Hay trastornos llamados raros que no
lo son tanto…
Veréis, hace años una disléxica de los
pies a la cabeza, de esas que a veces confunden el sujeto con el predicado o
escriben las palabras al revés, me contó una anécdota muy divertida... Nos habían enseñado ecuaciones de segundo
grado y el profesor nos dio tareas para casa: el resultado de un problema
–comenzó a narrarme—. Teníamos que desarrollarlo partiendo de sus enseñanzas.
Ningún compañero lograba el cometido, pero yo lo hice y dejé que mis amigos de
pupitre se copiaran. El profesor se dio cuenta de que algo no funcionaba correctamente
porque la teoría estaba desarrollada de forma dispar a la explicada. Entonces,
fue sacándonos uno a uno a la pizarra hasta dar conmigo. A todos les puso un
notable, y, a mí, me suspendió. Pero desde entonces, tuvo muy en cuenta cómo
realizaba todos los teoremas. Iba retrasada sobre todo en lenguaje, y me
llevaba más de un capón. Nadie sabía que sufría dislexia, solamente era la
torpe de la clase. Me encerré en un caparazón y me convertí en una solitaria que
no preguntaba nada por vergüenza. Y si me interrogaba el profesor lo pasaba fatal.
Después, en la universidad, era de las pocas que tomaba los apuntes al pie de
la letra con una especie de taquigrafía muy particular que nadie entendía. A
fuerza de paciencia, de leer en alto y de ejercicios que yo misma inventaba;
como deletrear palabras de derecha a izquierda y viceversa, fui corrigiendo
parte de mis errores. Aún así, nunca entenderé el mundo de las letras como la
mayoría de personas. –Terminó por decir mi confidente.
Este testimonio me hizo investigar a
cerca de ese mundo tan especial de los disléxicos y, hoy, se me ha ocurrido
escribir este pequeño artículo. De mis pesquisas me ha quedado claro que la dislexia no es una enfermedad sino un
trastorno cognitivo que dificulta el aprendizaje y se manifiesta mayormente en
la etapa del aprendizaje y la pubertad. En la actualidad, lo sufre el 10%
de la población mundial. Y por lo general, quienes lo padecen, son personas
creativas con una gran capacidad de abstracción, cuya apreciación cognitiva
difiere de la educación convencional.
Para
un disléxico los números son símbolos cuyo orden sí altera el producto, y las
letras se entremezclan para representar una emoción irreal y personal. Por este motivo, los disléxicos
pueden sufrir frustración, incomprensión y aislamiento. Y en consecuencia, padecer trastornos mentales,
baja autoestima e incluso tendencias suicidas. Hablamos de una discapacidad
neurológica que se puede manifestar en la lectura, la escritura, la ortografía
o las matemáticas..., entre otros campos del aprendizaje. Sin embargo, la
mayoría de disléxicos poseen un CI superior a la media aunque tengan problemas
para ver las palabras en el orden correcto. Pueden ver las letras o los números al revés o confundir los fonemas
que son similares o poseen un sonido parecido: d/b/, q/p, n/m, ñ/ch, y/i... De
igual modo, quizás se salten la lectura de uno a otro párrafo, vean las letras
entrelazadas, comprendan los significados de las palabras al contrario o sean
incapaces de vislumbrar las diferencias entre un objeto directo y uno indirecto.
También se asocia a este trastorno la hiperactividad, la dispraxia, la
coordinación motora, la dificultad del estudio de lenguas foráneas o la
organización personal. M. Thomson, la define como: «La
dificultad con la forma escrita del lenguaje, independientemente de una causa intelectual,
cultural o emocional». Según Ronald D. Davis: «Es una manera particular de percibir el mundo, una forma diferente de interpretar ciertos símbolos o palabras».
Hoy
por hoy, con un sencillo análisis genético se puede detectar fácilmente si la persona posee el gen llamado
cromosoma humano 6 DCDC2, que se conecta directamente con la dislexia. Es importante detectarlo lo antes
posible para no confundirlo con un retraso mental, un autismo o un síndrome de
Aspergen.
A
groso modo, podemos diferenciar la dislexia en cuatro grandes grupos:
·
Disfonética:
dificultad para conectar los sonidos con los símbolos.
