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2020 la realidad de la realidad

 

 



 




Dedicada a las víctimas de la covid19

 

 

No hay mayor agonía

que llevar una historia

no contada dentro de ti

 

Maya Angelou

 














 

2020 la realidad de la realidad




Introducción



Todo empezó un veintinueve de diciembre de 2019. Esperábamos a un amigo para merendar y, en el último momento, canceló la cita porque lo habían llamado del curro.



Bueno, nos dijimos, mi pariente y yo: «Nos comemos el choco y nos vamos a dar un buen paseo». Como él no está para muchos trotes pues es un enfermo crónico con múltiples patologías, la vuelta duró cincuenta minutos. Cuando entramos en casa, un olor terroso y enmohecido inundó nuestros olfatos; el ambiente estaba enrarecido. A medida que caminábamos por el largo pasillo, comprendimos que algo no iba bien.



¡Dios! Al entrar al comedor, el techo estaba en el suelo. Justo, donde estábamos antes de salir. Ese día comprendí que 2020 entraba del revés y que la vida nos había dado una segunda oportunidad. No quiero lamentarme de las semanas que pasamos malviviendo entre escombros y albañiles. Al final, el asunto se zanjó con el dinero que nos prestó un amigo para poder arreglar el desgraciado siniestro que, de haber ocurrido una hora antes, nos hubiera sepultado.





Claro, una, se hace la fuerte. Pero, el cabello empezó a caerse, adelgacé varios kilos, el insomnio y el miedo poblaron mis horas de una vigilia sudorosa en la que, mi única preocupación, era saber por qué nos habían sucedido tantas desgracias desde que vivíamos en esta finca de marras que tanto me agradaría dejar.



Está claro que pretendía seguir como si todo fuera maravilloso, aunque era una mierda. Cuando quisimos dar portazo al fatídico asunto, llegó la covid19. Un día antes de que el presidente del Gobierno decretara el estado de alarma y el confinamiento domiciliario, comencé a llevar mascarilla. Hoy ocho de diciembre del año en curso, hace nueve meses que salgo con ella hasta para recibir al repartidor de Amazon.  Desde entonces, la vida ha dado un giro de ciento ochenta grados hacia la decadencia y la tristeza por los que nos han dejado en esta guerra contra un enemigo invisible.



La primera semana de confinamiento estuve en estado de shock, aunque intentaba que no se me notara demasiado… Salía para hacer la compra y tirar la basura. Y, mi único enlace con la sociedad, el gimnasio, estaba desaparecido en combate. El octavo día, como ese octavo pasajero llamado Alíen, decidí escribir en el blog los sentimientos que albergaban mi mente y corroían mi cuerpo. No lo hice por intentar sacar una buena tajada de la trágica situación en la que nos encontrábamos, sino para solidarizarme con esos millones de personas que, como yo, lo estaban pasando más negro que el alquitrán fundido que empapela las calzadas.



Ahora, en honor a las víctimas de la covid19, he decidido recogerlo en un solo manuscrito en el que convivirán las partes que escribí en el diario que llamé Cuarenténico con diferentes situaciones inverosímiles sucedidas a lo largo de estos meses de desolación y los poemas que salieron de mis entrañas –los apartados están fechados—. Desconozco qué pensaré al acabarla. No obstante, siento la necesidad moral de hacerlo.



Comienzo con un poema post Fine Annus horribilis, seguido de los primeros versos prepandémicos. Tan dolientes como los acontecimientos que nos devoraban a pasos agigantados.

 














Melancolía

 


Esponja

río nevado

flor malsana

 


El mundo

se agota a tus pasos

y tú te derrites con asco

 


Eres una porquería

que camina

etérea y fina

 


Sin rumbo fijo

sin cuerpo ni alma

que mira

 


No sabes a dónde vas

no sabes

decir mentiras

 

 

Tus ojos lloran

sin lágrimas

tu cuerpo tirita


 

Tu mente es de celofán

y la muerte ríe tu pena

de cerca


 

Ríe porque sabe

que le perteneces

lo demás, es pura tiricia

 

domingo 5 de febrero de 2020











 


Castigo


 

las cadenas de los muertos

se arrastran

el camposanto las mira

sueño que se torna pesadilla

campanas que repican

sin llorona que maldiga

ni boca agradecida

 

