Amazon: el potosí


Imagino que la mayoría de personas cuando lean “Potosí”, escucharán las vibraciones sonoras de sus antepasados, nombrándolo. A lo mejor, es la primera vez que lo oyen y no tienen ni la más remota idea de qué se trata. En mi caso, la abuela dijo un día: “Vales un Potosí”. No me lo decía a mí. Si  no a su querido primogénito: mi padre. En fin, la vida pasa como un reloj perfecto que antepone tiempo a sentimientos… Ahora, escuchamos “mascachapas” y todos comprendemos su significado.

RAE

Potosí.
1. m. Riqueza extraordinaria.
2. Valer algo o alguien un Potosí. Valer mucho.

Ahí queda el significado para todo aquel que haya llegado tarde a su encuentro.

Antes de autopublicar mis trabajos en Amazon, había leído numerosos artículos en los que parecía que se ganaba el oro y el moro subiendo tus manuscritos al gigante digital que lo vende todo más barato que en las tiendas físicas de tu entorno. Amén, de encontrar hasta camellos con tres jorobas si te lo propones. Debe ser que soy pésima escribiendo; mi conciencia repica insistentemente en los tímpanos: “Nena, cambia de trabajo “. Y yo le contesto: “Guapa que soy amateur”. O más tonta que el novicio Adso of Melk de El nombre de la Rosa. A lo mejor resulta que, algunos blogosferos, cuentan más mentiras que Jack Sparrow de Piratas del Caribe.

Llevaba varios días dándole vueltas a la masa encefálica que subyace entre frontal, parietales, temporales y occipital. No tenía claro si escribir o no esta entrada. Pero hoy, tras escuchar en el  Informativo que el fisco va a mirarnos hasta el ojete para ver si queda algún churrasquito de heces por evacuar en el intestino delgado. Me he dicho: “¡Al carajo! A publicar”.

 

Después de barruntar, entremos en materia…

 

A finales del mes pasado, edité mi última novela en Amazon (papel y e-book). EL Legado de la Rosa Negra; muy orgullosa de la misma, como buena madre. No sin antes haberla repasado miles de veces, maquetado para no meter la pezuña como ínclitas editoriales (seguro que tiene algunas erratas. Las mínimas al lado de susodichas entidades), diseñar la portada, dar el OK a los canales de distribución, y ¿cómo no? Ponerle el PVP.

 

La mega tienda online, te pone unos mínimos dependiendo –imagino—, de cantidad de hojas, calidad elegida para la impresión… y un largo etcétera. Nunca he sido demasiado ambiciosa y soy consciente que mi tren se quedó anclado en la última estación de Siberia. Pero soy tenaz y deseaba hacerme un colchoncito para poder enviar otros manuscritos a algunos concursos… Probar fortuna, sabiendo que los jurados están amigados con partidos políticos o editores laureados.

 

Amigos, platea: ná de ná. Como dice la Juani, muy cañí ella.

 

Es el tercer libro que publico con ellos y, este mes, he obtenido el máximo de ganancias. Creo yo, que por haber hecho unas invitaciones para que se leyeran gratuitamente (es una opción obligatoria de la plataforma) los primeros capítulos. Sí. Además de funcionar como una autoeditora de chicha y nabo que se autopublica (recordemos que Proust también lo hizo –claro, él se pagó sus mamotretos por adelantado que para eso era un señorito bien—, y no tuvo ningún reparo en que fuera Vox populi). También, soy la comercial. Más de uno dirá a mi paso: “Mira la gilipollas. Con los papelitos de cómprame un librito por favor. Como si fuera una Jehová vendiendo biblias”. Porque yo los pido y después los reparto a quienes me lo han encargado. Electrónicos, mi gente no está por la labor… Sólo unos miajas de informatizados acceden a ellos.

 

O eso, o no te comes ni un rosco; por lo menos en mi caso. Ya puedes publicitarte en Face o en el coño de la Bernarda. La mayoría de los meses, los “royalties” de ventas no superan los 3€. Lanzas un título y, el primer mes, puedes sacarte el Bono Oro para el bus. El segundo, comprarte una braga para el frío en Lin Chen. Y, el tercero, no tienes ni para pipas. Este mes, ha sido muy especial. El Legado de la Rosa Negra –en su lanzamiento editorial—. Con casi la misma publicidad que las 50 Sombras. Ha sido comprada por 20 personas (que yo reparto. No lo olvidemos. Al margen, uno era para mí y otro, un regalo de cumpleaños), eso en papel. Y ocho en e-book (uno mío, para echarle un buen vistazo). Ahora, no me digas que me lo compras porque te pillo si no es cierto: Amazon, a no ser que tenga tarjetas Black o contabilidad en B, te muestra una tabla de ventas instantánea.

