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La concubina 111



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La concubina 111 Una novela repleta de aventuras, ágil, divertida 😊 entretenida, mágica 🧙‍️🧜🧚‍️ optimista, solidaria, con imágenes y TSR 💞 entre los protas: la Dra. Lin Yu Puen y el investigador Daniel Davison 💥



La combinación es perfecta 👌








⭐⭐⭐⭐⭐ Sinopsis


La concubina 111 es una novela contemporánea de ficción y aventuras –con algunas ilustraciones— que refleja los cambios estatales y la desigualdad social y de género. Los personajes hablan, consciente o inconscientemente, de los problemas a los que se enfrentan. Rompiendo con la voz única del narrador: existen, por tanto, varios puntos de vista. 



El argumento principal narra el viaje del antropólogo británico Daniel Davison a Beijín para estudiar los ultimo hallazgos del emperador que unificó China a finales del siglo III a. C. –Qin Shi Huang Ti.



Cuando, DD, se traslada al Museo Nacional y comienza a investigar, comprende que nada es lo que parece y que, China, está llena de costumbres antiguas que cohabitan con las nuevas tecnologías. Se siente espiado las 24h del día, sobre todo por su tutora: la doctora Lin Yu Puen; una mujer fascinante y misteriosa de temperamento férreo. Por este motivo, pedirá ayuda a sus amigos británicos y Xong –el tatuador que le dibujo un tigre rojo en la espalda y con el que coincide en el país asiático.



DD le cuenta parte de su investigación a Xong y, el artista, le pone en contacto con una red de personas de confianza que le ayudarán a traducir el diario secreto del emperador.





Sobre la autora



La concubina 111 es el noveno libro que Anna Genovés se autopublica en Amazon.


​​​​​​​
Asimismo, tiene varias publicaciones compartidas, mantiene un blog personal y participa tanto en redes sociales como en diversos medios digitales.



Estudió la diplomatura de Magisterio y dos especialidades de la Licenciatura de Geografía e Historia en la Universidad de Valencia, España.












La concubina 111

Anna Genovés




Copyright © 2022 Anna Genovés All rights reserved


The characters and events portrayed in this book are fictitious. Any similarity to real persons, living or dead, is coincidental and not intended by the author.


No part of this book may be reproduced, or stored in a retrieval system, or transmitted in any form or by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise, without express written permission of the publisher.


ASIN ‏ : ‎ B09P9LWFCL
ISBN-13: 9781234567890
ISBN-10: 1477123456

Cover design by: Art Painter
Library of Congress Control Number: 2018675309
Printed in the United States of America






A mi sobrina Irene. Aunque
vivamos en mundos diferentes,
siempre estarás en mi corazón





He pensado en la locura.
He llorado rogando al cielo
que me dejaran enloquecer.
No salir nunca de los ensueños.
Esta es mi imagen del paraíso.

Alejandra Pizarnik











Vuela pajarillo. 2003



En la terminal número 4 del aeropuerto londinense de Heathrow –destinada a los vuelos asiáticos— un grupo considerable de personas despiden a Daniel. En un lateral, su familia. En el otro, sus mejores amigos: Alice, Jack y Harry. Entre ambos corrillos, los vecinos; incluidos aquellos que le hacen la cobra cuando lo ven, pero les gusta aparentar. En el suelo, una pancarta con rótulos enormes en rojo bermellón que espera desplegarse cuando el héroe del barrio pase por la puerta de embarque. Algunos vocalizan las letras rotuladas para corearlas entonados. Sus tarareos son simples: «Vuelve Daniel. Vuelve héroe. Te echaremos de menos».



A Daniel no le hace ni pizca de gracia llamar la atención, pero nada puede hacer para controlar a sus asiduos. Cuando decidió viajar a China, sabía que los freakies y sus simplezas estaban incluidas en el lote. Esta reflexión le recuerda una conversación que mantuvo con el catedrático que revisaba su tesis mientras traducían unas frases sobre Qin Shi Huang que decían lo siguiente: «El emperador estaba sometido a una gran presión por la casta sacerdotal y los eruditos. Estos, amén de mantenerlo bajo una estricta disciplina, deseaban que el pueblo se conservara tosco e ignoto para poder manejarlos a su antojo. El emperador discrepaba, pero sus quejas no fueron atendidas y el pueblo siguió iletrado por los siglos de los siglos…».

