sea el regalo más feo que jamás te hayan hecho, pones cara de felicidad. Después, si puedes lo devuelves y si no te ciscas en el que te lo ha dado y lo 'requeteregalas' a un tercero o lo tiras a la basura. Y cuando tienes que ir, por narices, a recoger los regalitos de los que no estaban invitados a la fiesta, ¡menudo rollo! Con lo a gusto que está uno viendo la televisión, jugando con la Play o, simplemente, wasapeando con los amiguetes.


Además, cada año se alarga un poco más; la pre-Navidad está insoportable. Descubres a tu mamá poniendo verde a una de tus tías. O escuchas a un primo soltar sapos de tu papá. O no soportas a tu hermano. Luego, en la mesa, todos reímos. ¡Mentira! ¡Mentira! ¡Y mentira! Por eso, el año pasado, busqué en YouTube cómo hacer un cortocircuito. De verdad que no pude remediarlo.


Después del banquete y el aguinaldo, me senté en la otra parte del salón; estaba alucinado por las sonrisas y los abrazos hipócritas que se proferían los unos a los otros. Y, de repente, ¡boom...!!! El árbol repleto de adornos, estalló. El ruido fue tan grande que estuve un buen rato sin escuchar ni ‘mu’."...










De improviso, un cliché antiguo nubla la mente de doña Remedios…


Se ve de niña con un vestido capeado muy hueco y una lazada en la cabeza. Iba cargada de regalos; tantos que ninguno le gustaba. Y le dolía la tripita de comer turrón. Su mami la reñía: «¡Eres una niña muy llorona! ¡Una glotona maleducada! ¡Nunca tienes bastante con nada!». Le repetía una y otra vez. Ella estaba tan cansada de sus gritos que le echó los juguetes a la cabeza hasta que cayó al suelo y dejó de chillar. Nunca más volvió a reñirla. Nunca más celebró la Navidad.


Con este tétrico pensamiento, doña Remedios entra en clase y les dice a los niños que el ganador es Damián. De inmediato, comienza la lectura de su cuento.


El niño se pone rojo como un fresón. Entonces la profe le dice:


–Tranquilo Damián, aquí nadie celebra la Navidad. O, mejor dicho, la celebramos todos los días. De hecho, solo nos levantamos para hablar de la Navidad y cada año se une a nosotros un niño más.


–¿Un niño malo, señorita Remedios? –pregunta la criatura.


–Nada de eso. Un niño que dice la verdad y hace alguna que otra travesura. 


Doña Remedios sonríe a Damián y los ojos cetrinos del niño cobran vida. Acto seguido, observa a sus compañeros y descubre que todos llevan vestidos roídos y sonrisas putrefactas. El niño chilla con todas sus fuerzas.








–¿Lo has comprendido, corazón? –le pregunta la maestra. El niño mueve la cabeza afirmativamente.


–¿Entonces yo…?


–Así es, Damián. Tú tampoco te salvaste de la explosión. Y tus compañeros, de una u otra forma, acabaron con la Navidad y terminaron bajo tierra o en una urna virginal.


–Quizá sea la mejor forma de acabar con el juego de la Navidad. Como decía alguien en mi otra vida. No recuerdo su nombre: «No une la sangre. Une la cercanía». Usted, señorita Remedios. Usted y mis compañeros, son mi verdadera familia. Así que, de ahora en adelante, celebraré la Navidad con vosotros. Sin mentiras.


–Me parece estupendo, Damián.


El niño termina su relato bajo la atenta mirada de sus amigos.


Doña Remedios lo aplaude secundada por una veintena de monstruitos desdentados: habitantes del más allá.








©Anna Genovés
18 de diciembre de 2018

Revisado el veintiuno de diciembre de 2024




The game of Christmas

by on 17:17:00
The game of Christmas El siete de enero de 2019 los niños del colegio Virgen del Socorro regresaron al aula después de las fiestas navideñas...




             



Cara de Ángel 
Primer relato del libro EROTIKA



Erotika recopila una serie de 24 relatos carnales que finalizan con un cuento más extenso –con el mismo título que el libro— donde Adriana tiene encuentros sexuales con diferentes compañeros/as a partir de su entrada en una red de contactos para adultos.



Un libro de historias cortas para disfrutar de esa picaresca que levanta el ánimo a cualquiera.