 

vida ardua y marchita

una ola que se apaga

en la playa del destino

la fragua de vulcano

yunque de la muerte

hierro forjado al aire

mentiras que tiritan

 

 

mirada cansada

de una niña viva

ojos incautos

de una anciana podrida

el amor se ha extinguido

entre cipreses

y copas de vino tinto

 

 

humo de tabaco

pulmones negros

oxígeno denso que no se respira

bocanadas supurantes

oscura está la mañana

oscura está la vida

el cielo llora y la Tierra expía


sábado 29 de febrero 2020 













Diario cuarenténico - Día 8


Estamos en el octavo día de este encierro maldito en el que somos calcomanías de lo que fuimos...  La desidia iracunda –que hace mella en mi organismo—, me atrapa poco a poco. Me he levantado a las 10:30, o sea, he perreado más de la cuenta. Por la noche, antes de acostarme, me dije: «Comienza tu diario cuarenténico». Pero, no atisbo el momento oportuno.  Hoy, domingo 22 de marzo, voy a ello.



Sé que muchas personas harán lo mismo, es bueno leer los sentimientos –por lo menos eso dicen los psicólogos—. Yo lo hago porque me gusta escribir y punto.



En fin, seguiré mi rutina apocalíptica de reclusión por huevos y porque el puto coronavirus nos quiere fulminar a todos. Que se vaya a tomar por el orto que ya se ha cobrado demasiadas víctimas y las que habrán… A lo mejor mañana ya no estoy en este mundo. ¿O sí? ¿Qui le sait?



Mi partenaire es un enfermo coronario con cuatro bypass. Está dentro del grupo de alto riesgo; no puedo evitar devanarme los sesos pensando en lo que le puede pasar. Lo que nos puede pasar. ¿Qué más da? Voy a preparar el desayuno y lo despertaré para desayunar, pero de lejos. Me apetece darle un achuchón, aunque me reprimo –como todos.



Estoy que me subo por las paredes, así que voy a montarme una clase de fitness casera donde las mancuernas son botellas o garrafas de agua. Hecha. He acabado más sudada que un pollo. Así que cabalgo hacia la ducha: calentita y acogedora como un abrazo materno. ¡Mola! Reconozco que me hubiera quedado un buen rato bajo el chorro. Sin embargo, no lo he hecho: hay que gastar lo justo.



Me he tragado un bocado grande de este domingo gris y lacrimoso. La ropa tendida en el salón porque hay tanta humedad que, fuera, no se seca ni de coña. El paisaje decadente que atisbo desde la ventana, me recuerda las casas del siglo pasado o las calles de Nápoles donde la colada se cuelga en medio de las callejas. La sensación a jabón del XX y a casas humildes, me sosiega.



¡Ahhh…! ¡Qué bien! Hemos comido paella. La he comprado hecha; soy una cocinera pésima y no tengo la menor ganas de aprender a guisar. Tenemos un chiringo de comidas para llevar que sigue abierto y, cuenta con paga, nos sale más económico comprar la manduca que hacerla.



Mientras mi chico hace la siesta, me he tragado el capítulo quinto de la segunda temporada de Kingdom. Un pensamiento ha girado, incesantemente, por mi cabeza: «Asia es el futuro». Desconozco qué ha pasado más tarde, ¡ah! Ya lo recuerdo… las tareas domésticas devoraron el atardecer simplón y hastiado de esta española de a pie. Esto no puede ser. En vez de seguir la corrección de mi futura novela, he buscado gel hidro-alcohólico por la red. No puedo centrarme en SIAH: El Ojo de Dios. solo tengo ojos y oídos para la pandemia.



¡Joder! En Amazon pillé a un vendedor externo, hijo de la gran puta, que vendía el envase de 500 ml de ANIAN a 35€ más gastos de envío. Un ladronicio absoluto ya que su precio habitual ronda los 5€. He denunciado dicho fraude a la megaplataforma, y, horas más tarde, el producto ha desaparecido de la web. No he parado de repetirme, ¿por qué los humanos somos tan execrables? Quizá nos merecemos esta horrible plaga. Mis creencias son poco ortodoxas, pero haberlas, las hay. Un Dios que puede ser energía o materia, que puede llamarse YHWH, Mahoma o Buda o lo que sea. Para mí, todos son el mismo. Un ente superior que nos ha abandonado o que, tal vez, juega con nosotros. Desde luego es cruel y malvado. Sí. Para muchos soy una hereje que se merece la hoguera. Lo dicho, ¿y qué?