El flashback se alarga y se ve preguntándole a su precepto… 




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La concubina 111

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PROMO REYES: SIAH. El ojo de Dios. GRATIS


PROMO: SIAH. El ojo de Dios. GRATIS hasta el jueves 6 de enero de 2022.


Siah es una jumper que viaja a través del tiempo hasta el Antiguo Testamento para descubrir la verdad sobre Dios.

En el trascurso de su investigación, descubre una profecía que habla de una redentora que nació para salvar a la Humanidad de su destrucción, con la que su unirá mentalmente; ya que, su ADN está modificado y posee cualidades muy atractivas.

Siah es pura Sci-fi

 

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SIAH.

El ojo de Dios

 

Anna Genovés

Derechos de autor © 2020 Anna Genovés

Todos los derechos reservados a su autora

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un

sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier

medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin

el permiso expreso del editor.

Diseño portado: Anna Genovés mediante Cover Creator

Imagen de fondo cedida por el profesor Simon Williamson

 

 


INTRODUCCIÓN


Posterior al fenómeno meteorológico que cubrió Israel en febrero de 2020, el satélite SPOT almacenó varias imágenes peculiares sobre el montículo arqueológico de la mítica ciudad de Jericó: una huella gigantesca con forma de laberinto unicursal y un ojo central. El mismo rastro se recogió en siete puntos diferentes del planeta.

 

LIBRO PRIMERO

Origen

 

San Benito 1988 d.C.

Frente al humilde altar de la iglesia de San Benito de Carabanchel, una pareja de jóvenes se une en matrimonio. Los rayos de sol irrumpen por la cúpula acristalada. En el momento de la Comunión un coro ataviado con togas largas, canta el Ave María de J. S. Bach acompañado por las suaves notas de un órgano de pared.


La parroquia está casi vacía. En la parte derecha, un grupo de mujeres acicaladas con prendas foscas y acusada fisonomía calé escucha la homilía. Detrás, tres bancadas llenas de hombres agitanados con algunos mozalbetes; llevan trajes desparejados y excesivamente usados. Al otro lado, un quinteto de parejas jóvenes con críos pequeños. En el último asiento, una dama de mediana edad y cabello blondo –recogido en un rodete italiano— con un Chanel tostado y un collar de perlas finas, observa desde la lejanía. Su rostro está rígido y su silueta estilizada como las bailarinas, envarada: barbilla alta y boca apretada. Se nota que está en la ceremonia por obligación. Resignada a ver aquello que detesta.


Un bebé irrumpe a llorar justo cuando el sacerdote se dirige a los novios, copón bendito en las manos para darles la Hostia Consagrada. El hombre mira hacia el banco, pero en vez de reprochar los chillidos del pequeño, sonríe.


–Sus sollozos son vida, hijos míos. No le hagas callar Mari Luz –sugiere mirando a la mamá—. Dios habita en su inocencia.


–Como usted mande padre Manuel –contesta la jovencísima madre de tez oscura y apariencia romaní.


La liturgia prosigue ante la congregación del distrito más pobre de Carabanchel –Pan Bendito— tutelada por el padre Manuel; un hombre consagrado al sacerdocio y a sus feligreses.


La iglesia, ubicada en la Calle Besolla 7, es el enclave de evangelización desde que abrió sus puertas en 1963. Diez años después de que la familia de Lourdes Green –la novia— se instalara en uno de los barracones prefabricados desde su antigua chabola. Un lustro más tarde, la familia adquirió una de las 656 viviendas cercanas al templo. Calés que convivían con los gitanos de forma respetuosa y afectiva.


Los Green provenían de un clan sefardí anclado en Castilla que llegaron al extrarradio de la capital en la segunda oleada migratoria de agricultores que marcharon de los campos a las ciudades tras la Guerra Civil y la Posguerra. El cabeza de familia se empleó como albañil y su mujer se dedicó a las composturas. Por extraño que parezca para la época, solo tuvieron una hija. Su llegada fue tan esperada que la bautizaron con el nombre de Lourdes. Una niña que creció entre agujas, hilos y telas. Era lógico que su madre le enseñara todos los secretos de las buenas modistas. Pero, por mucho que le pusieran un nombre milagroso, su sino estaba marcado por la fatalidad. Recién cumplida la mayoría de edad, sus padres perecieron en un accidente ferroviario. Aunque le llevó varios meses aclimatarse a su nueva vida, por suerte, tuvo al padre Manuel a su lado. Él llevó a cabo los trámites necesarios para que la herencia beneficiara a su protegida. Visitó las casas en las que su madre cosía e hizo que la joven se hiciera cargo de toda la clientela. Familias adineradas que la acogieron con agrado; confiaron en esa pobre huérfana que zurcía como los ángeles y era educada. La muchacha tenía un futuro prometedor, había heredado el piso de Carabanchel y recogido los clientes de su madre.


