Mostrando entradas con la etiqueta mala convivencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mala convivencia. Mostrar todas las entradas

 




Mala convivencia - actualizada                                                                                                                                                                

Tengo un problema grave de convivencia. Vivo en una finca con catorce puertas, dos por rellano. El vecino de arriba, hermano mayor del de enfrente –cómplice, como es obvio—desde hace años intenta hacernos la vida imposible


Os dejo una lista de parte de sus perversidades, y no me refiero a los ruidos normales que se dan en cualquier finca; algo lógico y agradable para saber que tus vecinos siguen bien. Sino de otras historias…, cuanto menos, incómodas. Cuando los ruidos de la city te molestan, no queda otra que vivir en el campo. No es nuestro caso.


En fin… juzgar vosotros mismos.  

          

1.       Arrastra maletas o algo con ruedas por el pasillo y comedor.

2.       Empuja muebles o los levanta y los deja caer. Es imposible dormir sin tapones.

3.       Salta.

4.       Patea por toda la casa.

5.       Corre.

6.       Anda como si fuera un elefante y el techo retumba –no me digáis cómo lo hace porque es un hombre muy delgado que pesará unos cincuenta kilos.

7.       Como llamaba al timbre a horas en las que todavía descansábamos, tuvimos que quitarlo. Sí. Cuando vienes a nuestra casa o llamas desde abajo o desde arriba golpeando la puerta; un incordio.

8.       Echa ceniza en la ropa. Qué fume dónde quiera y pueda..., pero lógico sería que, si lo hace donde están los tendederos, cogiera un cenicero. A mí me parece una guarrería.

9.       También fuma en el descansillo –bastante pequeño, por cierto—. El humo inunda nuestro recibidor.  Además de hacer muy mal olor.

10.   Cuando abrimos las ventanas que dan al patio de luces, fuma en la que está encima. Al instante, esa habitación se llena de humo con lo que traiga consigo. Claro, no puedo ventilar estos cuartos, algo imprescindible con la covid19.

11. Hace unas semanas llevaba la mascarilla por debajo de la nariz y hace unos días no la llevaba ni en el ascensor ni en las escaleras. Le dije que debía ponérsela, pero pasó hasta de contestarme.

12. Si viene algún repartidor y no le escuchas, igual llaman a la puerta de al lado o a la de arriba. Pero, ni el uno ni el otro, les abren. Es más, han llegado a decir que no nos conocían.

Estas acciones malintencionadas las puede realizar antes de las ocho de la mañana o de madrugada si se tercia. Las veinticuatro horas del día son buenas si le da por fastidiar.


El hombre tiene setenta y un años. Pensareis que soy una exagerada. Pero, nada más lejos de la realidad. ¡Ojalá! Desconozco cómo lo hace. En ocasiones, pienso que paga a alguien para estos menesteres, o utiliza grabaciones, o ¿quién sabe? Tal vez deberíamos llamar a un parapsicólogo por si nuestra finca es prima cercana o lejana de Hill House y tiene alguna maldición. Entonces, me digo a mí misma… «¿Mira que si tenemos fantasmas o monstruos que nos vigilan y nos hacen perrerías?».


Bromas aparte. Compramos el piso hace veintidós años, y la pareja que nos lo vendió apuntó que tenía problemas con los vecinos –a los pocos meses descubrimos de qué se trataba—. Algo similar ha sucedido con unas inquilinas universitarias que han terminado por marcharse y que, cuando las navidades pasadas se nos calló el techo del comedor, que casi nos, –suceso con el nombre de Siniestro total publicado en este blog— apuntaron que si llegan a saber cómo era este vecino, no hubieran alquilado el apartamento. Nos ha dado mucha pena que se hayan marchado; eran la alegría de esta finca tan carca.


Es obvio que, los hechos, son difíciles de probar. El 8 de agosto llamamos a la Policía Local y, después de explicar el problema, nos dijeron que se podía intentar una mediación. Les dijimos inmediatamente que sí. Hemos sido pacientes y, la semana pasada, nos telefoneó el inspector que lleva estos asuntos. Tras recoger mis quejas –aunque la verdad es que soy una pésima habladora— me dijo que intentaría mejorar la situación.