Seguí un rato en Internet y me puse roja como una fresa madura cuando descubrí un tuit, del caballero de las letras, contestando a unos chavales que se quejaban del confinamiento. Le diría—: «Ciertamente tiene usted razón al afirmar que es un error enorme mirar el pasado con ojos del presente». Y añadiría—: «Igual de erróneo que mirar a la juventud con los ojos de la vejez». Lo siento señor Reverte, estamos pasados de vueltas.



Y, aquí estamos, tras los aplausos de las 20:00h que les profesamos a los agentes del orden, al personal sanitario, a los supermercados, a los transportistas y etcétera… A todos ellos y a nosotros los enclaustrados, que aguantamos el chaparrón con el culo apretado para que no salga la mierda. Manos que hacen ruido y arropan a este mundo perdido.



Antes de zamparme como una energúmena la tortilla de patatas de Mercadona y algunas lonchas de jamón, he bajado la basura y me ha invadido una grata sensación; las nubes se habían evaporado como por obra de magia. El aire freso y limpio ha golpeado mi rostro desde el patio al contenedor. Blande runner aún no llegó.



Domingo 22 de marzo 2020

 


Anna Genovés 2020

Todos los derechos reservados a la autora


Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin el permiso expreso del editor.






 


Te lo prometí mamuchi

 

Las promesas se las lleva el viento

el corazón permanece alerta

 

Mi madre era una ávida lectora. Su escritora preferida era Agatha Christie: tenía la colección completa. Pasados los 75 años, le enseñé a manejar el ordenador. Un día le abrí uno de mis manuscritos –un tocho bien grueso que había escaneado página a página para tenerlo a buen recaudo dentro del PC—. Una de las muchas novelas que rulan por mis cajones. Estaba absorta leyendo mientras yo la controlaba de lejos, observando sus reacciones…

 

― ¿No te cansas mami? ―pregunté.

―No hija. Es muy interesante ―contestó.

 

Cuando acabó el primer capítulo, le dije que era mío.

 

― ¡No puedes ser! Me estás engañando ―insinuó moviendo la cabeza y con los ojos brillantes.

― ¿Por qué dices eso?

―Porque me ha gustado mucho y es muy entretenida. ¿Cómo puede ser tuya?

― ¿Tan poco crees en mí?

―Siempre he creído en todo lo que te hacías. Está mal que lo diga, pero es una gran novela.

―Tengo algunos secretillos… ―sugerí con una mueca.

 

Ella ignoraba que escribía desde que tenía uso de razón. Primero en la memoria. Y cuando aprendí el abecedario, en cualquier sitio.

 

― ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

― ¿Para qué?

―Te hubiera ayudado. Ahora, poco puedo hacer.

 

Me encogí de hombros y la besé.

 

―Prométeme que nunca dejarás de escribir ―me dijo.

―Te lo prometo mamuchi ―aseveré reprimiendo mis lágrimas.

 

Para mí fue como ganar el Nobel de Literatura. Desconocía que sus palabras eran premonitorias: se estaba despidiendo de mí. Cuando deseo tirar la toalla y dejar de escribir, escucho sus palabras como si la tuviera al lado. Eso, me ayuda a seguir. Gracias mamá.

 

©Anna Genovés

Relato incluido en el libro La caja pública. Publicado en Amazon. 2014.

 

*Dedicado a mi mamuchi.

 

#microrrelato #emociones #relatosdelavida #amordemadre #madresehijas #autorasespañolas #annagenoves

 


Te lo prometí mamuchi

by on 18:18:00
  Te lo prometí mamuchi   Las promesas se las lleva el viento el corazón permanece alerta   Mi madre era una ávida lectora. Su esc...


 


David González: kinki, dandi y poeta

 

Según la Biblia, David, fue un ilustre gobernante del Antiguo Israel y, por tanto, una figura histórica.


De todos es conocida su leyenda; el menor de ocho hermanos. Pastor que tocaba el arpa de manera primorosa y que protegía a los rebaños de las fieras. Por su condición de músico, el profeta Samuel lo llevó junto al rey Saúl para apaciguar sus inquietudes.