 



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El Legado de la Rosa Negra

Anna Genovés

Copyright © 2014 Anna Genovés

Todos los derechos reservados a su autora

Título de la edición: El Legado de la Rosa Negra

Autora: Anna Genovés

Corrección: Jon Alonso

Presentación: Anna Genovés

Asiento Propiedad Intelectual 09/2014/2483

ISBN: 1507697694

ISBN-13: 978-1507697696




Se parecía a esas aventuras fantásticas

que sólo los dioses y los héroes

son dignos de protagonizar.

Victoria Holt

 


Ahora que la granada de la madurez platea mis sienes, y que el tapiz de la hermosura comienza a desprenderse de mi cuerpo, he decidido escribir la gran aventura de mi vida; remarcando el fantástico episodio acaecido en mi juventud, tal como la recuerdo. Es tan romántica que me perece imposible haber sido la protagonista de esta sorprendente historia. Pero lo fui.

 

Dicen que los hechos, sobre el papel, se hacen más certeros. Quizás sea la única forma de vigorizar esta memoria marchita antes que el árido viento del desierto cubra mis palabras y las convierta en arena malograda. Mi debilidad siempre fueron los polígonos. Sobre todo, los de tres lados: los triángulos. Y todo en esta vida tiene una explicación…

 

Mi padre se llamaba Alejo y era el sexto hijo de la quinta mujer de un señorón gallego. Vino al mundo con demasiados hermanos a cuestas; tan sólo heredó el apellido y una buena educación. Al enamorarse de mamá, pensó en emigrar a una región más próspera. Madre se llamaba Rosalía y era de origen humilde. Al conocer a papá, un pretendiente galante y de ojos aguamarina, cayó rendida a sus pies. Se convirtió en el príncipe de sus sueños. A los pocos meses de conocerse, se casaron y emigraron al Levante peninsular. De inmediato, quedó encinta.

 

Padre consiguió trabajo en una fábrica de maderas limítrofe al puerto marítimo de la capital del Turia. Todo iba viento en popa hasta que Rosalía falleció tras una pulmonía. El sepelio reunió a gran parte de la familia gallega. La abuela permaneció varios meses con nosotros e intercedió para que Marina ―una de mis tías— se ocupara de mí.

 

El tiempo pasaba tan deprisa como la suave y cálida brisa de principios de otoño. El esfuerzo sobrehumano de Alejo comenzó a dar sus frutos. Aunque tuvo un elevado costo; el pobre apenas disponía de tiempo libre. Por las mañanas trabajaba en la fábrica y por las tardes, en un taller de ebanistería. Nunca se quejaba porque era feliz viéndome crecer. Con los años, la fascinación fue recíproca. Llegué a idolatrarlo como si fuera el epicentro del Cosmos.

 

Mi escolarización fue temprana; igual que mis habilidades describiendo historietas que inventaba día a día. Alejo creía en mí y decidió matricularme en un colegio de pago donde trabajaba la tía Marina: Las Hermanas Salesianas. En septiembre de 1975, con uniforme de cuadros príncipe de Gales y babero de rayas azules, comencé entusiasmada la nueva etapa educativa. Todas las jornadas, regresaba a casa con una sonrisa y nueva aventura que contar.

 

Con este cambio, Alejo ganó un ápice de libertad que dedicó a su hobby: la egiptología. Era su amante público desde la infancia. Mi abuelo le había mencionado un cuento sobre el país de los triángulos y, desde entonces, había devorado tantos libros sobre Egipto que se había convertido en un especialista. Siempre albergó la esperanza de visitarlo. A los siete años comencé a imitarlo. Leía y guardaba todos los artículos sobre aquella Civilización Milenaria. En mi doceavo aniversario, me llevó al Cine Xerea a ver Faraón, de Jerzy Kawalerowicz –film de 1966 que refleja sabiamente el poder de los distintos estamentos sociales egipcios durante el Imperio Nuevo—. Nunca lo olvidaré. Ese día decidí ser arqueóloga. Estaba tan segura de conseguirlo que inventé un juego para ser intrépida en las excavaciones subterráneas. Nuestra vivienda tenía pasillos largos; cuando papá se quedaba dormido con una novela de Estefanía entre sus manos, recorría toda la casa a oscuras. Una noche se despertó y descubrió mi pasatiempo. Pero en vez de reñirme aplaudió mi esfuerzo: «Eva Lagos de Ulloa, llegarás lejos, muy lejos. Lo presiento» –dijo sonriendo.








