Monstruo
Monstruo
Hacía un año que habíamos inaugurado
el adosado en el que vivíamos; con la mala suerte de toparnos con un vecino desagradable
y malévolo. Cuando falleció, nos alegramos y no pudimos evitar brindar con
champagne y hacer el amor.
Acabado el apareamiento, nos
quedamos tumbados sobre la cama. Pero, mi sueño, dio paso a un duermevela intranquilo;
los párpados se abrieron y pegué un salto, ya que unos ojos rojos y
amenazantes, nos observaban.
¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Cómo
te llamas? Grité. Bote del lecho y seguí a la figura demoniaca que ascendía por
las paredes hasta el techo, como una araña titánica que giró la cabeza para
mostrarme sus dientes mugrientos y dejarme su aliento fétido en mi rostro
descompuesto.
No hizo falta que me contestara. De repente, supe quién era y qué deseaba: venía a por un alma. Y se la llevó. Cuando regresé a la habitación, mi pareja dormía plácidamente y al lado, una mancha rojo intenso, llenaba mi hueco.
Chillé con todas mis fuerzas.
©Anna Genovés
Veintidós de noviembre de 2021
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