               






EROTIKA

Anna Genovés

Copyright © 2016 Anna Genovés

Todos los derechos reservados a su autora

Título de la edición: Erótika

Autora: Anna Genovés

Propiedad intelectual:

09/2015/427

ISBN-13: 978-1539188759

ISBN-10: 1539188752

ASIN: B01M2270Q9






1. Cara de Ángel







La belleza es un arma

de doble filo

el asesino es un Apolo

que delinque

 



Christian era tan guapo que todos le conocían por su apodo: Cara de ángel. Era hijo de una cuarterona senegalesa con sangre iraní y de un medio libanés cuyo padre había llegado a Colombia desde Dinamarca.



El chico había heredado unos preciosos ojos turquesa de mirada seráfica a lo Monty Clift; un óvalo como Fredrik Ljungberg cuando anunciaba slips Calvin Klein. Un cuerpo igual de esculpido que Brad Pitt en El club de la Lucha y una piel sedosa con un puntito de café Illy arábigo.



Un espécimen más suculento que un queso Gran Reserva de la Dehesa de Llanos. Sin embargo, el querube tenía genes depredadores.



Comenzó a delinquir a una edad temprana. Por su vasto historial policial existían todo tipo de delitos por los que cumplía condena en la cárcel de La Picota de Bogotá. Empero, Cara de ángel, sabía camelarse a todo el mundo con apenas una caída de párpados.



En comisaría había intimidado con una policía y, ésta, había difundido sus fotografías por las redes sociales. ¡Madre mía el club de fans que tenía! Y las animaladas que le ponían las mujeres, como si nunca hubieran visto a un hombre atractivo. Ni Sandokán cuando llegó a España allá por los 70 y salieron todas las madres del Cuéntame con pancartas que decían: «Queremos un hijo tuyo». Por lo menos, el actor hindú era todo un gentleman.



Cara de ángel superaba todas las pruebas. Había conseguido su propio trono por razones obvias. Hasta el gobierno colombiano dejó que la prensa rosa de USA entrara en prisión y lo fotografiara a cambio de untar sus bolsillos. Al final, se fugó de la penitenciaría y fue a parar a una banda criminal que operaba en la famosa colina de Los Ángeles, muy a juego con su sobrenombre.



***



Pam era una actriz decadente. A sus 55 años nadie le ofrecía un papel en TV y menos en la gran pantalla. Pese a ello, vivía en una lujosa mansión de Hollywood. No obstante, como tantas estrellas venidas a menos, estaba más sola que la una.



Una corte de siervos amenizaba sus días embalsamados en champagne y Beluga. Reían sus gracias, esnifaban cocaína y follaban como locos. Después, cada uno volvía a su cuchitril de oro y diamantes de sangre.



La servidumbre recogía los excesos de las orgías, mientras ella dormitaba repleta de barbitúricos con un antifaz de colágeno y diversos vibradores: los coleccionaba por si en algún momento se terciaba utilizarlos.



Esa noche, sus caprichos la habían mantenido como una espectadora VIP: voyeur de luxe. Le apetecía un totum revolutum de cuerpos gimiendo. Era feliz viendo cómo goteaban las vaginas repletas de semen y cómo lo machitos del celuloide se fornicaban unos a otros.



Al final, había conseguido formar un trenecito en el salón de su excelsa residencia. Esfínteres ligados por las vergas de sus vecinos. Cuando acabó la bacanal, se retiró a sus aposentos privados. Dormía profundamente cuando escuchó a su chihuahua albino ladrar.



–Tarzán –dijo soñolienta—. Ya sé que te he dejado fuera de la habitación. Hoy quiero dormir sola.



Pero no pudo conciliar el sueño.


Se dispuso a introducirse un vibrador de última generación con secreción seminal y turbo orgasmo de Victoria Secret –una colección muy cool que la celebrity vendía en exclusiva a sus íntimos—. No obstante, tras acariciar sus labios vulvares y sentirse húmeda. Los chillidos de Tarzán la desorientaron. Se puso la bata de satén con cristales de Swarovski y salió al pasillo. Al abrir la puerta, descubrió al primoroso chucho con el cuello roto. Cubrió su boca para no chillar. La sombra de un hombre encapuchado husmeaba por el despacho de la caja fuerte.



Pam regresó a su cuarto, sigilosa. Minutos después, volvió a salir y se deslizo, agazapada, hasta la estancia inferior.


 

***

 



 

Cara de ángel había abierto el cofre de las joyas; estaba claro que alguien le había dado el soplo. Se había quitado el pasamontaña, le gustaba trabajar a rostro descubierto. Cuando Pam lo vio, supo de inmediato de quién se trataba. Sabía que su cuerpo lucía con múltiples tatuajes carcelarios: uno por cada delito cometido. Y también lo apetecible que estaba. Relamió sus labios golosos; su cuerpo experimentó una secreción extrema. La misma que cuando practicaba cualquier deporte de riesgo: se había excitado al ver a ese delincuente con tesitura de Apolo. Apretó sus muslos mirando la boca del adonis; imaginándola lamiendo su clítoris. Unos salvajes temblores brotaron de su vientre.