Sin embargo, he perdido completamente la fe. Sé que, en estas desagradables situaciones, lo mejor es ignorar; y lo hacemos cuando podemos. Pero, si habéis sufrido el derrumbe de parte del techo –como nosotros— y el cabeza de familia es un enfermo coronario grave con cuatro autotrasplantes desde hace diez años. A lo que se han ido añadiendo, con el paso del tiempo, otras patologías. Es imposible. Máxime sabiendo que en esta aterradora pandemia está en el grupo de riesgo.


Os preguntareis cómo nos defendemos y os lo voy a decir: ponemos la música o la TV con volúmenes altos, cantamos, silbamos. A veces, hasta le pegamos unos cuantos chillidos... Pero, nos desagrada, solo queremos vivir en paz y pasar de estos malos rollos.


Estos hombres que nos fastidian, son los hermanos Martínez –sí, Pepe y Juan—. Hijos de un picoleto franquista que operaba, hace décadas, por el llamado Barrio Chino de Valencia. El hombre era tan desagradable que escupía delante de quien se le antojaba, y, ellos, han heredado ese prurito indeseable que del interior emana al exterior y afea como si tuvieran las almas más oscuras que una ciénaga.


Acostumbrados a… «Hacemos lo que nos da la gana». Cualquiera los mete en vereda por las buenas. ¡Ya está bien! Que estamos en una pandemia en la que los muertos y los contagios, por desgracia, aumentan a diario. ¿Cómo vamos a superarla si tenemos ciudadanos de todo tipo? ¿No les da vergüenza? Por momentos, pienso que no son conscientes de lo que le sucede al mundo. O quizá sean tan egoístas que les importa un bledo. O, a lo mejor, están desquiciados.


Mi madre, que era muy sabia, decía que las personas más peligrosas son aquellas a las que no les importa sus vidas, porque, cuando no te importa tu vida, las de los demás no valen nada.


Algunos ruidos


Anna Genovés

25 de septiembre de 2020


Una frase que le viene como anillo al dedo, pues, ya se sabe que es difícil que los oprimidos, puedan demostrar el acoso, blocking vecinal o etcétera... que sufren.


Hoy, trece de agosto de 2021, he descubierto algo nuevo: desde hace unas semanas me caía algo en la cabeza cuando tendía: agua, pensaba yo. Pero, creo que se trata de saliva -el asunto está pro confirmar-. Está claro: los malos hábitos, siempre, se heredan.


***


Más cositas actuales... 

Mientras tiendo -por cierto, motivo por el que algunas pinzas o prendas vuelan- hace bastanten tiempo que, noto que me echan o cae saliva o agua -nolo sé- en la cabeza, brazos, manos, ropa... Esa persona que me incordia, tiende trapos o guantes de latex, sin escurrir. Es bastante desagradable que te asomes y un goterón te caiga donde sea. 

En relación con la comunidad... ¿qué decir? No todos, pero, sí bastantes -porque actúan como una secta- pasan de nosotros y si pueden fastidiarnos, lo hacen. 

Ejemplo, anteayer a las 20h llegamos y el, maltratado ascensor, estaba roto. Llamamos al servicio de asistencia y nos dijeron que enviaban al técnico. Cuarenta minutos después -mi esposo lleva una cirugía mayor de bypass y hacía un calor horroroso-. Telefoneso nuevamente porque no había aparecido nadie y me dicen que tenemos un contrato de ocho de la mañana a 8 de la tarde y que lo arreglarían al día siguiente. Era como si la oficinista hubiera hablado con el administrador o a algún vecino -presidencia, tal vez- y hubieran revocado el aviso de urgencia.

Por cierto, desde que comenzó la pandemia, muchos nos hacn la cobra. Por mi esposo, necesitamos usar mascarilla .por desgracia- y eso parece que les incomode.

Se fuma en la escalera y el rellano. Penalizado por ley.


Anna Genovés

23 de julio de 2022




“La verdad es incontrovertible, la malicia puede atacarla, la ignorancia puede burlarse de ella, pero, al final, ella está ahí”.

 

-          Winston Churchill

Mala convivencia

by on 11:11:00
  Mala convivencia - actualizada                                                                                                            ...