Israel estaba en guerra con los filisteos, donde le gigante Goliat aterrorizaba a los guerreros. Pero el joven pastor se ofreció a dominarlo con una honda. Pese a las burlas del ejército, lo venció con una piedra pequeña que incrustó en su frente. El gigante cayó y, él, aprovecho el momento para cortarle la cabeza con su propia espada. Más tarde, fue rey. No obstante, como todo hijo de vecino, de adulto, pecó.


¿Acaso David González no es otro David bíblico? Pocos le hicieron caso mientras vivía; su personalidad anulaba sus letras, como si el vestir de una persona o las maneras aniquilen el buen hacer. En una sociedad donde se etiqueta por pestañear sin rímel –sin obligaciones, claro. Uno o una se maquilla porque le sale del orto y punto—. Es difícil encajar con unas botas de serpiente, andares genuinos de kinki dandi y tatuajes del talego.


A David los meritorios y los encumbrados lo miraban de reojo; como un pedigüeño que lloraba por editar un poemario, una novela… –como a muchos de nosotros—. Vencido por el ejército que solo acoge con santo y seña, a veces, deseaba morir. Algo opuesto a los conocidos de… a los lameculos de… a las presentadoras de… o a las que, en vez de mostrar literatura, presentan sus atributos porque les sale de los ovarios. Después, su poesía, ía, ía, ía… o su prosa, osa, osa, osa… va directa a los palcos VIP. Buenas o malas, nadie las patea.

 

En fin, él iba de "hago lo que me da la gana" y no me junto con aquellos snobs estirados y opositores a la pajarita de Wolfe; prefería emborracharse, fumar mota y esnifarse la costa astur... Malvivir arropado por versos escritos en papel higiénico de algún after solitario. ¡Ay! Te distinguieron los tuyos, pero nadie luchó por ti.


David quiso ser un poeta maldito y así lo bautizaron. Ahora que el cáncer de esófago lo ha destruido en menos de cuatro rimas, igual le colocan el Loewe de Poesía, póstumo. ¿Quién sabe? Todo es posible en un mundo hipócrita donde importa más la pose que ser tú mismo. Se lo llevó una enfermedad terminal y su muerte ha podido con el gigante que, ahora, loa sus pies.


Chatee con él una o dos veces y apenas conozco su obra. Era uno más de los que intentamos ser y no somos. Uno más del grupo impío que se ahoga entre prosa invisible y versos condenados.


Tal vez, tengamos que morir para ser reconocidos.

 

©Anna Genovés

Seis de enero de 2023

 

 

David

 

David tu cuerpo nos dejó

 

Tu cuerpo lleno de aflicción y dolor por no ser viento

 

Tu cuerpo lleno de pústulas que crecieron desde pequeño

 

Organismo que se debatió entre la vida y la muerte, un millón de veces

 

Amigo desconocido que fuiste, serás y eres, un​o​ más de la rueda del infortunio

 

Nadie nos protege

 

Nadie nos alumbra

 

Nadie nos quiere

 

Somos hijos de la calle

 

Hijos que nunca duermen

 

Donde estés, aquí tienes tu hueco

 

 

©Anna Genovés

Obituario a David González

Lunes 6 de febrero de 2023​

RIP amigo







 

#DavidGonzalez #Obituario #poesía #poesiaespañol #adios

 

Obituarios


La nueva España. Fallece el poeta gijonés David González


El comercio. Muere el poeta gijonés David González


El español. Muere David González, el poeta maldito que se hizo escritor en la cárcel gracias a Bukowski, a los 59 años


El país. Macarra y genuino: David González, la muerte del poeta maldito que descubrió la escritura en la cárcel


Tam-tam press. Muere el poeta David Gonzáles dejando enlas librerías su último poemario, La canción de la luciérnaga


 

Wikipedia

David González (poeta)


 



 

JL Moreno Ruíz: un irreverente de gran corazón 


Cuando me abrí camino por la blogosfera –allá por el lejano 2010— conocí a personas muy diferentes.


Me llamaron la atención muchas... Demasiadas. Pese a ser talludita y escribir, en aquella primera etapa, realismo sucio, se me hacía una montaña leer ciertas cosas...

 

Pero, era entonces o nunca. Pillé un blog de un tal JL Moreno-Ruíz en el que aprendí a defenderme –a capa y espada— de envites de esas gentes descaradas y muy, muy cultivadas que hablaban de fábulas incomprensibles que me hacían investigar y aprender historias desconcertantes; hasta descubrí que tenía un punto Retana que se difuminó cuando el jefe cerró el Blog.