 







Lost 11-21

 


Todos los domingos un grupo de escritores amateur se reúne –vía telemática— para escribir relatos encadenados. Eligen un tema y comienzan la historia. Las reglas del juego hacen posible que, cada semana, sea uno el que comience a narrar un máximo de ciento cincuenta palabras que seguirán sus compañeros, por turnos.


El grupo se llama Lost por el mero hecho de recoger a seis personas desempleadas que ni tan siquiera se conocen; los contactos surgieron a partir de Instagram. Saben del vecino los datos personales que se han enviado y unos selfis para verse las caras. Sin embargo, para el grupo, han elegido usar unos avatares relacionados con sus personalidades. Así pues, tenemos a un hípster, una pija, un liberal, una lesbiana, un jubilado y una mamá.


Esta jornada, el tema se centrará en María y Lucas –dos supervivientes de un accidente aéreo que aparecen en una isla desierta—. Junto a ellos, una caja de cervezas, un espejo de tocador, un frigorífico con alimentos, un baúl lleno de libros, algunas prendas de vestir y un perro.


Por orden y siguiendo los parámetros marcados, un cuarto de hora después El hípster inicia el principio del cuento…








 

HÍPSTER

 

María y Lucas aparecen en una isla boqueando como peces. A lo lejos, los restos de un Boing 747 humeante, desaparecen en el piélago grisáceo y profundo. Lucas se acerca a la chica, la reclina en sus muslos:


–¿Estás bien? –pregunta zarandeándola.


La joven tose repetidas veces.


–Creo que sí. ¿Qué ha sucedido, no recuerdo nada…?


–No te acuerdas de haber tomado un avión?


–Bueno, de eso sí, mi asiento estaba en la cola. Había muchos movimientos y me quedé adormilada… –de repente, se tapa la boca y chilla desesperadamente.


–Tranquila. Llora todo lo que necesites –Lucas la consuela.


Ha comprendido que la pobre chica ha recordado la explosión que precedió al accidente; cuando se abrió un boquete en el lateral del ala izquierda y el avión cayó al océano en picado. Seguramente se imagina el resto…

 

 

PIJA

 

Unas semanas más tarde, el escenario ha cambiado por completo y la pareja ha intimidado. El amor ha irrumpido en la isla y la vida es, tal cual, la película de El lago azul.


Pese a que están mucho más delgados, han tenido la suerte de encontrar comida flotando por el agua o varada en la arena. La piel está curtida y la ropa hecha girones. Sin embargo, se aman y han hecho una cabaña donde pasan las noches.


–María, corre. Escucho un motor.


–Ya voy Lucas.


Se ponen la mano sobre los ojos y miran hacia el firmamento zafiro que se abre ante ellos. No obstante, pasados unos minutos… el único sonido que oyen, son las olas rompiendo en la orilla.


–Si este es nuestro fin que sea como en las películas de antaño –sugiere Lucas.


Inmediato, abraza a María y la besa con la ferviente pasión de un galán de los 20.

 

 

LIBERAL

 

Una tarde, una luz fulgurante, aparece en el firmamento; cuando se acerca, ven que es una nave extraterrestre. La abducción de ambos es casi inmediata. Dentro, les esperaban unos seres extraordinarios –altos y flexibles— de ojos rasgados como Akenatón y cráneos similares al de Nefertiti que les cuentan la verdadera historia de la raza humana.


La pareja descubre que los humanos son hijos de un linaje superior que vivía en el exterior del universo conocido. Cuando hombres y mujeres se hicieron avariciosos y rencorosos, los abandonaron, aunque siguieron vigilando la evolución de sus engendros terrícolas.


Tras analizar sus ADN y sus buenos sentimientos, los devuelven a la isla con provisiones suficientes para subsistir toda una vida al margen de las sociedades desarrolladas.


