De médicos y enfermeras
De médicos y enfermeras
Recuerdo que siendo niña tuve mi
primer contacto con el Hospital General de Valencia. Mi mejor amiga contrajo
viruela negra y estuvo a punto de marcharse al otro barrio; por suerte, sigue
vivita y coleando. Cuando entré en la sala donde estaba hospitalizada me pareció
la estampa más terrorífica que había visto; unas señoras con cara de Rottenmeier,
cofias y batas almidonadas, blanco muerte, te miraban de reojo para que no
estuvieras más tiempo del oportuno, no hablaras fuerte, no les dieras nada de
comer... Vamos, que los visitantes apenas respirábamos.
La habitación era enorme, tenía poca
luz y muchísimas camas con rostros demacrados. Mi amiga estaba separada del
resto de pacientes por unos parabanes níveos. Hace unas semanas, descubrí la
serie The knick –basada en las vivencias
de un hospital neoyorkino de principios del XX. Magnífica—, y, en muchas
escenas, evoco aquella traumática experiencia. Actualmente, poco o nada queda
de aquel lúgubre sanatorio. El interior está completamente remodelado y ha
desaparecido la rigidez del personal sanitario de antaño. Pero, ¿es solo
apariencia? Después de diversas negligencias médicas que he escuchado, tengo
mis dudas.
Omitiré que, en ocasiones, los celadores
pasan del enfermo a no ser que esté muriéndose; o que existan demasiado
conocidos con dolor neuropático postoperatorio; o que se le diagnostique a uno
tal enfermedad que no tiene; o qué sé yo…, quizás que te corten la extremidad
que no corresponde. Puede tratarse de leyendas urbanas de mal gusto y con
muchas incertidumbres de por medio. Pero, voy a comentaros dos pericias que
viví como acompañante.
La primera anécdota sucedió en el
General. Fui con una amiga a Urgencias porque se le había reventado un quiste
sebáceo y el Centro de Salud estaba cerrado. Tras el primer control médico, la
trasfirieron a básica. Esperamos tres largas horas hasta que la atendieron; y el
doctor le dijo, en reiteradas ocasiones, que eso no era urgente: se trataba de un
forúnculo piloso. En esos momentos no supuraba y el matasanos ni tan siquiera
le palpó el bulto antes de mandarla a la
rúe entre risitas, como diciendo: «Será gilipollas, la pava». Una vez en
casa, se dio una ducha y el pus surgió nuevamente. Desde luego, no volvimos al sanatorio.
Estrujamos el susodicho hasta la médula. Ahora, tiene una herida de aquí te
espero. Ya veremos cómo queda.
El segundo descuido tuvo lugar en La
Fe. Otra conocida fue a Urgencias con un dolor agudo en la garganta; le detectaron
un nódulo y la operaron días más tarde. La hilera de camillas adosadas a las
paredes era una procesión interminable; en un lado estaban los que esperaban
ser intervenidos, en la otra los postquirúrgicos. La citaron a las nueve de la
mañana en ayunas, pero no entró a quirófano hasta las dos. Le pintaron un
redondel negro en la parte izquierda del cuello para que el cirujano no se
equivocara de lado. Un hombre se acercó para decirle que era el anestesista.
Inmediato, le metió un chute que repitió en los brazos de todos los encamados como
si fueran un rebaño a punto de entrar en el matadero. Las señoras de la
limpieza entraban y salían frenéticas de los quirófanos como si hubiesen pegado
un mochazo por el WC. Ya no tiene nódulo, pero ha cogido una infección
postoperatoria de caballo; hasta las cejas de antibióticos y con seis quilos de
menos.
Tenemos infraestructuras clásicas y, otras, de los más cool. Pero, ¿está cualificado el
personal sanitario, administrativo, limpieza y etcétera... de los hospitales?
¿Hay suficiente? ¿Por qué esa falta de respeto? Somos personas y a nadie le
gusta estar enfermo. Como dice el refrán: «Al hombre pobre, la cama le come».
Imagino que estas cosillas... por
extensión, suceden en muchos hospitales públicos de otras ciudades. A ver si resulta
que cuando estaban las Rottenmeier de bata blanca todo iba mejor. ¡Ojalá me
equivoque! No queremos retroceder sino avanzar.
©Anna Genovés
Modificación
10/01/2016
The Knick Season
2 Soundtrack - It's My Eye
Bien contado, Anna. A los médicos les tengo confianza, la verdad, si bien hay mucho que mejorar en la sanidad pública.
ResponderEliminarBesotes.
Muchas gracias amiga Sete. No te he contestado antes porque el rato que he tenido libre lo he dedicado al pequeño homenaje dedicado a Bowie.
EliminarYo, en general, también estoy muy agradecida a los médicos, Pero en ocasiones, como dice el refrán, creo que hace más el que quiere que el que puede.
Un besote grande. Anna