El jefe era ese tal JL Moreno-Ruíz del que he hablado y su blog se llamaba ‘Contradiarios’. Hace unas horas, he descubierto que se ha marchado. 


Pocas personas me han dado la mano con la palma abierta y me han tomado en serio. Sin embargo, JL, que escribía un rato bien, aunque no fuera del agrado de la mayoría por su pluma satírica, criticona y desvergonzada, siempre me guiñaba un ojo y me decía: "Tú, escribe". 


Descubrí que, bajo esa apariencia de macho irreverente, existía un hombre generoso y de gran corazón que se brindó, entre otras cosas, a escribir el prólogo de la primera novela que publiqué en Amazon sin pedir nada a cambio. Algo que no olvidaré y que guardaré en la memoria como un pedacito de existencia que mereció la pena vivir. Hoy, al revisarla, he visto que estaba dedicada a mi compañero y a JL. Y me alegro. 





Blogger desde 2007, JL, fue un dramaturgo que inventaba personajes y los dejaba bailar a sus anchas por el ciberespacio; él se replicaba y hasta podía descojonarse de sus propias chorradas o aplaudirlas, según le daba. Y, es que, lo hacía con tal gracejo que, sus lectores –amigos, enemigos, fans, colegas, haters… lo que fuera— nos descojonábamos y entrábamos en su juego más a gusto que si estuviéramos en una bacanal prolífera. Ciertamente, le sobraba ingenio y gallardía.


Su vida da para varias enciclopedias, aunque nunca sabré si todo lo que decía era cierto. He ahí el galimatías que se ha llevado a ese lugar que todos visitaremos algún día.


Y, ahora, JL, con tu permiso, me voy a tomar un Bourbon a tu salud. ¡Ah! Recuerda que, el libro que te prometí queda a buen recaudo, en la estantería de casa. 





 @Anna Genovés

Veintiuno de enero de 2021


José Luis Moreno-Ruíz nació en Santander en 1953 y voló hacia una galaxia perversamente divertida el 21 de enero de 2021



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Recuerdos y menciones a JL

De la Modernosa Movida y otras cavernas - blog Caminando por la Luna. 30 oct 2016  


José Luis Moreno-Ruiz habla de NWTY - En librillo Ramón Buenaventura


Rosa de Sanatorio - Mon Magán


Intraliminal. Ejercicios exudatorios para virofóbicas - José Luis Moreno-Ruiz, 1994


Jose Luis Moreno-Ruiz - Discogs


Blog de JL Moreno-Ruiz  2018-19


José Luis Moreno Ruiz cierra su blog – Asperezas, 20 de abril de 2010


Historias Muy Pequeñas III - Al Este de la Luna, 3 de febrero de 2015


Fantasía cuenta El sombrero loco - El Flautista en el Umbral del Alba  


Reina de los monos – José Luis Moreno-Ruíz, Estrella Digital


 

 

 





Adiós a Josep Berna: el hombre de la eterna sonrisa. El mago del Pulp

 


Josep nos ha dejado, pero siempre estará con nosotros. Su pluma ágil y sus casi quinientas obras, lo mantendrán a nuestro lado eternamente. 

 

Pero, no es momento de alabar su obra, que todos conocemos por formar parte de nuestras vidas, sino de hablar de ese hombre amable, cariñoso y generoso, que nunca perdió su ingenuidad. Su rostro sencillo poseía una áurea angélica y una sonrisa afable que enamoraba.

 

Tuve la suerte de conocerlo el verano del 18 y desde entonces, guardo un cachito de ese niño grande en mi memoria. Había leído sus novelitas de joven, y, recuerdo, que siempre me hacían pasar un buen rato y, además, siempre me hacían reír.

 

Fue un hombre sencillo que vivió la mayor parte de su vida, anclado a una silla de ruedas y no por ello perdió las ganas de vivir.

 

Jose Luis tenía su propio mundo. Un universo de fantasía que compartió a lo largo de muchos años y que lo mantuvo al margen de esa enfermedad medular degenerativa que se lo ha llevado. No obstante, estoy segura que aún le quedaba muchas historias que contar. Tal vez, el regalo que le dio su esposa –Guadalupe Vila—, el pequeño José Luis –Belvi como lo llaman cariñosamente— siga sus pasos.