Cinco minutos más tarde, la pareja despierta en la choza y cree haber tenido un sueño. Empero, encuentran las provisiones necesarias para no preocuparse en mucho tiempo.



 

LESBIANA

 

Días más tarde, otro avión colisiona y rescatan a los supervivientes: tres chicas y un hombre joven.


De inmediato, congenian y se ayudan mutuamente. Les enseñan a sobrevivir con lo que tienen y los frutos isleños: la comida se raciona concienzudamente. Los animan cuando hace falta y los acurrucan cuando necesitan amor. Como resultado, las parejas fluyen… El recién llegado se empareja con Lucas que siempre había sido bisexual, y, las tres chicas nuevas y María, forman una familia polisexual que se apareja entre ellas o con los mozos de la isla.


La felicidad reina en el grupo hasta que, dos de las chicas, deciden no compartir cama con el resto porque se han enamorado de verdad y son monógamas.


Meditan y una de las hembras –oriunda de polinesia— ejerce de sacerdotisa y las casa al estilo de sus ancestros. Celebran una gran fiesta y se emborrachan con cerveza.  


                                                                                           

JUBILADO

 

Pasan los años y siguen en el islote viviendo en núcleo tribal. El matrimonio de lesbianas se deshace y, como era obvio, Lucas vuelve con María. El hombre joven, hace su nido de amor con Luisa –una de las chicas del segundo accidente que, encima era su mujer—. Lo habían mantenido en secreto porque en el momento de la colisión, estaban enfadados y, después, se acoplaron a lo que vino.


Si bien, no estaban a gusto con sus vivencias, ya que, lo que había comenzado como un cuento de hadas, había terminado como Sodoma y Gomorra. Claro, ellos, como parte de los recién llegados, tuvieron que amoldarse a lo que, los más castizos –Lucas y María— decidían. Estaba feo llevarle la contraria a los jefes.


Las otras dos mujeres vivieron la existencia como anacoretas y célibes que practicaban la fe y rezaban.


No hubo embarazos y el perro murió.


 

MAMÁ

 

Las labores de rescate de ambos aviones, se dio por cerrado y tanto fallecidos como supervivientes, pasaron al cajón de los desaparecidos hasta que, en la década posterior –en una playa lejana— un niño encontró una botella con un mensaje dentro.


El chiquillo intentó sacarlo, pero no pudo y se la dio a su papá, quien más docto por la edad, consiguió sustraerlo y leer su contenido: «Escribo este mensaje como última superviviente de los dos Boing que se estrellaron en una playa desierta del Pacífico en el año dos mil once. Solo seis personas lo logramos. Vivimos un tiempo como pudimos hasta que escaseó el alimento y empezamos a morir. A falta de comida, comenzamos a descarnar a los muertos. Al final solo quedaba yo y me comí a mí misma hasta que tuve uso de razón. Una mamá sin hijos a los que acunar no sirve de nada».

 

 

@Anna genovés

Escrito el domingo diecisiete de enero de 2021

Revisado el domingo veintiocho de noviembre de 2021

 


Lost 11-21

by on 17:17:00
  Lost 11-21   Todos los domingos un grupo de escritores amateur se reúne –vía telemática— para escribir relatos encadenados. Eligen un ...

 





Halloween en Motherland



En el plató 13 de la ciudad cinematográfica de Vancouver se está grabando un capítulo de la afamada serie sobrenatural Motherland. Las actrices principales: Raelle, Anacostia, Scylla, Abigail, entre otras… Uniformadas de brujitas soldado, tienen ganas de acabar. Halloween está al caer y aún no tienen preparada ninguna fiesta.

Horas más tarde, al finalizar el rodaje, el estudio se inunda de un gorgoteo divertido que envuelve el ambiente. Las actrices, que entre ellas se llamaban con los nombres de los personajes del serial, ríen y hacen planes. De repente, Anacostia dice a su grupito—:

–Ya lo tengo claro.

–¿El qué? –pregunta Raelle.

–Los disfraces.

–Cuenta, cuenta… –dice Scylla mientras Abigail agudizaba su sexto sentido.

–Nos disfrazaremos de nosotras mismas e iremos a alguna fiesta en la que no estemos invitadas a ver qué pasa. ¿Qué os parece?

–Es una idea magnífica –contesta Scylla y, pensativa, prosigue—. ¡Uyuyuy! Fijaos… ¿Y si vamos a una fiesta de personajes con los que estemos enemistadas?