 

—No te muevas o te vuelo los sesos —dijo cara de ángel en un inglés chapucero.



—¿Por qué no hablamos primero? —propuso la vieja gloria abriéndose la bata y exhibiendo sus perfectos senos siliconados, talla 100.



—¡Pendeja! Aunque estés muy buena me he follado a tantas tías que paso. Se abren la cuca sólo con olerme —cara de ángel se tocó la entrepierna con vulgaridad—. Además, me gustan jovencitas. Niñas, no momias.



—Si quieres pasamos un buen rato. Después, te doy las joyas. El seguro me pagará su valor y los dos saldremos ganando —insinuó Pam con sigilo.



—¡Joder! ¡Corta el rollo! ¿A ver qué sabes hacer? —sugirió cara de ángel apuntándola con su Glock.



 

Pam sacó el súper vibrador de un bolsillo y lo deslizó por su piel aterciopelada; hasta introducirlo en su hendidura, jadeante. El falo de cara de ángel se puso como una barra de acero al rojo vivo. Dejó el arma y se acercó a ella.

 



—Eres una mature con la totona muy caliente. A ver si tu culo responde igual —le pegó una palmada extremadamente fuerte. Un latigazo que dejó las nalgas de Pam marcadas. Gritó de placer.



—Te gusta clavarla por detrás y con fuerza, ¿verdad? —preguntó la actriz, sensual.



—¡Ponte a cuatro patas y cállate de una puta vez! —ordenó cara de ángel antes de pegarle una leche. Pam se tocó la mejilla y sonrió.



—A ti te consiento lo que quieras. Seré tu perra. Pero antes dame un besito —Pam puso morritos besucones.



 

Cara de ángel pellizcó sus pezones y mordió sus brazos. Ella se agitó. Las bocas se unieron. La estrella lamió la lengua del intruso como si fuera un helado de frambuesa. Después, sumergió la suya entre los labios divinos del soberbio macho. Segundos más tarde, el bicho la empujó encarando su falo hacia las grietas perianales. De repente, Pam sacó un spray antivioladores y literalmente embadurnó su rostro. El malhechor restregó sus ojos, chillando. Quemaban como si tuvieran gas mostaza.



 

—¡Cabronazo! ¿Con que te gustan muy jovencitas o casi niñas? Que enfermo está el mundo para que millones de jóvenes suspiren pensando en ti. Solo eres basura criminal. Más vulgar que Sacha Baron Cohen en Borat.



 

Acabados los exabruptos, Pam cogió el Óscar, que un día pretérito le había concedido La Academia y le destrozó el cráneo a golpes. Cara de ángel yacía ensangrentado y completamente desfigurado sobre la alfombra Persian Vase del siglo XVII –única en el mundo—. Ipso facto, llamó al Sr. Lobo –una especie de Ray Donovan que limpiaba la mierda de todos los hollywoodenses.



 

—Erik soy Pam. Ven: es urgente cielo. He matado a una verdadera cucaracha. Quiero que te deshagas del cuerpo.



 

Cara de ángel no volvió a delinquir. Su cuerpo yacería in aeternum a dos metros bajo tierra en algún lugar desconocido.




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Cuando Leónidas Targaryen desposó a Margarita la Flor 

 

 


 

Fantasmas, perfiles falsos

bipolares o personalidades múltiples

cada uno es lo que es

amén, amén y amén.

 

 

 

Damián Bizarro es sargento primero de Infantería Mecanizada. Se ha comido todos los marrones desde que las Fuerzas Armadas españolas tuvieron misiones en el extranjero; como fuerzas humanitarias u observadores: Albania (1999), Mozambique (2000), República de Macedonia (2001), Irak (2003-04), Haití (2004), Indonesia (2005), Sudán (2006), Bosnia-Herzegovina (2007), República Democrática del Congo (2007), Líbano (2010). Para rematar, desde 2011 está con la ISAF (Fuerza Internacional de asistencia para la Seguridad de Afganistán. Misión: Libertad Duradera). Apoyo avanzado en la base de Herat.