 

¿Quién sabe si desde unos de sus muchos universos paralelos le enviará sus ideas? ¿Quién sabe si, un día de estos, aparece, de repente, en una de las naves espaciales en las que viajábamos a través de sus cuentos? ¿Quién sabe si su eterna sonrisa nos mirará desde ese lugar celeste al que partió? No puedo despedirme formalmente, solo puedo hacerlo con una pizca de ese gracejo que aprendí de ti. 

 

Gracias por haber existido. Tal vez, ahora, ahora que has partido, algún honorable conciudadano, te dedique ese merecido reconocimiento que nunca se te dio. Tal vez, ahora, se dignen a magnificar tu pérdida. Pero sé, que, en el fondo, te da lo mismo. Siempre fuiste desprendido porque estabas hecho de amor. Ese fue tu don. 

 

Duerme amigo, te has marchado como viniste, con la paz dibujada en el rostro. Te has ido feliz. 

 

 




Joseph nació en Játiva el dieciséis de mayo de 1946 y, hoy, dieciséis de enero de 2021 a las 9:15 de la mañana, sus ojos, azules como el Mediterráneo que le vio nacer, se cerraron por tiempo indefinido.

 

@Anna Genovés

Dieciséis de enero de 2021


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Conocer a Joseph Berna



Joseph Berna, adalid de la ciencia ficción humorística  por José Carlos Canalda


El mítico Joseph Berna es el setabense José Luis Bernabeu y de 1973 a 1996 publicó en Bruguera y en su sucesora Ediciones B un total de 382 libros de bolsillo de ciencia ficción, del oeste, de terror y policiacos


Todo el mundo odia a Joseph Berna (menos yo)  por Llosef Maelström


Joseph Berna  por Alohacriticon


Un respeto por Joseph Berna por Bolsilibrosmemoria


Joseph Berna: El Pulp por excelencia por Anna Genovés








Enrique Tamayo: el taxista poeta

Después de una larga ausencia en las redes por motivos personales, regresé y encontré a mi gente en el mismo lugar; esperaban mi vuelta, fieles como los buenos amigos, los amigos de verdad que no preguntan y te aman como eres. Los juramentos cibernéticos tienen más validez que los casamientos eclesiásticos, y quien diga lo contrario o mancille nuestros sentimientos, no sabe lo que dice ni lo que tenemos.

Os preguntareis: «¿A santo de qué viene esto?». Lo entenderéis rápidamente. Veréis, hace nueve años que abrí este blog y uno de mis primeros seguidores fue el poeta y amigo Enrique Tamayo Borrás. El otro día supe que ya no estaba con nosotros. Por suerte, su esposa sigue con la movilidad de su obra. Y, es que, aunque Enrique no esté físicamente en la realidad del día a día, su legado permanecerá siempre entre nosotros. La noticia me vino como un jarro de agua fría y sentí la necesidad de dedicarle una merecida entrada en este espacio.

Por desgracia no conocí personalmente a Enrique, pero al poco tiempo de contactar con él supe que era una buena persona con un corazón tan grande que traspasaba los límites de las pantallas de los ordenadores y sus teclas.

Sus poemas reflejan una sensibilidad inherente en su tesitura y la necesidad de dar amor, como si la vida se le escapara de los dedos de esas manos que escribían sus emociones y los pensamientos nunca dichos. Enrique deseaba recuperar el tiempo perdido en horas y horas de taxímetro por las calles de su amada Barcelona. 



Sí era taxista. Un taxista con corazón de poeta conocedor como nadie de la naturaleza humana y de sus peculiaridades. Pero sobre todo era un buen amigo; un hombre agradecido y sencillo: una gran persona.

Conocer al autor

Enrique nació en Barcelona en la década de los 60 de padre emigrante y madre catalana. Tuvo una juventud a caballo entre el franquismo y la democracia. Estudio lo justo, como la mayoría de hijos de familias humildes de aquella época lejana y perdida en el siglo XX, máxime al perder a su madre en plena juventud.

Comenzó a trabajar a los 16 años y recién acabado el servicio militar, su vida laboral se encaminó hacia el sector terciario. Más concretamente hacia los transportes públicos. Primero fue conductor de autobús por cuenta ajena y después, con el sudor de su frente y sus ahorros, logró comprarse un taxi y convertirse en autónomo.