–Sería total –dice Raelle—. Es una excusa buenísima para acabar con alguno de esos demonios que veneran al oscuro. Por ejemplo.

La cara de las actrices se constriñe –cada una haciendo sus cábalas con los brazos cruzados—pensando a quién engañar para después… fulminar. El representar a brujas defensoras de la Humanidad, las ha hecho creer poseedoras de algunos de los extraordinarios dotes de los que gozan en la pequeña pantalla.

–No os lo toméis a guasa –dice Anacostia que ha leído la mente de sus—. Muchas asociaciones querrían vernos bajo tierra. Hay que saber elegir y, si hay guerra, que sea por una buena causa. Llamemos a Tally, que hoy tiene libre, para que se una a nosotras. Le haríamos un gran favor si acabáramos con los demontres que trituraron a su familia…

Sería total –sentencia Raelle antes de coger el móvil y llamarla por Skype.

 

***

 

Tres días después, se visten con el uniforme de gala de Fort Salem y cogen un jet privado hacia New York.  Tal y como han convenido, se presentan en la puerta de la fiesta más cool de la city. El portero les pide las invitaciones—:

–Me ensañáis las invitaciones, por favor.

–Disculpa –dice Raelle que lleva la voz cantante—. ¿De qué hablas? ¿Qué no sabes quiénes somos?

–Claro que lo sé, guapita. Sois las brujitas de la popular serie Motherland de Prime Vídeo.

–Entonces… ¿Imagino que no necesitamos credenciales?

–Pues estás equivocada. Esto no es una fiesta de actores que en la TV salen de brujos o de otros tantos freaks sobrenaturales. Esto es una celebración seria donde los disfraces son la verdadera personalidad de los asociados.

Abigail se falca en el suelo con las piernas ligeramente abiertas y le planta cara—:

–Uno: no nos vaciles. Dos: no te burles de nosotras… –antes de que siga hablando, el portero la corta y dice—:

Y... ¿Tres?

Déjanos pasar.

–A ver. Me caéis bien –contesta el vigilante—. Por eso os advierto. ¡Largaos!

–Lo tienes claro –corean.

–Puedes decir lo que te dé la gana, me has cabreado –de improviso, Abigail, extiende los brazos a la vez que emite un latigazo sonoro muy felino y lo deja inconsciente sobre el pavimento.



 

***

 

La antesala de la mansión es decimonónica y lúgubre. Los espejos están cubiertos con velos negros y los cuadros tienen crisoles y exvotos formando medias lunas como si fueran de altares. El resto de mobiliario aparece engalanado con velones oscuros.

Un sobresalto irrumpe en sus cuerpos cuando el portón de la entrada se cierra de golpe.

–Me encanta la decoración.

–Anacostia eres más tenebrosa que el señor de los infiernos –insinúa Abigail.

–¿No me diréis que no mola? –pregunta ella.

–Si no fuera porque mi sexto sentido me muestra imágenes de crímenes abominables, te diría que el escenario es perfecto para Halloween –sugiere Raelle—. ¿No lo notáis?

–Yo no noto nada –contesta Abigail con cara de póker—. ¿Qué tal si buscamos de dónde viene la música?

Scylla ¿y a ti qué te sucede? –pregunta Tally.

–Perdonad. Estoy rara.

De improviso, la bella actriz, comienza a chillar y su cuerpo sufre convulsiones diversas que la elevan hasta el techo y la dejan caer varias veces. Parece una muñeca de trapo maltratada. En una ocasión, sus miembros están a punto de descuajarse como si estuviera sobre un potro de la Santa Inquisición para descuartizarla. En otra, su organismo parece deshuesado y se dobla como si un diablo la hubiera poseído y jugara con ella. Su cabeza se gira y sus ojos, se abren. Convertida en niña del exorcista, habla con voz agónica y les dice el camino a seguir...

–Seguid recto hasta la puerta del fondo y me conoceréis –su brazo se alarga como un gusano interminable y sus uñas ennegrecidas y afiladas, rasgan el ornamento de madera hasta llegar al pomo y abrirlo.

Un ruido de ultratumba, chirriante e insoportable, deja al descubierto un camino fosco y semioculto por la niebla. Scylla, en su posesión infernal, las precede en el aire con sus uñas de lanza sangrante y su cuerpo girado.