 

 

Tras ver cómo ha quedado el cabo Vicente Fuster –totalmente desmembrado en un ataque terrorista— regresa a España por baja post traumática. Al poco de recibir ayuda psiquiátrica lo remiten a un gabinete de terapeutas. Allí, le asiste una woke empoderada que, como terapia, le aconseja escribir su vida. Él, que siempre ha sido muy cumplidor, abre un blog en la plataforma WordPress con el nombre Hazañas Bélicas. Sin embargo, nadie lo lee. El nombre. Los tiempos que han cambiado. Que es un boomer y cuenta historias de guerras caducas que nadie entiende. Damián se hace mil preguntas que el mismo se contesta por que no comprende por qué no funciona bien ese pedazo de web que ha desplegado en la blogosfera después de desmenuzar muchos videos en YouTube y aprender lo que no está en las escrituras sobre informática. Autodidáctico de nacimiento, se ha hecho un experto en el manejo de ordenadores y el diseño gráfico. Amén de descubrir la faceta creativa de su personalidad, por que escribir, escribe de todo y lo hace bien.

 

 

En una de las visitas a la psicóloga, le dice—:

 

 

Lo siento Amina. Me pediste que contara mi vida y te hice caso. El blog y tal pascual… Pero nadie lo lee.

 

–Damián es que cuentas historias muy… muy violentas. Con mucha sangre. Con crímenes. ¡Vamos! Hasta os portabais mal con los animalitos.

 

–Amina, bonica, me he pasado la existencia de batalla en batalla allí donde me mandaba el Ejército Español. ¿Qué te crees que hay en las guerras? Vida wonderful que decís ahora. Los militares no somos hermanitas de la caridad con el enemigo ni tenemos tiendas de campaña preciosas con mascotas. Tampoco invitamos a los que nos apuntan con un arma a cenar con nosotros.

 

–Esas historias las vemos en las películas bélicas… Salvar al soldado Ryan, Apocalypse Now y etcétera… Y tienen los días contados porque vamos a revisarlas y a eliminar las mentiras que relatan. Ninguna contienda fue tan exagerada como la pintan.

 

Que las guerras fueron más light. ¡Madre del amor hermoso! ¿Has estado en alguna, corazón? –Amina lo mira como diciendo: «¡¿Cómo te atreves a llamarme corazón?! Eso insulta mi feminidad porque yo no te he dado permiso».

 

 

Él se apresura a pedirle perdón. Ella carraspea y se estira sobre el respaldo del sillón perdonándole la vida, antes de preguntarle—:

 

 

–¿Quieres que te ayude o no?

 

–Disculpa mujer, no te enojes. ¿Dime?

 

–A ver, léeme un microrrelato del blog.

 

 

Damián recapacita, se pasa la mano por la barbilla y dice—:

 

 

 

–Vale. Pues este mismo –se aclara la garganta y recita—: Microrrelato Las ametralladoras. En Herat estábamos rodeados de talibanes y las ametralladoras no dejaban de lanzar ráfagas de balas por doquier. Eran ellos o nosotros. Los matamos como a perros. Sus cuerpos quedaron desmembrados y esparcidos sobre la calzada de barro sanguinolento. Ya está. ¿Te ha gustado?

 

 

 

La cara de Amina es un poema expelido de Leopoldo María Panero. Tose unas cuantas veces, bebe un sorbo de agua y le contesta—:

 

 

 

–Hombre, no está mal. No está mal. Con unas cositas por ahí y otras por allá –mueve los dedos como tocando el piano. Quedará perfecto. Vamos a ver… ¿Qué te parece si publicas esto? Microrrelato Las ametralladoras. En una ciudad preciosa de Afganistán había muchos señores con turbantes en la cabeza y calzones anchos –escribe en el portátil mientras narra—. Al principio parecían enfadados, pero pronto nos dimos cuenta que era gente amable. Hasta nos regalaron un par de canes para hacernos compañía. Fin. A ver, voy a repasarlo –murmura entre dientes lo leído y suelta—: Perfecto. Ha quedado perfecto.

 

 

 

Damián se queda estupefacto. No puede ni responder. Sale de la consulta cagándose en todos los santos del firmamento y en todos los wokes que quieren falsear la historia y mentir a los niños para que crezcan sin maldad. O sea, convertirlos en bobos engañados. Presas fáciles para los innumerables lobos que caminan ostentosamente por el planeta, reflexiona.

 

 

 

Una vez en casa piensa y repiensa y se dice así mismo: «Paso de la doctorcita que, además, no es doctorcita sino grado en psicología. O sea, menos incluso que los psicólogos antiguos. Aquellos blablablás…, sabían algo más. Actualmente, les enseñan poco o nada y logran unos sueldos… ¡wonderful! Claro. ¿Cómo no? Te sacas el carné del partido político que esté en boga y, después de un adoctrinamiento feroz donde te lavan la cabeza al son del badajo ecuménico de una bolsita de oro para que aplaudas a todo lo que digan y hagan, tocas el cielo.  Por tu cara bonita o tu trasero hermoso. O por otros cauces... De lo contrario, no te comes ni un colín. Ya me inventaré algo para salir adelante sin comecocos».