Fue a partir de entonces cuando su vademécum personal fraguó un Enrique Tamayo Borrás sabio y experimentado con la documentada e insustituible universidad de la calle. Ansioso de más... Como el mismo dijo en la entrevista: Poemas Tardíos de Enrique Tamayo Borrás para toda Hispanoamérica donde también explica, y que recojo de igual modo, el por qué de su dedicación a la poesía. 

…“  Me aportó un aprendizaje muy amplio de mi ciudad y a la vez una mirada a todo lo que me rodeaba... al fluir de la vida de una gran ciudad, lo que me enseñó a comprender todas las capas sociales y aprender de todo tipo de costumbres, miserias, riquezas…
Con este trabajo empleaba de doce a catorce horas diarias, las cuales no me permitían mucho el relajarme en lo que más me gustaba, como pudiera ser la literatura o las aficiones en hacer excursiones a la naturaleza que es una de mis grandes pasiones. Lo único que me permitía era descansar después de mis largas jornadas. ”…

No hay que olvidar que nuestro amigo Tamayo era un entusiasta y un completo soñador; dos elementos esenciales para escribir esa poesía que destilan sus estrofas, esos versos que surgen desde los lugares más profundos del alma.

…” Poemas tardíos (estrofas perdidas) son poemas y relatos breves, poesías que comienzo a escribir durante el verano del 2011, en un pequeño pueblo de la comarca del Alt Maestrat castellonense (levante español). Nunca antes había escrito ninguna poesía y apenas las había leído, no es que me vanaglorié de ello, pero el trabajo me ocupaba gran parte del día y fue a raíz de una convalecencia que comencé a escribir en la tranquilidad de este lugar, (por eso lo de poemas tardíos). Seguramente pueden parecer simples palabras, pero son letras que salen desde lo más hondo de mi imaginación y de mis pensamientos, poemas de mis lugares, sueños y añoranzas vividas, rincones de la imaginación, sencillas letras que nos ayudan a vivir un poco más entretenido, apartándonos de nuestras preocupaciones diarias. Letras del ambiente rural, de la vida en la ciudad, la naturaleza, la sociedad, el amor y el desamor y, sobre todo: los “sueños” ¡los que nunca deben faltar! “…

De los años en que se forjó nuestra amistad, recuerdo con un cariño especial aquellos momentos en los que nos convertimos en un grupo de artistas poco convencionales: poetas, escribidores, retratistas, amantes de las letras, dibujantes de cómics… etcétera, que mutuamente nos felicitábamos por nuestras creaciones.



Cuando publiqué mi primera novela, Enrique me preguntó qué tal me había ido y yo le contesté decepcionada por el duro trabajo que supone autopublicarte o publicar en una editorial mediante coedición y no ver ganancias económicas. Pero a él no le importó mi desánimo y siguió en su empeño hasta ver su obra plasmada en papel. En la actualidad, podemos encontrarla en Amazon recogida en el poemario Poemas tardíos.




Y qué decir de la presentación del mismo, ante una congregación amplia de íntimos y conocidos amantes de sus poemas clasicistas y románticos como si la parte masculina de la mismísima Rosalía de Castro hubiera renacido en el espíritu de nuestro amigo. Sí, Enrique tenía un don: la dádiva de transmitir sus sentimientos a través de las letras.






Leer su poesía es sentir que tu vello se eriza y que una pequeña descarga eléctrica circula a la velocidad de la luz por tu columna vertebral. Recitar sus versos es sentir amor y una elegante sensualidad.

A lo largo de estos años he podido apreciar la metamorfosis de Enrique. Nació como una pequeña larva y, en poco tiempo, se convirtió en una hermosa crisálida que expandía sus alas por el Universo. ¡Chapó, amigo!

El legado de Enrique: obra, poemario, perfil en distintas redes sociales, entrevistas, su voz recitando y sus merecidos e innumerables reconocimientos, es algo que pasará a la posteridad, aunque ninguno de nosotros estemos en este universo. ¿Quién sabe? Igual estamos en un universo paralelo en el que podamos hablar los unos a los otros y dedicarnos, en cuerpo y alma a esa pasión que llevamos dentro y que, por avatares más o menos acertados o agradables de esta vida, hemos tenido que abandonar. Amigo Tamayo, allí donde estés… ¡Salud y felicidad!










Canal Youtube de Enrique Tamayo Borrás


Poemas y canciones en mi voz, Fríos silencios, por Enrique TamayoBorrás


Solitarias sábanas planchadas. Autor: Enrique Tamayo Borrás