·
Diseidética:
dificultad ortográfica y problemas para reconocer palabras completas.
·
Disfoneidética:
combina síntomas de los anteriores.
·
Discalculia:
dificultad en el desempeño matemático.
En edad escolar, tanto padres
como profesores tienen que estar atentos con los niños para descubrir
cualquier signo que evidencie una dislexia, como son:
·
Nivel de lectura por debajo de lo normal para su edad.
·
Problemas de procesamiento y comprensión de lo que escucha.
·
Dificultad para comprender instrucciones rápidamente.
·
Problemas para recordar la secuencia de las cosas.
·
Dificultad para ver similitudes y diferencias entre las
letras y las palabras.
·
Incapacidad para pronunciar una palabra
desconocida.
·
Mala ortografía.
·
Dificultad para aprender un idioma extranjero.
Digamos que en el mundo de un
disléxico se vive en una montaña rusa permanente de símbolos decodificados de
una manera diferente a la habitual en la que el estado emocional puede agravar o minimizar la situación y en el que
las enfermedades visuales tienen que estar bien diagnosticadas para no
maximizar el problema. A nivel cerebral, los hemisferios también funcionan con sus particularidades...
Mientras que el izquierdo tiene una
actividad reducida, el derecho –encargado de la creatividad y la
imaginación...—, tiene una actividad por
encima de lo normal. Por ende, un disléxico tiene una predisposición
natural en el campo de la creatividad y a nivel técnico.
Algunos disléxicos famosos:
Marlon
Brando, Orlando Bloom, Tom Cruise, Bob Hoskins, Harrison Ford, Danny Glover,
Tracey Gold, Whoopi Goldberg, Susan Hampshire, Dustin Hoffman, Keira Knightley,
River Phoenix, Sylvester Stalone, Billy Bob Thornton, Lindsay Wagner, Robin
Williams, Loretta Young, Liv Tyler, Zoe Wanamaker, Johnny Depp, Keanu Reeves, Leonardo
da Vinci, Pablo Picasso, Andy Warhol, Mark Wilkinson. Ann Bancroft, Alexander
Graham Bell, Thomas Edison, Albert Einstein, Michael Faraday, Nicole
Betancourt, Walt Disney, Guy Richie, Steven Speilberg, Quentin Tarrantino. AA
Gill, John Irving, Hans Christian Andersen, Jeanne Betancourt, Agatha Christie,
Edgar Allan Poe, Bernie Taylor, W.B. Yeats, Benjamin Zafamiah.
Por
cierto, la disléxica de los pies a la cabeza del inicio, soy yo. Por suerte, mi madre fue rígida como
una tabla, y, sin saber de mi trastorno ni darme una castaña, aunque no entendiera demasiado lo que me
explicaban, me enseñó a ser tenaz y organizada.
©Anna Genovés
14/03/2016
Referencias bibliográficas:
· Aprendiendo
a escribir, Teberoscky, A. (1992) Barcelona: ICE. HORSORI.
· Dislexia.
Vicente Oltra Abarca, Alicante, Islas Canarias, World Wide Web, 1999.
· Dislexia, Janeth
Martínez y Teresa de Castro, Rep. Dominicana, 1999.
· Dislexia y
Dificultades de Aprendizaje. Asociación de Padres de Niños
con Dislexia y otras
Dificultades. España, 1995.
· El don de
la Dislexia. Ronald D. Davis. México, 1994.
· Lenguaje y
Dislexias. Enfoque Cognitivo del Retardo Lector. Luis Bravo V.
México, 1999.
· Los
sistemas de escritura en el desarrollo del niño, Ferreiro, E; Teberoscky, A. México:
Ed. Siglo XXI.
· Psicogénesis
de la lecto-escritura. Méndez, L; Tachini, E. (1998).
· Psicología
de la Lectura. Fernando Cuetos V. España, 2002.
· Psicología
de la Escritura. Fernando Cuetos V. España, 2002.
Taare Zameen Par
(film subtitulado sobre un niño disléxico)
¿Y tú cómo ves el mundo?
by
Anna Genovés
on
13:31:00
¿Y tú cómo ves el mundo? Hay trastornos llamados raros que no lo son tanto… Veréis, hace años una disléxica de los pies a l...