 

 

 

Una semana más tarde, abre seis blogs nuevos con los perfiles correspondientes en las redes sociales. Tres con nombre de mujer y tres con nombres masculinos. Seudónimos llamativos con avatares estudiados. Todos falsos como tantos cientos de miles de perfiles que pululan por Internet. Los seudónimos atienden a… La disléxica impenitente, Caperucita roja, Margarita la Flor, Bernardo el asturiano, El príncipe sin capa y Leónidas Targaryen. Busca y rebusca fotografías sin copyright y se convierte en un individuo con personalidad múltiple. Entabla conversaciones con otros miembros y se contesta a sí mismo.

 



Su perseverancia y las muchas horas invertidas en poner likes en las redes y comentarios en los webs, tiene su recompensa; los perfiles recolectan numerosos seguidores y los blogs se convierten en referentes del mundo cibernético. La virtualidad le sienta de maravilla. ¡Se lo pasa en grande! Igual es una Lolita nabokoviana que un pensionista fracasado. Sin embargo, cuando le llega la carta del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social con la invalidez absoluta, llora a moco tendido. ¡Quiero seguir en activo! Dice a grito pelado por el pasillo de su apartamento. Pero nadie le responde porque está más solo que la una. Pasado el sofoco, se disfraza de mujer y se convierte en Margarita la Flor ―poeta y socióloga ―. Bajo este disfraz publica el poema Llevo en blog de Leónidas Targaryen –el más visitado por la pomposidad del nombre y la iconografía adragonada de la página—. Los versos descarnados baten récords de audiencia.

 

 

 

 

Llevo

 

 

Llevo el cuerpo molido,

no me ha golpeado

pero sus palabras lo han mordido.

 

 

Llevo el alma con pena,

no la ha mancillado

pero su cercanía la flagela.

 

 

Llevo los huesos rotos,

no me dio con un bate

pero sus silencios son balas de plomo.

 

 

Llevo la boca con sangre,

no me la rajó de parte a parte

pero hizo que callara y no hablase.

 

 

Llevo el organismo hecho jirones,

porque no sé qué hacer

en este mundo sin ilusiones.

 

 

Ya no sueño, los sueños me los robaron

ya no amo, el amor me fue negado

ya no vivo, aunque suspire y hable.

 

 

Mi cuerpo se muere, mi alma se lapida

mis sentimientos se suicidan

y mi corazón no late.

 


 

 

© Margarita la Flor

Valenciana de nacimiento y madrileña de corazón

 

 

 


Al signarlo mueve la cabeza. Desconoce por qué se siente tan a gusto cuando se comporta como una fémina. Una voz interior le habla: «Venga, pata negra, sal del armario y no te engañes más. Tú y yo sabemos que eres gay desde el día que te parieron. Por eso no soportaste la muerte del cabo Vicente Fuster: tu amante. No pasa nada, ser homosexual, es de lo más cool». Sin embargo, Damián Bizarro, es tan machote que le da vergüenza mostrar sus verdaderos sentimientos. Aunque, cada día dedica más tiempo a su parte femenina y hasta se hace amante de Leónidas Targaryen como si estuviera presente y fuera su amado cabo. Habla con él. Come con él y hace el amor con él. Por lo menos, eso cree la esquizofrenia que ha adquirido al llevar tantos personajes simultáneamente. Un día sale del armario y cuenta su verdadera crónica en la web de su amigo imaginario. La historia se hace viral. Un editor importante contacta con él y le publica su autobiografía.

 

 

 

Años más tarde, y en contra de lo que pensaban todas las aminas del mundo, el sargento Damián Bizarro, se ha convertido en el transexual Margarita la Flor de Targaryen. Una prestigiosa escritora que vende sus novelas como churros y que gana el célebre Premio Planeta 2025 con su obra Hazañas bélicas.

 

 

 

© Anna Genovés

Revisado el cuatro de agosto de 2024

Imágenes tomadas de la red

 

 *El relato original se incluye en el libro La caja pública. Asiento propiedad intelectual 09/2015/427. Disponible en formato papel en Amazon. ISBN-10‏: ‎ 1502468433 ISBN-13‏: ‎ 978-1502468437. Pero, uno de mis juegos preferidos es cambiar casi por completo lo que ya he escrito. Y, este cuento, tiene más de planta nueva que de otra cosa. Hay momentos en los que me he reído a carrillo suelto. Espero que os haya sucedido lo mismo. Gracias.

 

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