Con estos indicadores, la encontramos en la clasificación de los más vendidos de Amazon en papel, en el puesto nº 5.068 y en ebook en el nº 31.548.

 

El Legado de la Rosa Negra papel PVP 9,89€. “Royalties” 1,78€ por ejemplar.

El Legado de la Rosa Negra E-book PVP 3,56€. “Royalties” 1,03€ por ejemplar.

Tú mismo puedes sacar los extraordinarios beneficios. Descuenta los 12€ de la propaganda subversiva que he repartido para darla a conocer. Y voila: mis bienes ascienden a 32€ lindos y morondos. Si le resto mi kindle, mi ejemplar y el regalo, me quedo como antes de publicarlo. Ahora, con la editorial obtuve unos beneficios “anuales” de 90€. ¡Ya te digo!

¡Ah! Pero la satisfacción de publicar en Amazon va mucho más allá: puro éxtasis. Lo haces todo tú y, además, satisfacer por unas horas a tus congéneres, eso, no tiene precio. Ya os lo decía yo: “chicos, publicad en Amazon”. Todo un potosí. La droga actual del pueblo; recordemos que la palabra “coca” proviene del vocablo aymara (lengua amerindia) “q’oka”, que significa “alimento para los trabajadores”.






Potosí (Wikipedia), conocida antiguamente como la Villa Imperial de Potosí. Ciudad del sur de Bolivia, capital del departamento del mismo nombre y de la Provincia de Tomás Frías. Se extiende a las faldas de una legendaria montaña llamada Sumaj Orcko (en quechua: ‘Cerro Rico’), en la cual se situó la mina de plata más grande del mundo desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII.

©Anna Genovés
20/02/2015



Wara – Coca





                   

Amazon: el potosí

by on 19:19:00
Amazon: el potosí Imagino que la mayoría de personas cuando lean “Potosí”, escucharán las vibraciones sonoras de su...










Xunara


Alienígenas viviendo entre nosotros
con máscaras
y rostros de buenos.
Voraces, sangrientos.


Cuando abrí los ojos por primera vez, estaba rodeada de una luz tenue, envuelta por tejidos violetas: era mi cuna. Unas siluetas negras y traslúcidas, con forma humanoide y ojos granas, me observaban jocosos. Esperaban los sollozos de bienvenida. Despegué las fantasmagóricas ventanas, negras y opacas, rodeadas de pestañas. Emití mis primeros lloros; estrepitosos para oídos humanos y angelicales para nosotros, a través de una majestuosa hilera de dientes puntiagudos y gelatinosos.

Mi madre,  sonrío y dijo:

―Te llamaremos Xunara. Preciosa hijita. Ahora tomarás tu primer almuerzo.

Sonaron unas chirriantes trompetas y las puertas lúgubres de doble hoja, se dividieron en dos enormes paneles. Asomó un armazón de forja oscura con ruedas, que transportaba una jaula enlutada de terciopelo azabache. Dentro, un humano arrugado, meditando. Cráneo rasurado; ataviado con una túnica azafrán. La carroza se deslizo por la estancia hasta donde yo me encontraba. Una especie de baba grasienta, pendía de mis fauces; tenía hambre. Sabía que iba a comer. El anciano pronunció unas palabras lánguidas…

―Haz lo que tengas que hacer, soy tu dádiva. Cuando engullas mi organismo, poseerás todos mis conocimientos. Estoy preparado para el sacrificio.

Mis amorfos labios, salivaron en exceso. Abrí la boca,  saqué mi lengua gelatinosa y la introduje por los barrotes de la celda. Mastiqué su piel, sus músculos, sus huesos, sus entrañas y hasta el último retículo de su cerebro. De repente, comprendí a la raza humana. Descubrí sus deseos, sus secretos, sus sentimientos y más y más… Todo lo supe de esa raza inferior creada para ser nuestro alimento.


©Anna Genovés
02/02/2014
Modificado el 02/02/2015
Propiedad Intelectual V-490-14



P.D. Este microtexto, forma parte de un proyecto fantástico llamado Xunara que nunca se llevará a cabo. Letras que salen de las entrañas en los días negros y misteriosos...


                        

Xunara

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Xunara Alienígenas viviendo entre nosotros con máscaras y rostros de buenos. Voraces, sangrientos. C...