PROMO REYES: SIAH. El ojo de Dios.
GRATIS
PROMO: SIAH. El ojo de Dios.
GRATIS hasta el jueves 6 de enero de 2022.
Siah es una jumper que viaja a
través del tiempo hasta el Antiguo Testamento para descubrir la
verdad sobre Dios.
En el trascurso de su investigación,
descubre una profecía que habla de una redentora que nació para
salvar a la Humanidad de su destrucción, con la que su unirá mentalmente; ya
que, su ADN está modificado y posee cualidades muy atractivas.
Siah es pura Sci-fi
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SIAH.
El ojo de Dios
Anna Genovés
Derechos de autor ©
2020 Anna Genovés
Todos los derechos
reservados a su autora
Ninguna parte de este
libro puede ser reproducida ni almacenada en un
sistema de
recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier
medio, electrónico, o
de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin
el permiso expreso
del editor.
Diseño portado: Anna
Genovés mediante Cover Creator
Imagen de fondo
cedida por el profesor Simon Williamson
INTRODUCCIÓN
Posterior al fenómeno
meteorológico que cubrió Israel en febrero de 2020, el satélite SPOT almacenó
varias imágenes peculiares sobre el montículo arqueológico de la mítica ciudad
de Jericó: una huella gigantesca con forma de laberinto unicursal y un ojo
central. El mismo rastro se recogió en siete puntos diferentes del planeta.
LIBRO PRIMERO
Origen
San Benito 1988 d.C.
Frente al humilde altar de la
iglesia de San Benito de Carabanchel, una pareja de jóvenes se une en
matrimonio. Los rayos de sol irrumpen por la cúpula acristalada. En el momento
de la Comunión un coro ataviado con togas largas, canta el Ave María de J. S.
Bach acompañado por las suaves notas de un órgano de pared.
La parroquia está casi vacía. En
la parte derecha, un grupo de mujeres acicaladas con prendas foscas y acusada fisonomía
calé escucha la homilía. Detrás, tres bancadas llenas de hombres agitanados con
algunos mozalbetes; llevan trajes desparejados y excesivamente usados. Al otro
lado, un quinteto de parejas jóvenes con críos pequeños. En el último asiento,
una dama de mediana edad y cabello blondo –recogido en un rodete italiano— con
un Chanel tostado y un collar de perlas finas, observa desde la lejanía. Su
rostro está rígido y su silueta estilizada como las bailarinas, envarada:
barbilla alta y boca apretada. Se nota que está en la ceremonia por obligación.
Resignada a ver aquello que detesta.
Un bebé irrumpe a llorar justo
cuando el sacerdote se dirige a los novios, copón bendito en las manos para
darles la Hostia Consagrada. El hombre mira hacia el banco, pero en vez de reprochar
los chillidos del pequeño, sonríe.
–Sus sollozos son vida, hijos
míos. No le hagas callar Mari Luz –sugiere mirando a la mamá—. Dios habita en
su inocencia.
–Como usted mande padre Manuel
–contesta la jovencísima madre de tez oscura y apariencia romaní.
La liturgia prosigue ante la
congregación del distrito más pobre de Carabanchel –Pan Bendito— tutelada por
el padre Manuel; un hombre consagrado al sacerdocio y a sus feligreses.
La iglesia, ubicada en la Calle
Besolla 7, es el enclave de evangelización desde que abrió sus puertas en 1963.
Diez años después de que la familia de Lourdes Green –la novia— se instalara en
uno de los barracones prefabricados desde su antigua chabola. Un lustro más
tarde, la familia adquirió una de las 656 viviendas cercanas al templo. Calés
que convivían con los gitanos de forma respetuosa y afectiva.
Los Green provenían de un clan sefardí anclado en Castilla que llegaron al extrarradio de la capital en la segunda oleada migratoria de agricultores que marcharon de los campos a las ciudades tras la Guerra Civil y la Posguerra. El cabeza de familia se empleó como albañil y su mujer se dedicó a las composturas. Por extraño que parezca para la época, solo tuvieron una hija. Su llegada fue tan esperada que la bautizaron con el nombre de Lourdes. Una niña que creció entre agujas, hilos y telas. Era lógico que su madre le enseñara todos los secretos de las buenas modistas. Pero, por mucho que le pusieran un nombre milagroso, su sino estaba marcado por la fatalidad. Recién cumplida la mayoría de edad, sus padres perecieron en un accidente ferroviario. Aunque le llevó varios meses aclimatarse a su nueva vida, por suerte, tuvo al padre Manuel a su lado. Él llevó a cabo los trámites necesarios para que la herencia beneficiara a su protegida. Visitó las casas en las que su madre cosía e hizo que la joven se hiciera cargo de toda la clientela. Familias adineradas que la acogieron con agrado; confiaron en esa pobre huérfana que zurcía como los ángeles y era educada. La muchacha tenía un futuro prometedor, había heredado el piso de Carabanchel y recogido los clientes de su madre.
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