Raelle lanza un conjuro para salvar a su amiga—:

 –Por la fuerza que el aquelarre que Fort Salem me ha dado, te ordeno que bajes –pero ella se ríe y su hermosura se deforma: en un segundo, miles de rostros de las cloacas del inframundo, aparecen y desaparecen buscando el adecuado.

–Y yo te digo, aprendiza de hechicera, que te hemos avisado en la puerta. Este no es vuestro Halloween –habla el semblante cornudo de macho cabrío que ha surgido del otrora virginal rostro de Scylla.

Sigámosla –dice Tally. Ya tendremos tiempo de deshacer el hechizo que la atrapada.

El camino, cada vez más oscuro y tenebroso, se llena de una bruma espesa y amenazante. Las amigas lo siguen en fila de a uno cogidas de la mano. Unos sonidos agudos y extraños, como si rezaran el rosario de una misa negra, las llevan hasta una explanada en la que están presentes los personajes de los cuadros del pasillo. Cada uno ataviado con los ropajes de la época en las que fueron pintados. Algunos llevan harapos. Otros, trajes renacentistas. Al fondo, un altar con el cuerpo de una Scylla durmiente como la bella del cuento.

Entre ellas, utilizan la telepatía para comunicarse. «¿Qué es esto?» «¿Quiénes son?» «¿Por qué está Scylla sobre una mesa de…?» «Sí. Acertaste.» Contesta uno de los comensales que ha leídos sus mentes. «Estáis en un ritual de sacrificios. Nosotros os hemos llamado porque sabíamos que, ciertamente, poseéis cualidades sobrenaturales y queremos probar vuestra sangre y vuestra carne para permanecer más tiempo incorruptos.»




Raelle se acerca a uno de los pilares y, del mismo, sale la silueta desdibujada de un demonio putrefacto que la acaricia. Pega un salto hacia atrás y la figura desaparece. «Apelemos a la magia ancestral». Les dice a sus compañeras mentalmente. Las brujitas se concentran y hacen un círculo; sus cánticos inundan el habitáculo mágico. Pero, de repente, sus gargantas se tornan ácidas y sus voces se apagan. Gritan mudas retorciéndose de dolor en la sombra que las devora lentamente.

–Aquí no sirven vuestros sortilegios. El señor oculto nos ampara –dice uno de los malditos.

La oscuridad se cierne sobre sus mentes. Las actrices cierran los ojos y se dejan engullir por unas hilaturas negras y pegajosas que las enrolla en un capullo gangrenado.

 

***

 

Horas más tarde, el banquete ha terminado y los demonios salen a la calle con sus ropas y fisonomía, al aire. En la casa maldita, cinco de los cuadros han cambiado de personajes; en cada uno de ellos aparece una actriz de Motherland. Las velas expiran. Y, en ese instante, la magia negra hace aparición y los demonios caníbales se transforman en las actrices. Mientras que los óleos vuelven a sustentar a los personajes antiguos.

El grupeto de falsas actrices camina a sus anchas por la barrios de la ciudad hasta que una pareja de zombis –que las ha reconocido— las para…

Raelle me puedo hacer un selfi contigo –dice uno de los muertos vivientes—. Mis amigos van a flipar.

–¡Claro! –dice la replicada bruja soldado.

Cuando se acerca el fan, abre sus fauces y unos dientes puntiagudos y mugrientos asoman babeantes. La boca se agranda y de su interior surge la fealdad personificada de un cráneo demoniaco que lo traga. Acabado el ágape, unos regueros sanguinolentos se deslizan hasta la barbilla del monstruo.

El otro zombi se ha quedado cataléptico. La adulterada Raelle le pregunta—:

–¿Tú también quieres un selfi o prefieres un autógrafo para hacer negocio en TikTok?

No. No. Yo no quiero nada y no he visto nada –la chica sale corriendo, pero el brazo alargado y de mano afilada con cuchillas como el mítico Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street, la retiene y le rasga la máscara. Unos pequeños arañazos hacen que sus pómulos se ensucien de hematíes. El demonio alarga su lengua punzante y lame su cara.

–Me lo creo, preciosa –le dice—. Tienes suerte de que esté saciado, hoy no te comeré. Pero estaré cerca de ti siempre para que guardes nuestro secreto. ¡Ah! Y, voy a darte un consejo: Cuidado con los disfraces y los disfrazados.

El quinteto demoniaco ríe macabro.

 

@Anna Genovés

Sábado, treinta y uno de octubre de 2021

 

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Halloween en Motherland

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